Nueva Era

Trump no se manda solo

Ordenar la migración es un mandato de las urnas en Estados Unidos. Eso no es rechazo al multiculturalismo ni a la diversidad étnica ni a la religiosa, sino exigencia de legalidad.

LVIV, UCRANIA.- Junto a la gigantesca estatua ecuestre del rey Danylo de Lviv, la gente pasa con las mismas dudas y comentarios que hay en todas partes sobre qué va a ocurrir en el mundo con Donald Trump en la Presidencia de Estados Unidos.

Va a hacer daño, va a alterar el orden mundial, pero tendrá límites y contrapesos.

No va a ser el presidente de un país aplastado por autoritarismo donde sólo vale la voluntad del Ejecutivo, aunque quiera.

Trump será presidente de un país con división de poderes.

Será presidente de un país con Estado de derecho.

Será presidente de un país con prensa libre.

Será presidente de un país con establishment militar consolidado y con peso a la hora decisiva.

Será presidente de un país que tiene una sociedad activa.

Dice que va a deportar a millones de migrantes, como nunca antes en la historia de su país. Veremos.

Hay estados cuya economía no funciona sin el trabajo de los indocumentados en ciertas áreas.

Veremos, porque la raíz del éxito de su discurso antiinmigrante es –me parece– distinta a la retórica que gana elecciones en Europa.

Aquí, por lo que leo, escucho y percibo, la savia antiinmigrante es el rechazo al multiculturalismo y a la consolidación de sociedades multiétnicas.

En Estados Unidos ese sentimiento no es la catapulta que llevó a Trump de regreso a la Casa Blanca, sino lo que perciben como inmigración ilegal descontrolada y que está asociada al aumento de los delitos.

Dice Trump que deportará a los inmigrantes ilegales que han cometido delitos en su país.

Pregunto: ¿hay algo de racismo en ese argumento?

¿O no debe expulsar de Estados Unidos a los pandilleros que están de manera ilegal y forman bandas de asaltantes?

¿No tiene derecho a poner orden en la frontera para evitar que personas entren ilegalmente a su país?

El voto latino en favor de Trump, ¿a qué se debió?

Ordenar la migración es un mandato de las urnas en Estados Unidos.

Eso no es rechazo al multiculturalismo ni a la diversidad étnica ni a la religiosa, sino exigencia de legalidad (con el voto en favor de la persona equivocada, pero ese es otro tema).

De ahí a que se violen derechos humanos y se cometan abusos hay un paso, pero en el discurso de ayer no disolvió el Congreso ni derogó la Constitución ni tomó por asalto el Poder Judicial.

Hay manera de defenderse de los abusos. Los abogados no tienen que pasarse al partido del presidente para ganar un juicio.

En el Capitolio, no todos los legisladores son borregos ni las iniciativas del presidente están ganadas de antemano.

Cuando Trump, en su primer periodo, quiso bombardear zonas de México donde se fabrican drogas sintéticas (en dos ocasiones lo planteó), el establishment militar y el gabinete de seguridad lo pararon.

La Corte y los contrapesos en el Legislativo, la sociedad y la prensa funcionaron en su primer periodo. No pudo llevar a cabo –como él la quería– la orden ejecutiva conocida como Muslim Ban, con prohibiciones de ingresar a Estados Unidos a ciudadanos de países musulmanes.

Iba a obligar a México a pagar el muro fronterizo, no pudo.

Quiso completar el muro en las 2 mil millas de frontera con México y sólo logró levantar 458. El Congreso le negó presupuesto.

Ahora los republicanos ganaron las mayorías en la Cámara de Representantes y en el Senado, pero la diferencia numérica no es amplia y Trump tendrá que negociar con los legisladores de su propio partido, que pasan facturas elevadas.

Gobiernos estatales, como California, Illinois y Nueva York, entre otros, han hecho saber que actuarán de manera independiente en temas como migración y cambio climático.

Tiene mayoría en la Corte, pero no será una excepción que sus integrantes se apeguen más a la Constitución que a la opinión del presidente cuando entren en conflicto.

¿No hay problemas con Trump entonces?

Sí, desde luego que lo hay. Muchos, para México.

La relación comercial está amenazada por los aranceles y el proteccionismo del nuevo presidente.

Relaciones Exteriores tendrá que emplearse a fondo y fortalecer la red consular con profesionales y no con grillos para defender a los mexicanos de los abusos que se cometan contra ellos.

La declaración de los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas es el precio que se paga por haberlos solapado, jugar al vivo con Biden y extorsionarlo.

De ninguna manera se puede permitir que Estados Unidos extienda su sistema jurídico a México. Es mejor colaborar, trabajar juntos y recuperar el sentido común: los narcos son enemigos de la sociedad mexicana y de la soberanía nacional.

¿Por qué se permitió que parte importante de la frontera sur del país sea territorio de cárteles de drogas y de tráfico de ilegales hacia Estados Unidos?

Eso está en manos del gobierno mexicano resolverlo.

Sí, claro que habrá problemas, aunque muchos de ellos se pueden atenuar con profesionalismo en el gobierno.

Los que, a juzgar por el discurso de Trump ayer, están en un callejón sin salida y desarmados contra la pared, son los que veo pasar junto a la estatua ecuestre de Danylo de Lviv. Pueden ser entregados a su torturador histórico, Rusia.

Estatua ecuestre del rey Danylo de Lviv, Ucrania [Fotografía. Pablo Hiriart ]

COLUMNAS ANTERIORES

Malabares de la izquierda hipócrita
La guerra del fin del mundo (como lo conocemos)

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.