Uso de Razón

Grandes empresarios, con Sheinbaum

Claudia Sheinbaum se reunió con empresarios, quienes plantearon sus preocupaciones en seguridad, Estado de derecho, crecimiento económico, medio ambiente y energía.

Los grandes empresarios van a lo seguro porque ya conocen el camino: apuestan su dinero por la candidata del estatismo para comprar protección, pues si gana la candidata de la democracia y la libre empresa no tienen de qué preocuparse.

El lunes se reunieron las cúpulas empresariales con la precandidata de Morena, Claudia Sheinbaum, a la que plantearon una serie de preocupaciones en seguridad, Estado de derecho, crecimiento económico, medio ambiente y energía.

Lo que trascendió de la reunión fue que, en el fondo, los empresarios preguntaron si con ella en la Presidencia va a haber cambio de rumbo o no.

Al finalizar la reunión, Sheinbaum y su equipo de prensa emitieron un boletín de dos cuartillas cuyo contenido encierra la respuesta: no.

La precandidata de Morena respondió, con palabras de su jefe, que no se preocupen sólo por el PIB sino también por “generar bienestar”, y luego una serie de vaguedades y verdades a medias.

Quizá la única diferencia con la política actual estuvo en el tema de la seguridad, en el que Sheinbaum mostró sus resultados en la Ciudad de México, donde puso al frente de la Policía a un policía que sabe, a pesar de los comentarios ácidos de su jefe.

El resto fue la misma verborrea que encubre el estatismo lopezobradorista: quitar campos de acción al empresario y al ciudadano común para dárselos al gobierno.

Nada de lo anterior va a impedir que varios de los organismos cúpula del sector privado sigan apoyando a Claudia Sheinbaum.

Sus líderes no toman en serio su papel, que va mucho más allá de los intereses de quienes los pusieron ahí.

Tampoco se respetan a sí mismos y optan por demeritar el peso de sus diferencias con el estatismo, el populismo, el derroche bíblico en tonterías, la autocracia, la amenaza constante a la libertad de expresión, el proyecto de aniquilar la independencia de poderes y obligar a 24 millones de niños a aprender a odiar.

Lo que interesa a algunas de las cúpulas es que siga el “capitalismo de cuates”.

No importa lo demás, y “lo demás” es el rumbo del país.

Todo está bien mientras sus grupos sigan como los grandes vividores del rentismo que les obsequia la discrecionalidad presidencial a la hora de comprar y de asignar contratos de obra pública.

O que les permitan, como a los bancos, ser los más rentables del mundo, sin prestar dinero más que a los mismos de siempre y a la población la ensartan con comisiones que no cobran en otros países, e intereses exorbitantes en las tarjetas de crédito.

Hasta ahora les ha funcionado muy bien a los dueños de los organismos cúpula que todo siga tal cual, y que con cada nuevo gobierno nazca una camarilla de beneficiados.

El gobierno actual se lleva las palmas en la creación de nuevos ricos y ha dejado de sorprendernos: 27 mil millones de pesos en contratos por asignación directa en la refinería de Dos Bocas, a una sola persona: el operador político de Adán Augusto López en Veracruz, recientemente fallecido.

Otros dos mil o tres mil millones (también Dos Bocas) de pesos por asignación directa al compadre de Rocío Nahle.

Más los negociazos con el dueño de Vidanta.

Y el robo de cerca de 15 mil millones de pesos en Segalmex.

O en la distribuidora de leche Liconsa, donde pusieron a un millón de personas inexistentes en el padrón de beneficiarios, para vender el producto y quedarse con el dinero de la leche que debía llegar a niños de escasos recursos.

Mientras ganen ahora y después venga el diluvio, varios de los grandes empresarios de México estarán con Sheinbaum e irán con ella por la vereda del socialismo estatista, empobrecedor, que anula el Estado de derecho y promueve la polarización social desde la niñez.

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