Uso de Razón

Se rompió el PRI

El éxodo de priistas es una tragedia para el PRI, para el bloque opositor y para un sector mayoritario de la población que está contra la pesadilla de odio que atenaza al país.

Era de esperarse. Tanto atropello de un personaje menor que llegó a la dirigencia nacional del PRI y se apropió de un partido histórico, no podía quedar sin consecuencias.

Ayer se fueron de ese partido más de 200 cuadros locales y cuatro senadores de peso, con carrera.

No son “renuncias”, sino una ruptura.

Se trata de dos exgobernadores, un exsecretario de Gobernación, una excanciller y una talentosa legisladora que le ha brindado la vida a su partido y a sus causas.

Una tragedia para el PRI, para el bloque opositor y para un sector mayoritario de la población que está contra la pesadilla de odio que atenaza al país.

Alito Moreno ha ofendido a miembros respetables de su partido y a periodistas que se juegan la vida en este momento aciago para la nación.

Echó toda su prepotencia encima del coordinador de su partido en el Senado, Miguel Ángel Osorio Chong, hasta que logró quitarlo del puesto.

A la expresidenta del PRI Claudia Ruiz Massieu le hizo públicas sus fobias tan infantiles como profundas, al grado de poner una minifoto de ella junto a los bustos de expresidentes del partido.

Desde la oposición se entiende, o de quien quiera, pero el presidente del PRI, Alito Moreno…

¿Descalificó a la hija de José Francisco Ruiz Massieu y sobrina del expresidente Salinas, que era su compañera de partido, senadora, exlíder del PRI?

¿Ninguneó groseramente al hijo de otro exdirigente nacional de ese partido y candidato presidencial, Luis Donaldo Colosio?

¿Fue agresivo y soez con el exrector de la UNAM y cuadro de lujo de ese partido, José Narro?

¿Al gobernador Del Mazo lo acusó de traidor al PRI por la derrota ante Morena en el Estado de México?

¿Desde la presidencia del PRI se ofendió públicamente a un Del Mazo, a Ruiz Massieu, a Eruviel, Narro, a un Colosio?

No se puede ir por el país y por los cargos partidistas insultando a medio mundo sin consecuencias.

Desde la ciudadanía y de otros partidos, desde luego que sí, ¿pero desde la presidencia del PRI?

Está listo el basurero para recibir las renuncias de quienes se quieran ir, dijo hace unos días.

En la vida, y desde luego en la política, “todo es personal”, diría Mario Puzo.

También hay razones de Estado, desde luego, y motivos superiores que sólo los estadistas captan. Alito no es de esos vuelos.

La posibilidad de impedir que continúe la destrucción del país en manos de Morena se puede truncar por la ambición personal de un dirigente al que le quedó grande el cargo.

Se apropió del PRI porque tiene mayoría en el Consejo Político y puso a los dirigentes estatales. Con eso en la mano cambió estatutos y se queda todo el sexenio al frente del Comité Nacional.

Le crecieron agallas hace 10 minutos, porque no tenía de otra: solo, sin alianza, el PRI muere. Morena no quiso, entonces vengan el PAN y el PRD.

Salvo Coahuila, por el trabajo del gobernador Riquelme y un muy buen candidato, Alito lo ha perdido todo.

Y ahora ha dividido al PRI por una obstinación personal.

Como dirigente de ese partido podrá poner a los candidatos a senadores y diputados leales a él en las listas que apoyarán PAN y PRD.

No le importó el fin superior: impedir que continúe la destrucción.

Los que se vieron obligados a romper –hasta por decoro personal tenían que irse– son políticos y los políticos no se retiran.

Han dicho que seguirán trabajando por la alternancia. Esto es, desde una trinchera donde no esté quien los dejó sin partido.

Pierde el PRI y pierde el Frente Amplio Opositor. También la ciudadanía.

Gana Alito en lo personal.

Pierde México.

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