Pocas mujeres en la historia nacional han tenido la responsabilidad que hoy carga Xóchitl Gálvez: evitar el advenimiento de un régimen basado en el control de las libertades individuales por la mano de una sola persona.
Una persona que dice que ya no se pertenece y que gobernará el pueblo.
Si Xóchitl no gana en junio, los tribunales de justicia pasarán a ser dirigidos por el partido gobernante, Morena.
Las elecciones las controlará ese partido para perpetuar en el poder a un régimen iliberal.
Y el combate a la corrupción será encabezado por un zar que no le responderá a la sociedad sino a la presidenta, que lo va a nombrar y a quitar.
De ese tamaño es la tarea de Xóchitl: ganar la Presidencia para evitar el fin del país de libertades que, bien o regular, hemos construido.
Responsabilidad suya es ganar el voto ciudadano y convencer a los indecisos de lo negativo de ese nuevo régimen que tenemos a las puertas.
Sí, es responsabilidad de todos los que entienden lo que se juega en junio explicarlo, pero la abanderada es ella.
La primera traba para ganar es la intervención ilegal del Presidente en la campaña.
Hay 35 resoluciones de las autoridades electorales que exhortan al Presidente a actuar dentro de la Constitución.
AMLO se ha apartado de ella con su conducta que no guarda la imparcialidad a la que está obligado.
El Presidente no puede ser sancionado más allá de eso, un exhorto, porque tiene fuero.
Xóchitl y los partidos que la postulan podrían, en caso de perder, demandar la nulidad de la elección al TEPJF. Pero el Presidente ya advirtió que eso sería “soltar varios tigres”.
No sabemos qué hará Xóchitl en caso de perder, pero la legitimidad de la elección es abollada casi todos los días por la intervención del poder público, obligado a la neutralidad.
El domador y movilizador de los tigres amenaza con soltarlos, en centenares de ocasiones ha hablado de “golpe de Estado”.
La carga que hay en los hombros de la ingeniera hidalguense es gigantesca.
Xóchitl tiene otro obstáculo para ganar: el uso clientelar de los programas sociales.
La encuesta de EL FINANCIERO que se publicó el lunes es reveladora. La ventaja que tiene la candidata oficialista se finca en el voto de los beneficiados por los programas sociales.
En realidad no son programas sociales, sino reparto de dinero sin metas ni condiciones a desempeño escolar, laboral, o destinado a la compra de artículos de primera necesidad.
Es reparto de dinero a expensas de la educación y de la salud pública.
Treinta millones 700 mil personas reciben dinero sin compromisos, más que votar por Morena.
Veintitrés mil ‘servidores de la nación’, es decir empleados públicos obligados por ley a guardar imparcialidad electoral, llevan cinco años recorriendo el país en la elaboración de censos para repartir dinero condicionado al voto.
Es algo de una dimensión “nunca antes visto”, acusó un precandidato presidencial de Morena.
¿Cómo se le gana a una maquinaria de ese tamaño?
Xóchitl y su equipo lo sabrán.
La población, haciendo lo suyo: votar.
Con la ley en la mano, se podrá decir en caso de que el proceso no concluya apegado a las reglas básicas.
De ganar las elecciones la candidata de oposición, el reto ya no será sólo para ella, sino una prueba de fuego a las instituciones que deben asumir su papel con rectitud y valentía: Xóchitl debe tomar posesión el 1 de octubre de este año.
Su principal reto no será la economía, donde hemos perdido dinero y sobre todo hemos perdido tiempo.
El reto será unir a una población polarizada, a la que le inocularon el resentimiento social y se le enseña a odiar a otros mexicanos desde la primaria.
Sin unidad básica será prácticamente imposible concretar un programa de seguridad pública que comprometa el apoyo de una amplia mayoría, de todos los colores políticos.
El tejido social está corroído por el cáncer del narcotráfico y los delitos colaterales. Hay una economía que gira en torno al narco. Crece, gana terreno, se asume como un hecho natural e inevitable.
Sin autoridad que nos regrese a márgenes razonables de seguridad personal y patrimonial, perderemos el país.
Ese será, nada menos, el reto de la presidenta Gálvez.
Además, dotar de sensatez y visión de futuro a las políticas públicas de salud, educación, infraestructura, medio ambiente, mejorar el sistema de impartición de justicia.
Enorme la carga que se echó encima Xóchitl Gálvez.
Impedir la instauración de un régimen que se perfila bastante parecido al totalitarismo.
Sola no podrá.
Quienes ven el problema tienen la palabra.