No es común encontrar en México espacios que le dediquen exposiciones a trabajos que tienen que ver directamente con temáticas de género. Son contados y casi imperceptibles.
Es de notarse que ninguna de las instituciones o museos de arte contemporáneo haya tomado la temática como parte de su programa curatorial y que sistemáticamente la excluya de su discurso.
A mi parecer, el tema más importante a resolver en México es el de género, y tiene que darse desde la educación, desde lo sensible; tenemos que ser capaces de ir creando consciencia para poder construir un mejor país.
La situación generalizada de violencia surge desde muy temprano en patrones de agresión que tienen que ver con temas de género, de poder, de estar y sentirse sobre los otros ya sea sicológicamente o físicamente.
En la galería Parque se exhibe Feeding the Ghost, de Andrea Greyer, que surge de una clara temática queer y aborda, desde la investigación de fondo, cómo sistemáticamente el poder y las instituciones han decidido no nombrar, no mostrar, anular la investigación, la exhibición, la continuación y la aportación de distintas mujeres al discurso y complejo mundo del arte.
Mientras este tipo de anulación se siga dando, el trabajo consistirá en nombrar, en traer al frente, en mostrar y evidenciar lo que se ha querido aniquilar.
Como escribe Susana Vargas en el comunicado de prensa:
"En Feeding the Ghost (Alimentando al fantasma), la obra de Andrea Geyer se percata y le presta atención a casos en la historia que ella sabe que están escondidos, latentes, inadvertidos, y los vuelve evidentes y claros para nosotros. Geyer identifica a los fantasmas de las mujeres que fueron eliminadas de la historia y las trae al presente".
Lo que no se menciona no existe… Así ha sido la historia de las mujeres. Basta con no mencionarlas… Basta con no decir su nombre o no escribir su nombre, para eliminarlas y eliminar su labor.
Con un cuidado y hermoso montaje, en el nuevo espacio de Parque Galería Andrea Geyer muestra una serie de collages hechos a partir de imágenes de rostros de mujeres icónicas que hay que recuperar por el valor de sus aportaciones al arte y la cultura; una serie de telas con serigrafías de imágenes que circularon en los años 30, 40 y 50 y que fueron la manera inicial de comunicarse del mundo gay, sin ser necesariamente perseguido; imágenes que muestran sensibilidades paralelas y casi todas ellas anónimas. Un grupo de objetos surreales que remite a sueños, crines de caballos y escaleras que funcionan como una suerte de esperanza y escape de un mundo terrenal patriarcal y asfixiante.
De forma casi doméstica, Andrea Geyer nos muestra la dulzura de un mundo que ha tenido que esconderse, y que sistemática y conscientemente el sistema ha decidido no nombrar; no a gritos, sino a partir de un susurro, como el audio de su pieza/homenaje Feeding The Ghost (2018), a Chantal Akerman, como secuencia de la misma Akerman se nos devela, entre sueños e imágenes, ahí, ante nosotros, ante nuestra mirada, para hacerse presente y no quedar en el olvido, un mundo que subsiste y persiste a pesar de las intenciones del statu quo de anularlo.