Uso de Razón

Codazos en el gabinete

Las tribus de Morena nunca aceptaron a Omar García Harfuch como candidato a jefe de Gobierno de la Ciudad de México, con el cuento de que era hijo del exdirector de la Federal de Seguridad.

Los golpes entre los miembros del gabinete se ven desde un avión a 30 mil pies de altura, y para tener menos de dos meses de arrancado el sexenio son de no creerse, por lo evidentes, virulentos y prematuros.

Si así empiezan, a ver cómo acaban.

Dos son los secretarios de Estado que reciben el golpeteo de sus compañeros, como si estuviéramos en el quinto año de gobierno: Omar García Harfuch, de Seguridad Ciudadana, y Marcelo Ebrard Casaubon, de Economía.

Ayer lunes nos despertamos con una noticia publicada en la primera plana de un diario de circulación nacional, en la que se cuenta que la señora Annie Pardo, mamá de la presidenta Claudia Sheinbaum, fue espiada por la Dirección Federal de Seguridad hace unos 45 años.

Se respetan los criterios editoriales de cada medio para jerarquizar en su primera plana datos de espionajes menores, triviales, de los que fueron objeto todos quienes tuvieron actividad pública hace medio siglo atrás.

Lo que no puede pasar desapercibido es que en los últimos años en que la científica Annie Pardo fue espiada corresponden a la época en que la Dirección Federal de Seguridad era dirigida por don Javier García Paniagua, padre del secretario de Seguridad en el gabinete de la presidenta Sheinbaum.

En otro espacio de noticias y comentarios aparece una queja contra el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, por –supuestamente– invadir esferas de trabajo de la Secretaría de Relaciones Exteriores que encabeza Juan Ramón de la Fuente.

Esto último puede ser menor, producto del acomodo de los equipos previo a las negociaciones con el gobierno de Estados Unidos en el tratado comercial, siempre tan cercano a otras áreas sensibles de la relación bilateral que inevitablemente inciden y se tocan entre sí.

Lo curioso es que, en lugar de conversar entre ellos, los equipos de dos secretarías clave para la relación con el poderoso y –ahora– agresivo vecino del norte se manden codazos que cualquier lector medianamente informado puede detectar.

Distinto es el caso de los golpes al secretario de Seguridad Ciudadana, ya que hay una lucha de poder (sugiero leer la columna Estrictamente Personal de Raymundo Riva Palacio, publicada ayer en estas páginas) al interior del gabinete, por los alcances en el mando de los esfuerzos por rescatar la seguridad en el país.

Y también porque García Harfuch es un prospecto fuerte para la candidatura presidencial de Morena en el lejanísimo 2030, y actualmente tiene la confianza de la presidenta Sheinbaum para ayudar a resolver el problema número uno de la población.

Entonces, mientras esas disputas se dan, nos enteramos por una primera plana que la mamá de la Presidenta fue espiada por la Dirección Federal de Seguridad, que “documentó su activismo ‘comunista’ y pidió su cese de la SEP”.

Las tribus de Morena nunca aceptaron a Omar García Harfuch como candidato a jefe de Gobierno de la Ciudad de México, con el cuento de que era hijo del exdirector de la Federal de Seguridad.

Ese argumento es falso.

Varios fundadores de Morena, empezando por el jefe de todos ellos, entraron a militar en el PRI después de la matanza del 68, del Halconazo del Jueves de Corpus, y de la entrada de la policía a CU para romper la huelga en 1977.

Lo que hay se llama lucha por el poder, y tratándose de las tribus morenistas, ese es un ejercicio permanente.

En el sexenio anterior tenían un jefe, de cuya popularidad todos se colgaban para mantenerse con vida política y aspirar a algo más.

Ahora los pleitos y golpes dañan la funcionalidad respecto a los dos retos inmediatos y vitales que tiene el país: seguridad y relación con Estados Unidos.

Lo más delicado es que revelan que las tribus morenistas y grupos de ambiciosos en las primeras líneas del gobierno ven una presidencia débil y que manda la ley de la selva.

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