Buenos Aires.- A ver si es duradero. Los primeros pasos del presidente electo Javier Milei han sido sensatos y apuntan a un esfuerzo serio por sacar a Argentina del barranco.
Aún sube el tono de voz de manera amenazante y gesticula para las fotos como un boxeador fascinado de su poder, pero sus decisiones van en otro sentido.
Pronto sabremos si Javier Milei era un cordero con piel de lobo o regresa a su esencia de hooligan de la política.
En un viaje secreto a Brasilia realizado este fin de semana, la futura canciller, Diana Mondino, fue a visitar a su homólogo Mauro Vieira para entregarle en mano la invitación para el presidente Lula a la toma de posesión de Milei el próximo 10 de diciembre.
También trascendió que el actual embajador de Argentina en Brasil, el peronista y exvicepresidente del país, Daniel Scioli, será ratificado en el cargo. Mejores señales para el vecino Lula, imposible.
Antes de viajar a Washington ayer lunes, el presidente electo explicó que su plan de choque en la economía implicaría recortes en todas las áreas del gobierno menos en los programas sociales, con lo que garantiza gobernabilidad.
Entregará el Ministerio de Seguridad a Patricia Bullrich, de centro-derecha y excandidata presidencial por el partido de Mauricio Macri (Pro), lo que fue un fuerte jalón de riendas a su vicepresidenta Victoria Villarruel, ligada a los militares golpistas de las épocas de las dictaduras, quien aspiraba a controlar Seguridad.
Diana Mondino, futura canciller, dijo en entrevista que eso de la ruptura de relaciones comerciales con Brasil y China fue parte de la “campaña del miedo” contra Milei, y que es muy probable que esos dos países “sigan siendo los principales socios, porque es donde ya están establecidos los lazos de confianza. Jamás hemos agredido ni pensado en modificar de ninguna manera este tipo de relaciones”.
Respecto a reducir el nivel de la representación diplomática en Caracas, Managua y La Habana –como hizo en su momento el presidente Macri–, la canciller de Milei mostró tener un punto de vista diferente:
“Romper relaciones con un país no ayuda a ese país a solucionar sus problemas. La intención es que tengamos una representación lo más completa posible. Si reducís el vínculo, ¿cómo ayudas a la población que está sometida?”.
El presidente electo, previo a su viaje a Estados Unidos, hizo precisiones relevantes:
Una vez que tome posesión el próximo 10 de diciembre, convocará a un periodo extraordinario de sesiones en el Congreso con la intención de que le aprueben un paquete de reformas económicas para hacer frente al enemigo número uno: la inflación.
De esa manera Milei aprovecha el “bono democrático”, o el “beneficio de la duda”, para atacar problemas estructurales de la economía argentina, en lugar de privilegiar la persecución al pasado como erróneamente hizo en México Vicente Fox cuando decidió no cambiar lingotes de oro (encarcelar priistas) por cacahuates (reformas con el apoyo del PRI). Al final no hubo ni lingotes ni cacahuates.
“Si no podemos sortear el escenario de la hiperinflación, la pobreza se dispararía al 95 por ciento”, dijo.
Por cierto, el presidente saliente (el peor en 40 años de democracia), Alberto Fernández, deja como huella una inflación acumulada cercana al mil por ciento en su gestión (de cuatro años), y se dice “defensor de los pobres”.
El primer tema práctico a arreglar, dice Milei, son los Leliq (Letras de Liquidez), consistentes en pagarés que emite el Banco Central, con tasas de interés de 150 por ciento o más para los bancos, a fin de que éstos capten ahorros en pesos. Actualmente ascienden a 23 billones de pesos (a 350 pesos el dólar oficial). La idea es negociar con la banca comercial para cambiar los Leliq por bonos de largo plazo y a tasas inferiores.
Milei va a “privatizar todo lo que se pueda privatizar. La función del Estado no es ser empresario. El problema con el Estado es que cuando pierde plata te pasa la cuenta”.
Las transferencias discrecionales de recursos a las provincias (estados) se cortan: “No hay plata. No te puedo dar lo que no tengo, para después darme vuelta e ir al Banco Central e imprimir dinero”, dijo a los gobernadores, que sólo tendrán recursos para pagar sueldos.
No hay plata, es la verdad. Sólo deudas e inflación producto de imprimir billetes en el Banco Central, que aquí no es autónomo como en México desde abril de 1994.
“La única billetera que está abierta es la de Sandra Petrovello (próxima ministra de Capital Humano, que tiene a su cargo los programas sociales). Es la única que puede gastar más. No sabemos cuánto tiempo va a durar esta transición hasta que estabilicemos la economía, y eso no lo podés hacer sin contención social”, dijo Milei en la entrevista.
A ver qué tal le va. O, mejor dicho, qué tal les va.