La andanada verbal del Presidente contra los habitantes de la Ciudad de México por haberse derechizado y otros calificativos es la mejor señal de que su partido va a perder la capital del país.
Ya lo percibió. La población quiere un cambio. Su candidata va a perder.
Como un balde de agua fría en la espalda de Clara Brugada han de haber caído los ataques de López Obrador a los capitalinos que, en su opinión, ya cambiaron de preferencia política.
Extrañan los argumentos del Presidente al justificar por anticipado la derrota el 2 de junio, porque no tienen relación alguna con la realidad.
Para descargar un enojo de ese calibre contra los capitalinos, seguramente tiene información de que la candidata morenista va a ser derrotada dentro de tres semanas.
Afirmó en la conferencia matutina del miércoles que la razón es que en la CDMX es donde hay más clase media, y porque aquí viven López-Dóriga, Ciro Gómez Leyva y Javier Alatorre, entre otros comunicadores.
Hasta donde sabemos siempre han vivido aquí. Y también existe una clase media más fuerte que en otras entidades del país.
De alguna manera tiene que justificar un error personal. El ‘gran estratega’ se equivocó al bajar de la candidatura de Morena a la Ciudad de México a Omar García Harfuch e imponer a quien quedó más de 20 puntos abajo en la encuesta que levantó ese partido.
La acusación de que la CDMX se “derechizó” y “es la sede de los fifís” carece de sustento, porque la composición social es la misma que llevó al poder a los gobiernos de izquierda desde 1997.
Hay, en efecto, un cansancio acumulado por la mala gestión de Morena en la ciudad, que se expresa en miles de muertes por negligencia, caída en la calidad de los servicios y desastres atribuibles a la corrupción en obras de transporte.
No hay ninguna razón, más que la negligencia, de que en la Ciudad de México se haya tenido una de las peores gestiones para atenuar el azote mortal de la pandemia, mientras el estado vecino, y con una composición sociodemográfica similar, el Edomex, haya sido de los que mejor respuesta dieron para proteger a la población durante el covid.
Esas fallas no pasan desapercibidas para los ciudadanos.
Imposible es no darse cuenta que la escasez de agua en amplias zonas de la capital se debe, más allá del fenómeno natural de la sequía, a la falta de obras hidráulicas. Agua hay, y mucha.
A la vista de todos los que quieran ver están las fugas de agua potable, por donde se va 40 por ciento del suministro.
¿Y las obras para reparar y cambiar tuberías? Fueron en el mismo tenor que las medidas destinadas a proteger la vida de la población ante una pandemia que afectó a todo el mundo, pero causó más muertes en México y, de manera sobresaliente, en la ciudad que gobierna Morena.
La negligencia del grupo político que aspira a seguir gobernando la capital ya hartó.
Se les cae el Metro. Por todos los medios se les dijo lo que iba a suceder, y finalmente ocurrió el colapso de consecuencias fatales.
Morena privó a los capitalinos de un aeropuerto moderno, funcional, cercano y que no sólo iba a beneficiar a los que usan aviones, sino a toda una amplia zona de la ciudad que necesita un impulso de esas dimensiones para su desarrollo.
Cierto, el aeropuerto se construía en Texcoco, pero es un sitio conurbado a la Ciudad de México. Nos iba a liberar los terrenos del actual aeropuerto, con lo que, entre otros muchos beneficios, desahogaría el tránsito vehicular que viene de Iztapalapa. Actualmente es un embudo.
La seguridad, aunque se niegue, era mejor en el gobierno de Mancera que en el actual. Y si en alguna alcaldía ha aumentado de manera preocupante el índice de homicidios es en Iztapalapa.
Ahí donde ganó hasta un Juanito, nada más por estar cobijado por las siglas de la izquierda, ahora Santiago Taboada, candidato de oposición y de origen panista, es un fenómeno de conexión con la gente.
No se ha “derechizado” la ciudad.
No es un asunto de geometría política, sino de eficacia a la hora de gobernar.
La derrota de Morena en la Ciudad de México será responsabilidad de López Obrador, por imponer a Clara Brugada como una cuña a Claudia Sheinbaum.
Calculó mal. Lo hizo con los viejos reflejos de cuando mandó a Juanito a competir y ganó.
Ya no ganan con cualquier candidato o candidata.
AMLO ve venir la derrota en la CDMX. Y no quiere asumir la responsabilidad: empieza a culpar a los votantes porque son fifís, se han aburguesado, y otras expresiones sin sentido.
Por lo visto, ya rindió la plaza.