Las marchas de los miembros del Poder Judicial realizadas ayer mostraron dos elementos de la mayor importancia y una consecuencia no menor:
-Fue un error del gobierno y de los diputados de Morena eliminar derechos adquiridos por los trabajadores, al expropiar sus fideicomisos.
-La palabra del Presidente está devaluada.
-Veremos que los errores al final del sexenio se pagan caro, a diferencia de los que se cometen al inicio.
Además, ¿quién se lo iba a imaginar?
El primer gobierno que dice ser “de izquierda” en México quita derechos a los trabajadores, mientras fortalece al Ejército.
U ordenó quitarles el dinero para capacitación, complementos salariales, pensiones, ayuda para gastos médicos. Quince mil millones de pesos en total.
Hay un fideicomiso que es para mantenimiento de casas-habitación para jueces y magistrados cuando deben mudarse de ciudad por razones de trabajo.
Pero eso lo pagan ellos: sale del descuento por nómina de sus ingresos.
En el caso de ese fideicomiso en particular, se trata de expropiación. Es lo que han hecho el gobierno y su partido, Morena.
No son los ministros los perjudicados, sino los empleados.
Por primera vez hubo un paro nacional del Poder Judicial, y no fue en defensa de privilegios.
El mismo día que los diputados de Morena quitaban fideicomisos por 15 mil millones a los trabajadores, aprobaron un fideicomiso para la Secretaría de la Defensa por 120 mil millones de pesos.
“Es para el Tren Maya, una obra que beneficiará al pueblo”, justificó el Presidente.
Vamos a suponer que sí va a beneficiar al pueblo: ¿qué rayos tiene que hacer el Ejército en el Tren Maya?
Las Fuerzas Armadas controlarán 17 por ciento del presupuesto de inversión física en México: 888 mil millones de pesos.
Y ese dinero se maneja de manera discrecional. Está encriptado para que la ciudadanía no se entere de los pormenores del gasto.
Así gobierna esto que dice ser la “izquierda”.
Le quita derechos a los trabajadores por 15 mil millones de pesos, y le da 888 mil millones para gastos sin supervisión a las Fuerzas Armadas.
No es dinero para seguridad, sino para obras civiles.
Dijo a los empleados del Poder Judicial que les daba su palabra que la desaparición de los fideicomisos no les afectaría.
Obvio, no le creyeron.
¿Cuánto vale hoy la palabra de López Obrador?
Su palabra de crear un sistema de salud de primer mundo.
Su palabra de respetar la división de poderes.
Su palabra de crecer al 5 por ciento anual.
Su palabra de dialogar con todos los sectores (“todo por la razón, nada por la fuerza”).
Su palabra de encontrar a los normalistas de Ayotzinapa.
Su palabra de regresar al Ejército a sus cuarteles.
Su palabra de que la pandemia no nos afectaría.
Su palabra de gobernar para todos, para lo cual pidió licencia como miembro de Morena.
Su palabra de no gastar más de lo que tiene (en 2024 el déficit será de 4.9 por ciento del PIB. Es decir, gastará un billón 693 mil millones más de lo que ingresa).
Su palabra de no derribar un solo árbol en la construcción del Tren Maya.
Su palabra de gastar con transparencia, sin nada que ocultar.
Su palabra de apoyar a la ciencia y a la cultura.
Su palabra de reconciliar al país.
Su palabra de mantener las estancias infantiles.
Su palabra de no intervenir en los procesos electorales.
Su palabra de que la refinería en Dos Bocas costaría 8 mil 800 millones de dólares (el más reciente cálculo de Hacienda lo sitúa en 17 mil millones de dólares).
Su palabra de que el Tren Maya costaría 120 mil millones de pesos, y ya va en 500 mil millones de pesos.
Su palabra de apoyar al campo.
Su palabra de no usar la procuración de justicia para venganzas políticas.
¿Cuánto vale hoy la palabra de López Obrador?
Pero él se siente muy querido por el pueblo.
Tanto, que lo tienen que repetir a diario.
El viernes llevó a la conferencia matutina a una ayudante suya para que lo dijera en cadena nacional.
López Obrador: ¿Tú dónde trabajas?
Erika de la Luz Pérez: Soy de la Ayudantía de usted, señor Presidente.
López Obrador: ¿Y cómo se porta la gente con nosotros cuando vamos a la gira?
Su ayudante: ¡Ah!, maravilloso. Es maravilloso sentir toda esa emoción de toda la gente cuando saben que va a llegar el señor. Es una emoción tan impresionante que tienen porque se les ilumina la cara, una cara de esperanza cuando lo ven, cuando también nos acercamos nosotros a recibir las peticiones, a escuchar a la gente de todas sus necesidades, problemáticas, pues las personas al escucharlas, solamente al escucharlas, pues se sienten satisfechas de que nosotros recibamos la petición, se canalice. Y que el señor Presidente también, cuando recibe las peticiones, la gente maravillada al escuchar, al saber que el señor está recibiendo de que se le va a atender. Y, bueno, ustedes han visto en todas las giras cómo lo abrazan con mucho cariño.
Ocurrió el viernes. Luego de insultar a los miembros del Poder Judicial, como antes ha insultado a los médicos, a los periodistas, a los sacerdotes, a los científicos, a los académicos…
Este error le va a costar. Es fin del sexenio.