Todos supimos con décadas de anticipación quién era Andrés Manuel López Obrador y a pesar de ello muchos votaron por él, marcharon con él, hicieron ronda con él. Transigieron con su autoritarismo y demagogia por interés, por descuido, ingenuidad, o porque compartían fobias con él.
Ahora presenciamos la destrucción de las instituciones de la República y la instauración de una tiranía.
El lunes a la medianoche se cierra un ciclo y comienza otro.
Una nueva realidad de la que sabemos poco, porque se da en el marco de una reconfiguración constitucional, reconfiguración de las relaciones del poder con la sociedad civil y de los ciudadanos entre sí.
Lo que sí podía saberse es que llegaríamos a este punto si López Obrador lograba alcanzar la presidencia de la República.
Para cerrar este ciclo (al menos el personal), recuerdo algunas columnas que escribí hace más de veinte años, sobre el personaje que destruyó la democracia y el Estado de derecho en nuestro país.
El 14 de marzo de 2001 un juez otorgó a la empresa propietaria del predio El Encino, en Santa Fe, la suspensión definitiva “para el único efecto de que las autoridades responsables paralicen los trabajos de apertura de las vialidades del predio El Encino… así como para que se abstengan de bloquear y cancelar los accesos al predio de la quejosa” (resolución del juicio 1-862/2000).
Karina Soriano, reportera de Crónica, acudió al Encino y publicamos, el 29 de octubre de ese año (2001), las fotografías y notas de maquinaria que seguía los trabajos pese al amparo, que “incluso hay una máquina de excavaciones y una caseta de vigilancia con elementos de la policía auxiliar que impiden el acceso”.
Publicamos que el artículo 66 del Estatuto de Gobierno señala que contravenir un acto jurisdiccional de uno de los poderes de la Unión (el amparo definitivo) es una “causa grave” que ameritaba la remoción de AMLO como jefe de Gobierno.
El gobierno y la Cámara de Diputados tardaron más de tres años en actuar, lo desaforaron y López Obrador los dobló con movilizaciones.
Negro porvenir, fue el título de mi columna el 2 de mayo de 2005:
“La historia se ha repetido.
“El Estado claudicó ante la provocación y otra vez sacrifica la ley para satisfacer el afán de poder del mismo personaje.
“Viene, pues, una negra y larga noche para la República.
“Vicente Fox acaba de cambiar unas semanas de aplausos por décadas de oscuridad para el país. Paco Calderón dibujó el jueves al presidente de la República vestido como un lord inglés que en su mano traía la Ley AMLO, al tiempo que decía ‘paz para nuestro tiempo’. Al pie del dibujo, junto a su firma, con un moño negro, puso ‘esta película la vi’.
“Lo que el gran caricaturista de Reforma estaba recordando era el pacto de Múnich, luego del cual el primer ministro de Gran Bretaña regresó a Londres y dijo: ‘les traigo la paz’, luego de dar carta blanca a Hitler para invadir los Sudetes, en Checoslovaquia.
“Toda proporción guardada, así de negro es el panorama que le espera a México después de la capitulación del presidente para contentar a López Obrador, apaciguarlo y frenar la campaña periodística en su contra.
“Le regalaron la cabeza de Macedo de la Concha y le ofrecieron cambiar las leyes para no afectar sus propósitos personales.
“El panorama es negro por lo que significan señales como el asedio de perredistas al padre del ex subprocurador Javier Vega Memije en Guerrero.
“O por el acoso de simpatizantes de López Obrador a la mamá del presidente Fox en el rancho San Cristóbal.
“O por la golpiza que le dieron al fiscal del caso López Obrador y la forma en que el diario La Jornada ridiculizó la agresión.
“Esas son sólo algunas muestras de lo que se viene encima a los que se opongan a su voluntad cuando López y los suyos tengan todos los poderes en sus manos, la PGR y el Cisen incluidos.
“Pero lo alarmante va más allá de esas anécdotas que sirven para abrir los ojos. López Obrador no sabe vivir con los contrapesos propios de un sistema democrático.
“Él se asume como el intérprete único de la voluntad del pueblo.
“Lo válido no es lo que dice la ley, sino lo que él dice escuchar de la gente. Él dictamina qué expresión ciudadana es válida y cuál no.
“Derrotó a los tres poderes con marchas y amenazas de más movilizaciones. Cuando le estorban las instituciones las agrede y las doblega.
“Cuando le molesta la ley, la atropella.
“A la oposición en la Asamblea del DF la aplasta con una mayoría ignorante, pero incondicional a él.
“Cuando un medio de comunicación asume una postura crítica hacia su gobierno, exhorta a los trabajadores de este diario a boicotear la línea editorial.
“A la Comisión para la Transparencia Informativa la inutilizó llenándola de funcionarios de su gobierno y arrinconando a la consejera ciudadana (María Elena Pérez Jaén).
“No permite que nadie conozca los gastos de su gobierno en la construcción de obras viales.
“A Cuauhtémoc Cárdenas, su único contrapeso en el PRD, lo zarandeó el día de la marcha dejándolo atrás, a merced de sus incondicionales.
“Estamos, pues, en la antesala de un periodo oscuro para la nación. La biografía de López Obrador no es la de un demócrata.
“Es la de un violador sistemático no sólo de la ley, sino de reglas convenidas y pactadas.
“En su historia personal, López Obrador nunca ha aceptado los mecanismos de control que son propios de una democracia”.