Uso de Razón

CDMX: cachorro contra cachorro

García Harfuch y Lía Limón tienen méritos propios, con galones ganados en sus tareas de gobierno. Le sumarían a sus respectivas candidatas presidenciales.

Si los partidos no usan la candidatura al gobierno de la Ciudad de México para consolar a sus burocracias lastimadas por perder la candidatura presidencial, veremos una contienda entre Omar García Harfuch y Lía Limón.

Cachorro contra cachorro.

El hijo de don Javier y la hija de Miguel Limón.

Ambos tienen méritos propios, con galones ganados en sus tareas de gobierno. Le sumarían a sus respectivas candidatas presidenciales, Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez.

García Harfuch es el mejor evaluado en el equipo del gobierno de la ciudad, por sus resultados al frente de la policía capitalina.

No vivimos en un edén de seguridad, pero si miramos alrededor veremos que la capital del país es una excepción porque se ha logrado contener la violencia criminal que desangra al país.

Cuando en casi toda la República se vivía en la zozobra por la guerra de la delincuencia contra la población, el procurador de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, realizó un espléndido trabajo que la población le reconoció con la votación más alta que haya recibido un candidato al gobierno de la capital.

García Harfuch no llega a los niveles de seguridad que dio Mancera en el gobierno de Marcelo Ebrard, porque ha sido un guerrero solitario, con escaso interés federal en el combate a los cárteles.

Pero tiene claro lo que hay que hacer y quiénes son los enemigos de la ciudadanía pacífica.

Heredó el pedigrí de su abuelo y de su padre, que no fue bueno ni malo, porque en las personas no aplican esas categorías. Don Javier fue un tipo derecho.

En Palacio Nacional critican a Omar García Harfuch porque se formó con Genaro García Luna. Esas son calenturas del Presidente que a la población de a pie le tienen sin cuidado.

Como decía Deng Xiaoping: no importa si el gato es negro o es pardo, lo que importa es que cace ratones.

Del Frente Amplio sobresale Lía Limón, por su trabajo de 24/7 para atender una alcaldía compleja como es Álvaro Obregón, por sus profundas disparidades sociales.

La policía de Álvaro Obregón cambió de rostro con la llegada de Lía Limón. Al cruzarse con una patrulla se tiene la certeza de que ahí van aliados de la ciudadanía y no potenciales asaltantes, como ocurría.

Recuperó el programa de Estancias Infantiles que abandonó el gobierno federal, atención a mujeres víctimas de violencia, asesoría legal y ayuda psicológica, y en la medida de las posibilidades de una alcaldía “blindó” Álvaro Obregón contra delitos de alto impacto.

Está en todo. De carácter fuerte, sabe callar ante reclamos groseros y actúa con firmeza cuando es preciso.

Tiene temple para la batalla, capacidad para ser una buena jefa de Gobierno, y fuerza para encabezar una campaña que le dé el triunfo a la oposición y votos a Xóchitl Gálvez.

Lía Limón cuenta con un recurso adicional: la experiencia y sabiduría de su padre, Miguel Limón Rojas, su consejero. Un ejemplo de eficacia y discreción en la administración pública, para cualquier tiempo.

Sus últimos cargos en la administración fueron como secretario de Educación Pública con Ernesto Zedillo a la salida de Fausto Alzati, y previamente subsecretario de Gobernación con Fernando Gutiérrez Barrios en el sexenio del presidente Carlos Salinas.

No hay una mancha en su larga carrera, virtud que su hija Lía ha sabido honrar.

La oposición está muy cerca de arrebatarle la CDMX a un grupo político que gobierna desde 1997.

Ganar la capital es la tercera prioridad para las dos formaciones políticas que van a la contienda de junio próximo, después de la Presidencia y del Congreso.

Se perfila un gran duelo: cachorro contra cachorro.

Va a estar bien. La ciudad saldrá ganando.

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