El perseverante trabajo del grupo Unid@s ha logrado que una parte importante de la sociedad, generalmente reacia a involucrarse en política, abogue por la unidad de los partidos democráticos para salvar al país de su completa destrucción.
O guardan sus legítimas diferencias y aspiraciones para más adelante, o el mazo destructor del obradorismo acabará con las libertades y las instituciones que han resistido a la demolición.
El adversario en junio del próximo año no será una corcholata, sino el Estado.
La semana pasada, esa sociedad civil activa logró que las dirigencias de PAN, PRI y PRD dieran marcha atrás a la iniciativa para reformar la Constitución y quitarle atribuciones al Tribunal Electoral.
Movimiento Ciudadano tuvo el acierto de oponerse con toda claridad al golpe constitucional orquestado por la oposición y por Morena. Y panistas, priistas y perredistas fueron sensibles al reclamo de la sociedad, a las advertencias de algunas de sus legisladoras, y dieron marcha atrás.
Ahora bien, de cara a la elección presidencial, el partido Movimiento Ciudadano ¿se mantendrá en la postura de frenar a Morena y la destrucción de México?
Sin Movimiento Ciudadano en la alianza –que exige un amplio sector de la sociedad–, la corcholata de Morena gana la Presidencia y ese partido, seguramente, se llevará la mayoría en el Congreso para cambiar a placer la Constitución.
Qué prevalecerá en la cúpula de Movimiento Ciudadano: ¿su aversión al PRI o la obligación política de frenar a Morena?
Qué prevalecerá en la dirigencia de MC: ¿su ambición de tener más diputados y senadores, o impedir que Morena repita en la Presidencia y tenga mayoría calificada en el Congreso.
Si Movimiento Ciudadano hubiera participado en la alianza Va por México en las elecciones de 2021, hoy Morena y sus aliados no tendrían mayoría calificada en el Congreso.
¿Va a ser Movimiento Ciudadano una nueva versión del Partido Verde?
A juzgar por el gobernador emecista de Nuevo León, sí, para allá van.
Pero si vemos la postura del grupo parlamentario de MC en la Cámara de Diputados, la respuesta es no.
Del lado del PRI la situación es todavía más crítica, porque se encuentra en manos de un grupo de interés.
Alito Moreno deberá dejar la dirigencia nacional de ese partido en agosto de este año, por resolución del Tribunal Electoral que echó para atrás la maniobra reeleccionista.
En caso de irse, a lo cual se resiste, el PRI quedará en poder de su grupo: Rubén Moreira, Carolina Viggiano y José Murat.
¿Van a cumplir, Alito y los suyos, el compromiso de la unidad opositora para detener a la locomotora de Estado que es Morena?
¿Van a aceptar un método de elección con participación de la sociedad para elegir la candidatura presidencial opositora?
¿Van a dejar pasar a Claudia Ruiz Massieu, su carta más fuerte, cuya preparación y congruencia causa lipiria a Alito y compañía?
¿Van a mantener los acuerdos si la encuesta la gana Lilly Téllez, que tiene un arrastre muy por encima de los demás aspirantes panistas?
¿O se sumarán a la candidatura de Movimiento Ciudadano, si resulta más competitiva?
La situación en el PRI es la más delicada de todos los partidos, para fines de conformar la candidatura presidencial única y establecer alianzas en los distritos electorales.
De continuar la tendencia, PRI-PAN-PRD perderán en el Estado de México. Ese puede ser el punto de quiebre de la alianza y del PRI mismo.
Si la derrota de la alianza es por estrecho margen, la presión para Movimiento Ciudadano será abrumadora a fin de que se sume y no se convierta en el esquirol que Morena necesita.
O puede ser la oportunidad para algún personaje ajeno a todo lo anterior.
Es tal el desaseo de Morena en el gobierno, que ese liderazgo que se busca puede aparecer en cualquier momento.
¿Ya no hay tiempo?