Las prioridades de un gobierno no están donde indican los discursos, sino donde se pone el dinero.
El presupuesto para 2025 nos señala que la educación no es prioridad. Tampoco la salud, ni la defensa de los mexicanos en Estados Unidos ante el vendaval que viene, ni la protección del medio ambiente ni el crecimiento económico.
La apuesta del gobierno federal está en dos objetivos: uno, conservar a sus clientelas electorales mediante subsidios generalizados, directos y sin objetivos focalizados y medibles.
Dos, seguir pagando los elefantes blancos e inútiles del presidente anterior, que son ejemplo mundial de despilfarro, irracionalidad económica y atropello al medio ambiente.
Capítulo aparte merece el supuesto error con respecto al recorte presupuestal a la UNAM, al Politécnico y a la UAM.
El documento entregado por la Secretaría de Hacienda a la Cámara de Diputados lleva un recorte de 5 mil 360 millones de pesos a la UNAM, 2 mil 100 millones al IPN y mil 300 millones de pesos a la UAM.
Fue por error, dijo la dependencia cuando reaccionaron los rectores. ¿Cómo que un error? ¿Falló el programa de las computadoras de Hacienda? ¿No se fijaron y los recortes los hizo un duende?
Más delicado aún: en la Presidencia de la República ¿no leyeron el presupuesto antes de mandarlo a la Cámara de Diputados?
La promesa es corregir el error y que se mantenga el presupuesto del año pasado, más el 3.5 por ciento calculado de inflación para 2025.
Es decir, con todo y la corrección, el crecimiento real del presupuesto a las universidades públicas es de cero por ciento. Así fue durante el sexenio anterior: cero por ciento real.
Los argumentos de AMLO fueron una maraña de insultos y mentiras acerca de que la Universidad Nacional fue tomada por los neoliberales desde hace 36 años y que las autoridades son corruptas.
Ahora la presidenta Sheinbaum exigió a las universidades sumarse a “la austeridad republicana” y acotar su gasto, luego de que en campaña ofreció impulsarlas para aumentar su matrícula en más de 100 mil alumnos.
Para las Universidades del Bienestar, creadas por el presidente anterior, señaladas por especialistas como “un fraude a la educación” (José Narro, entre otros), no hubo recortes, sino incremento de 93 por ciento.
La prioridad es la simulación educativa para aparentar que se apoya “al pueblo” para prepararse.
La castigada fue la educación en general, pues en términos reales (es decir, descontando inflación) el presupuesto es 1.5 por ciento menor al del año pasado.
Así, el gobierno aumentará las entregas de dinero directo a las personas, pero le quita recursos a la educación y a la salud, entre otros rubros esenciales.
Lo que aumenta es la dependencia de la mayoría de la población de los subsidios del gobierno.
Como política social y de desarrollo es pésima, pero como inversión electoral ha mostrado su formidable eficacia.
Decenas de millones de mexicanos condenados a la ignorancia y a la carencia de servicios de salud decentes, reciben un dinero del gobierno que les permite sortear el día a día.
A eso en el gobierno le llaman “crecimiento con justicia”.
El presupuesto le otorga a salud 34 por ciento menos que el año anterior.
A la gran ventana para atraer ingresos, especialmente ahora que las exportaciones podrían verse afectadas por el proteccionismo de Trump, se le quita 13.7 por ciento de su presupuesto, que de por sí era raquítico. Se trata, ni más ni menos, que del rubro turismo.
De casi 40 por ciento es el recorte a medio ambiente. Ese es el hecho.
En la Cumbre del G-20 nuestra Presidenta propuso ayer destinar a reforestación 1 por ciento del presupuesto de los gastos militares. Esas son las palabras.
Y ahora que millones (sí, millones) de mexicanos en Estados Unidos estarán expuestos a una tragedia, con vejaciones en redadas y deportaciones arbitrarias, a relaciones exteriores le asignan un presupuesto 10.8 por ciento inferior al de 2024.
¿A dónde se va el dinero, además de los subsidios directos de los programas del Bienestar?
Al Tren Maya, inaugurado en repetidas ocasiones, se le van a inyectar 40 mil millones de pesos. Es decir, como se repitió hasta el cansancio, esa obra de contratos turbios y depredación del medio ambiente no va a dejar dinero, sino pérdidas.
En el otro tren que ya habían inaugurado (en un viaje de mentira), el que conecta a la Ciudad de México con el Aeropuerto Felipe Ángeles (AIFA), el gobierno va a gastar 25 mil millones de pesos el próximo año.
Cada uno de esos trenes, que deberían estar dejando utilidades al presupuesto, va a recibir más recursos que todas las obras hidráulicas y el mantenimiento de carreteras (20 mil millones de pesos en total).
A la refinería en Dos Bocas, que supuestamente entregaron produciendo, hay que inyectarle, en 2025, 136 mil millones de pesos.
El costo de la refinería, que iba a ser de 8 millones de dólares, lleva un costo acumulado (incluyendo el gasto para 2025) de 24 mil 370 millones de dólares, de acuerdo con las cifras del presupuesto analizadas por el economista Ramsés Pech.
Donde se pone el dinero están las prioridades.
Las del gobierno no son salud ni educación, sino el clientelismo electoral y las obsesiones antieconómicas, con cero beneficios sociales, del presidente anterior.