Lo que hay ahora es calma chicha al interior de los partidos políticos, previo a las rupturas que vienen después de las elecciones del próximo 5 de junio en el Estado de México y Coahuila.
Salvo que Alejandra del Moral dé el campanazo y gane la gubernatura para la alianza en el Estado de México, el PRI se va a dividir porque ya no sirve para ganar.
Ese partido fue tomado por un grupo de interés, para su beneficio personal, y lo que sigue es cuesta abajo.
Hoy el PRI vale, calculado de manera generosa, 14 o 15 puntos porcentuales. Es lo que le da la marca, el llamado voto duro.
El partido que aspire a obtener un triunfo necesita atraer a los independientes.
Y no hay manera que un independiente, un sin partido, un desinteresado en la política, se sienta atraído por un partido encabezado por Alito Moreno, cuyos modos no empatizan con la ciudadanía.
El PRI se rompe en junio. Si bien podría no tratarse de una división ruidosa, lo que veremos será su vaciamiento hacia otras opciones con capacidad de crecer, no excluyentes, que tengan posibilidades de ganar.
Para Morena viene una derrota en Coahuila, porque se dividió la coalición partidista que tan bien le ha funcionado, con el PT y el Verde.
Mario Delgado, presidente nacional de Morena, no tuvo la capacidad para mantener unidos a los aspirantes a la gubernatura.
Ricardo Mejía Berdeja, exsubsecretario de Seguridad federal y apreciado por el presidente López Obrador, alegó falta de cumplimiento de acuerdos y se fue por otro partido, el PT. Rompió la coalición.
Lejos de ser un dirigente con habilidades para tejer fino y atender sensibilidades humanas –que tanto pesan en cualquier actividad–, Mario Delgado es un plomero de la política.
Su arrogancia personal, sin sustento en sus capacidades, es exactamente lo contrario que se requiere para mantener unida una casa como Morena, donde todos creen tener méritos para cualquier cargo.
En una entrevista reciente, Mario Delgado acusó de traidores al Verde y al PT por llevar candidato propio en Coahuila, y los amenazó con dejarlos fuera de la coalición encabezada por Morena en las elecciones presidenciales.
¿Lo ven? Un plomero.
Delgado nunca ha sido político. Aprender a traicionar principios y a personas no gradúa de político a nadie.
Cómo que amenazar al Verde y al PT, sus aliados indispensables en la boleta y en el Congreso.
La derrota de Morena en Coahuila, por la ruptura de la coalición, va a encarecer el precio del PT y del Verde. Sin ellos el partido que encabeza Mario Delgado difícilmente retendrá la Presidencia el próximo año.
El dirigente de Morena, por instrucciones superiores o acuerdos personales, le tiende la cama a Marcelo Ebrard para dejarlo fuera de la candidatura presidencial.
Una encuesta para la candidatura de Morena, sin que renuncien a sus cargos las cuatro corcholatas, es ponerle una zancadilla al secretario de Relaciones Exteriores.
Con presupuesto público –o peor, de procedencia desconocida–, se borran bardas de Ebrard y aceitan la maquinaria de propaganda para que la jauría morenista lo destace en redes sociales.
Las decisiones de Delgado, tomadas en Palacio Nacional, no han sido compartidas con Ebrard, quien dice que se entera de ellas a través de los periódicos.
El escenario que se perfila para Morena en Coahuila se puede repetir a nivel nacional por la incompetencia de Delgado para operar la decisión que tomó el jefe real del partido.
Con Ebrard fuera de la contienda morenista por falta de piso parejo, la credibilidad del proceso selectivo en el partido gobernante se va a pique.
Un paso más allá: rota la coalición obradorista, y con el canciller candidato por un tercer partido, estaríamos en presencia de una contienda real, con observadores internacionales, de la que Ebrard muy probablemente saldría victorioso.
No hay que olvidar que, en la boleta, por Morena no aparecerá López Obrador, sino que habrá una corcholata.
A partir del lunes 5 de junio vienen las rupturas y se rearma el tablero para la elección presidencial.
Los partidos estelares llegan a la recta decisiva con las dirigencias más alejadas de la sociedad que se recuerde.
Y será la sociedad la que va a elegir.