Uso de Razón

Ecuador, el agravio y la farsa

De manera merecida, el gobierno ecuatoriano se llevó la condena enérgica de la OEA por el asalto a la Embajada de México en Quito. Pero hay ropa sucia que lavar en casa.

El gobierno de Ecuador violó la soberanía de México al entrar por la fuerza a la sede diplomática en Quito. El presidente Daniel Noboa debe disculparse y devolver al preso, porque realizó un acto ilegal de suma gravedad.

Dicho lo anterior, lavemos en casa la ropa sucia.

Nuestras embajadas no pueden ser recintos para el refugio de cuatreros.

Inadmisible es que AMLO haya reaccionado agresivamente al señalamiento de la posible implicación del Cártel de Sinaloa en el crimen del candidato Fernando Villavicencio.

Haber dejado crecer a los cárteles de Sinaloa y Jalisco es y será un peligro para el prestigio de México en el mundo.

Por defender la imagen de esos cárteles nos peleamos con presidentes de países amigos.

Nuestro Presidente especuló de manera irresponsable con la hipótesis de que a Villavicencio lo pudo matar la derecha ecuatoriana para que no ganara la candidata del correísmo.

En otras palabras, lo que insinuó López Obrador es que Daniel Noboa ganó la Presidencia gracias a un asesinato.

¿Qué tiene que hacer el Presidente de México con hipótesis de complots políticos en el asesinato de un candidato presidencial en una nación hermana?

AMLO exige sanciones contra Ecuador porque se metió a nuestra embajada a sacar a un delincuente. Hace bien el Presidente.

Pero rechazó sancionar a Rusia cuando invadió Ucrania, pisoteó el derecho internacional, la vida, la libertad y la infraestructura de un país soberano.

Los dirigentes morenistas se envuelven en la bandera por la agresión a la embajada y acusan de “vendepatrias” a quienes cuestionan la injerencia de AMLO en los asuntos internos de Ecuador.

Muy patriotas ahora, pero callaron cuando nuestro Presidente fue a la Casa Blanca a darle las gracias a Donald Trump “por haber sido respetuoso” de México y los mexicanos.

Jorge Glas, el exvicepresidente de Ecuador que estaba en la embajada, estuvo seis años preso por recibir sobornos de Odebrecht.

No es un perseguido por sus ideas o actividades políticas.

Era perseguido por la justicia ecuatoriana por delitos del orden común.

Los hechos:

El conflicto diplomático empezó al día siguiente del asesinato del candidato presidencial ecuatoriano Fernando Villavicencio.

El crimen ocurrió el 9 de agosto.

Días antes (31 de julio) Villavicencio reveló que fue amenazado de muerte por el líder del grupo criminal Los Choneros, Adolfo Macías, alias el Fito, a quien las autoridades ligan con el Cártel de Sinaloa.

Villavicencio tenía como una de sus banderas de campaña enfrentar “a las mafias políticas que están vinculadas al narcotráfico”. Y lo mataron.

El presidente de Ecuador apuntó al crimen organizado (efectivamente así fue) como responsable del asesinato, y en particular al grupo filial del Cártel de Sinaloa.

Al día siguiente del asesinato, 10 de agosto, el presidente López Obrador salió a tratar de desvincular al Cártel de Sinaloa de las sospechas que hizo públicas el presidente y la prensa ecuatorianos.

“Me llama la atención que de inmediato empiezan a repartir culpas de manera muy sensacionalista, y poco seria y poco responsable, en autoridades y medios de información, que en la mayoría de los casos son de manipulación, no medios de información”.

Fue una declaración absolutamente innecesaria.

El Cártel de Sinaloa no es una empresa mexicana respetable, formal.

Es un complejo criminal transnacional que, junto con el de Jalisco Nueva Generación, son los capos mundiales del trasiego de drogas y jefes de mafias en cuatro continentes.

Las pesquisas llevaron a la detención de los autores materiales del homicidio, seis colombianos integrantes de la banda de Los Lobos, apadrinados por el Cártel Jalisco Nueva Generación.

“No especular”, “afirmaciones irresponsables”, “poco serias”, “no hay elementos (para acusar al CS)”, son “hipótesis y hasta pueden ser conjeturas”, le reprochó AMLO al mandatario de Ecuador y a los medios de comunicación en ese país, al día siguiente del crimen.

Agregó el presidente López Obrador: “No hay que olvidar que siempre, y más en tiempos electorales, se inventan cosas”.

Eso, el 10 de agosto, 24 horas después de que el candidato Fernando Villavicencio recibió tres tiros mortales al finalizar un evento de campaña.

¿Prudencia? ¿No especular? ¿No hacer conjeturas?

En la mañanera del 3 de abril de este año el presidente de México soltó esta calumniosa insinuación: “Hubo elecciones en Ecuador, iba la candidata de las fuerzas progresistas como 10 puntos arriba, 10 puntos. Como tres, cuatro, cinco candidatos más. Entonces, un candidato que habla mal de la candidata que va arriba de repente es asesinado, y la candidata que iba arriba se cae, y el candidato que iba en segundo sube. Pero la candidata que queda después de este asesinato como sospechosa sigue haciendo campaña en circunstancias, considero, muy difíciles porque imagínense a todos los medios, pero ella sigue y sigue y sigue”.

Ante el reclamo de la familia del candidato asesinado, el presidente ecuatoriano declaró no grata a la embajadora de México.

En respuesta, al ‘huésped’ Gras México le concedió formalmente asilo.

Y Noboa reaccionó con la toma de la embajada para llevarse detenido a Gras, con lo que violó tratados internacionales.

De manera merecida, el gobierno ecuatoriano se llevó la condena enérgica de la OEA.

Pero hay ropa sucia que lavar en casa.

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