Plaza Viva

El Jalisco de Alfaro

En Jalisco es necesario organizarse para que no vuelva a haber un gobierno sordo, indolente e incapaz, dice Pedro Kumamoto.

La semana pasada, Enrique Alfaro salió a anunciar que no buscaría ser candidato a la presidencia de la República y al mismo tiempo a declarar sus diferencias con la dirigencia nacional de Movimiento Ciudadano. Muchas interpretaciones y valoraciones ha tenido este mensaje, no obstante, se ha hablado muy poco de lo que esto significa para las personas que habitamos en Jalisco.

Desde aquí tenemos muy en claro que en algún momento Alfaro sí pretendió ser candidato a la presidencia, sin embargo, el desempeño de su gobierno no le dio las condiciones para hacerlo: no logró implementar políticas relevantes, se abrió frentes que no lo dejarían crecer y dejó de ser un actor conveniente para su partido a nivel nacional.

En este contexto, lo que más preocupa desde Jalisco son dos cosas. Primero que el diagnóstico del gobernador y su equipo sobre su propio trabajo esté tan alejado de la realidad, hay que decirlo: el Jalisco y el gobierno de los que habla Alfaro en su mensaje no existen. Y segundo, que el conflicto interno de Movimiento Ciudadano distraiga más al gobierno del estado de atender sus responsabilidades fundamentales.

Lamentablemente, los naranjas, bajo la justificación de “no ser Morena” (aunque en los hechos hayan sostenido un pacto evidente), se han permitido actitudes insensibles y decisiones irresponsables que afectan de manera directa la vida de millones de personas en nuestro estado. Ejemplos sobran.

Según datos oficiales, desconocemos el paradero de casi 15 mil personas en el estado. Un dato más: cuatro de cada diez casos del total de desapariciones en Jalisco se han registrado a partir del 6 de diciembre de 2018, día en que Enrique Alfaro asumió la gubernatura del estado. A pesar de esta crisis, el gobierno ha recortado los recursos para labores de seguridad pública. En el 2023, las instancias encargadas de la seguridad, procuración e impartición de justicia cayó en casi 1.0 por ciento en términos reales, a pesar de que el presupuesto total del estado subió en 10 por ciento.

El manejo de las finanzas tampoco ha sido su fuerte. En 2018, Alfaro recibió el estado con una deuda de 23 mil 214 millones de pesos. Casi cinco años después, el estado debe 32 mil 80 millones de pesos: un incremento del 40 por ciento. A pesar de estos nuevos pasivos, no hemos visto mejoras en nuestra calidad de vida. También ha habido mucha opacidad en el manejo de los recursos públicos. El caso más sonado es el del famoso Fideicomiso Fondo Verde, el cual se llena con los pagos que las y los automovilistas tapatíos hacen para llevar a cabo pruebas medioambientales a sus vehículos. Tan sólo en 2022 a este fideicomiso le llegaron 151 millones de pesos, más otros 180 en lo que va del año. No sabemos nada sobre estos recursos y por más que hemos solicitado información al respecto, se nos ha negado su acceso de manera sistemática.

Contrario a lo que dicen, el medio ambiente no les preocupa. Según la Comisión Nacional Forestal, hasta junio de este año Jalisco lleva una cantidad récord de mil 242 incendios (el mayor número de todas las entidades y un sexto del total a nivel nacional) que han arrasado casi 150 mil hectáreas. No se ha hecho nada por combatir la emergencia climática ni por cuidar del patrimonio natural de las y los jaliscienses.

Y mientras todo esto sucede, el gobierno y el gobernador de Jalisco han dedicado los últimos meses a promocionar la conmemoración del 200 aniversario de la fundación del estado (esto se puede comprobar en sus cuentas oficiales), la indolencia a llegado a tal punto que el mismo día que un grupo de madres buscadoras identificó una nueva fosa en la capital del estado, el gobernador salió a celebrar que una marca de granola pondría en sus empaques el logo del aniversario del estado, sin mencionar ni una sola palabra sobre el hallazgo.

¿Qué hacer frente a esto? Necesitamos repensar lo que significa construir una alternativa política y en el caso de Jalisco, organizarnos para que no vuelva a haber un gobierno así de sordo, de indolente y de incapaz.

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