Buenos Aires.- Tiene el pelo cano, “setenta pepinos” (años), y a su edad Miguel no se explica “¿cómo un ministro de Economía se presenta a las elecciones con 140 por ciento de inflación?”, y piensa que “en cualquier país del mundo estaría preso un tipo que imprime billones de pesos que no valen nada, para ganar la Presidencia”.
Lo que mi contertulio del café Martínez no sabe es que su país está sentado en una bomba de mayor tonelaje que la inflación de 140 por ciento, que llegará a 200 a fin de año y que el próximo será, si bien les va, de 300 por ciento.
Argentina va a sufrir más, gane quien gane.
No hay manera que vuelva a crecer el pasto después de 20 años de populismo en un país.
Hubo un presidente no peronista en este periodo, Mauricio Macri, de derecha, que fue un fracaso. Por algún extraño resorte emocional de los votantes, en nuestros países sólo a los populistas se les perdona fracasar.
Macri es tóxico para los argentinos. No se vuelve a levantar. Pero, como apuntó con agudeza el periodista Diego Genoud de LaPoliticaOnline, “busca resucitar en el cuerpo de Milei”.
Ya puso sus alfiles en el equipo económico del candidato de ultraderecha, y las propuestas originales de Milei se desdibujan. La política impone precios a la hora de las alianzas, especialmente cuando no se cuenta con diputados suficientes, ni con gobernadores ni con intendentes, como es el caso de Milei.
En las elecciones primarias, celebradas el 13 de agosto, el ministro de Economía y candidato peronista Sergio Massa, y su contendiente de esa coalición (Unión por la Patria), sumaron entre ambos 27.8 por ciento de los votos y se ubicaron como la tercera fuerza política.
Dos meses y fracción después (22 de octubre), en la primera vuelta electoral, Massa subió al primer lugar con 37 por ciento de los votos.
¿Qué pasó en esos dos meses, para que el candidato oficialista, del tercero subiera al primer lugar?
La economía no mejoró y estallaron más escándalos de corrupción, espionaje y abusos en el gobierno y su partido.
Massa, ministro de Economía y candidato presidencial (en la práctica, es el presidente en funciones), sacó el librito de los populistas y lo puso en acción.
Un bono para quienes viven en la economía informal, otro tanto para los de la economía formal, para los jubilados y personas que reciben apoyos del gobierno a través de los programas sociales.
(“Seis millones de personas sostenemos a 40 millones que viven en negro”, la informalidad, quiere decir Miguel).
Devolución de 21 por ciento de las compras que hagan con tarjetas de crédito o débito. Quedan exentos de pagar ganancias (ISR) alrededor de un millón de empleados. Subsidio a créditos bancarios. Planes de jubilación anticipada.
El costo de esas medidas (que los argentinos llaman el Plan Platita) ha sido por 1.3 puntos del PIB.
¿De dónde saca dinero el gobierno para pagar? El ministro de Economía y candidato presidencial le ordena al Banco Central imprimir billetes. (Aquí el Banco Central no es autónomo como en México).
Para ganar las elecciones, Massa congeló los precios de los servicios públicos y del transporte colectivo (Metro, trenes, autobuses), congeló una canasta de medicamentos, se subsidia fuerte el precio de combustibles, el tipo de cambio oficial se amarró en 350 pesos por dólar (el dólar en las casas de cambio se compra a 900 pesos) y se renovó el acuerdo con las empresas para contener los precios de sus productos y no aumentarlos más de cinco por ciento.
(“Con el populismo se perdió la cultura del trabajo. Hicieron dos generaciones de vagos a los que les dan transporte gratis y de tanto en tanto les tiran un colchón, una nevera. ¡Tomá! Y los gordos –líderes sindicales y políticos– se morfan la guita de nosotros”, se comen nuestro dinero, quiere decir Miguel, que se enoja más con cada sorbo de expreso en el Martínez. Y no le falta razón).
Un litro de leche cuesta 66 por ciento más que un litro de gasolina. Y eso que Argentina produce leche e importa combustible.
Después de las elecciones, el diluvio. Si gana Milei, también.
El campeón mundial tiene perdido este partido. Su derrota es inevitable.
Una vez que pase la elección, los 50 mil productos incluidos en el programa (Precios Justos) quedan libres. Se vence el acuerdo con los empresarios. Es sólo para que el peronismo gane las elecciones.
(”Si gana Milei habrá un desastre, dicen, le comento a Miguel, que sonríe burlón: “Un desastre… ¿y esto qué es?”. Abre el periódico y lee entre rabia y risas: “Veinte litros de gasolina cuestan lo mismo que un kilo de uvas. Doscientos boletos del tren –suburbano– valen lo que cuesta una pizza. Ciento quince viajes en colectivo valen lo que un litro de helados… Y a usted le han dicho que con Milei podría haber un desastre”).
La inflación contenida artificialmente en este periodo electoral es de 56 por ciento, de acuerdo con especialistas citados en distintos medios.
Y la otra página del librito populista dice que hay que asustar a la gente de clases medias bajas y bajas, con el coco de que si ganan los contrarios les van a quitar los programas sociales y se van a morir de hambre.
Milei, el candidato opositor, tuvo la idea de aparecer con una motosierra en la campaña para decir que cortaría el exceso de gasto del gobierno. Eso fue tomado al vuelo por el peronismo: pusieron propaganda en lugares públicos con el cuento de que Milei quitaría los subsidios.
El candidato tuvo que guardar la motosierra y matizar lo que era, en los hechos, una declaración de guerra civil.
Leo el punto 3.0 del Programa Económico del candidato Javier Milei, Capital Humano: “Los argentinos que dependen de la asistencia estatal para sobrevivir son las víctimas del sistema. Hasta tanto la Argentina no haya adoptado el modelo económico de la libertad que permita la creación de riqueza, la generación de trabajo y el bienestar social, eliminar la asistencia social es un crimen. Esto aplica tanto en materia de planes sociales, como en salud, educación y demás”. (La versión íntegra se puede consultar en LaPoliticaOnLine)
Quien gane el domingo gobernará –si es que puede– un país cuyo PIB es 17 por ciento menor al de 2011. Tiene 12 años sin crecer. La consultora Empira, citada por el editor de Economía del diario Clarín, Daniel Fernández Canedo, señala cinco puntos de la herencia de Cristina, Alberto Fernández y Massa:
Reservas netas del Banco Central: negativas en 11 mil 500 millones de dólares. Deuda pública: 415 mil millones de dólares. Deuda comercial: 48 mil millones de dólares. Futuros vencidos: 23 mil millones de dólares. Brecha cambiaria: 160 por ciento.
Y no hay dólares.
Salgo del café, compro Clarín y La Nación, y pregunto al voceador quién quiere que gane el domingo:
“Todos son una mierda. Todos ellos. Y por mí que se vayan a la #%&= que los parió”.
-¿Qué diario me sugiere que compre, para entender? –pregunto.
“Todos mienten, ninguno se salva”, dice sobre lo que vende.
Ese es el ánimo.
(Esta columna se terminó de escribir antes del debate de anoche entre Sergio Massa y Javier Milei, donde el león se transformó en gatito).