El brazo violento del obradorismo magisterial, la CNTE, inició ayer un paro y plantón en el Zócalo capitalino con el fin implícito de boicotear la gran manifestación opositora del domingo.
Tomaron el Zócalo y pusieron un plantón indefinido por el miedo del gobierno federal y su partido a la manifestación del domingo.
Llegaron los profesores de la CETEG de Guerrero, maestros de molotov y cachiporra, a la Ciudad de México.
Y vienen más, con carpas y casas de campaña a impedir la manifestación en favor de Xóchitl y de Taboada.
Ya se movilizó parte de la Sección 9, de la capital del país: 80 mil maestros estarán en paro, de los cuales 16 mil se instalarán en el Zócalo, dijo el líder de la sección de la Ciudad de México, Pedro Hernández.
También vienen en camino maestros de la CNTE de Oaxaca.
De Chiapas, unos 60 mil más se unirían al paro, y parte de ellos llegarían al plantón, de acuerdo con Yenny Pérez, de la Sección 22.
La reportera Diana Benítez informó ayer que los maestros se reunirán hoy por la mañana con el presidente López Obrador, de quien esperan “respuesta puntual” a sus demandas.
Depende de los resultados definirán “las acciones conducentes”, dijo la dirigente.
Es obvio: se gesta un boicot al mitin de la oposición.
López Obrador debe desarticular esa provocación.
Ellos crearon al monstruo y lo deben regresar a la botella mañana mismo.
Se espera que este domingo ocurra la manifestación más grande en el corazón político de México, en apoyo a la candidatura presidencial de Xóchitl Gálvez.
Tienen razón el gobierno y Morena en preocuparse ante la posibilidad de un Zócalo a reventar, con calles aledañas llenas de personas que coreen el nombre de la candidata de la oposición unida y de la sociedad civil que la respalda.
De darse, como es muy posible que ocurra, el ánimo para el sprint final de la carrera presidencial estará del lado de Gálvez y desatará un tsunami rosa a nivel nacional.
La manifestación puede marcar de manera irreversible el triunfo opositor el 2 de julio.
Habrá manifestaciones de manera simultánea en 82 ciudades, pero la que tiene capacidad de dar un vuelco a la elección es la del Zócalo de la Ciudad de México, con el grito que retumbe en el Centro Histórico.
La quieren boicotear.
Una combinación de hechos emblemáticos del domingo puede ser el punto de quiebre de esta elección presidencial.
Por la mañana, una manifestación sin precedentes de la oposición en la capital del país, con las imágenes en redes y en los medios de comunicación internacionales.
Y por la noche, una nueva victoria de Xóchitl sobre la candidata presidencial de Morena sería una conjunción virtuosa para el bloque opositor.
El gobierno y su partido ven la posibilidad de un vuelco en la elección y toman medidas para cerrar la puerta que podría abrirse el domingo.
La CNTE, ese viejo pero eficaz instrumento de movilización callejera y de vandalismo del actual grupo gobernante, entró en escena para boicotear la manifestación opositora.
Integrantes de la organización se instalaron frente a Palacio Nacional para demandar aumento salarial de 100 por ciento y derogación de la Ley del ISSSTE.
Lo burdo de la maniobra es el pretexto empleado por la coordinadora para instalarse en plantón en el Zócalo de la capital del país: porque el presidente López Obrador invitó a una cena a los dirigentes del SNTE con motivo del Día del Maestro y dejó fuera a la CNTE.
Los maestros que ayer tomaron el Zócalo son los del estado de Guerrero (CETEG), que en voz de su dirigente, Héctor Torres Solano, dieron a conocer huelga y “plantón indefinido” en la plancha donde dentro de tres días hablarán Xóchitl Gálvez y Santiago Taboada.
De sobra es conocida la violenta belicosidad de la CETEG, que a la menor señal quema automóviles, asalta edificios y destruye mobiliario.
Vienen de la CNTE de Oaxaca, Chiapas y de la Sección 9 de la Ciudad de México.
Se entiende ahora la obstinación del Presidente de tener a Félix Salgado Macedonio al frente del gobierno del estado de Guerrero.
Ya captamos por qué, ante la inhabilitación de Salgado Macedonio, López Obrador puso como gobernadora a la hija de éste, sin experiencia de gobierno.
Si hoy el Presidente no desactiva esa grosera provocación, habrá dado la señal de que soltó el tigre antes de las elecciones para evitar la derrota.
“Aún no hemos visto al peor López Obrador”, me dijo ayer por la mañana Guadalupe Acosta Naranjo, un viejo conocido suyo.
Ojalá se equivoque y prive la sensatez.