Pedro Salazar

Las tres de 2023 y las de 2024

El desarrollo de la IA, los conflictos armados en diversas regiones del mundo y la defensa de la ciudadanía al sistema democrático fueron los eventos más importantes de 2023.

Hace unos días, de manera generosa, René Delgado me invitó a grabar un par de cápsulas en su programa EntreDichos de este mismo medio de comunicación. En un formato ágil y sencillo me hizo dos preguntas concretas: ¿cuáles son los eventos más destacados del año 2023? Y, ¿cuáles vislumbro como los más importantes para el 2024? Acá mis respuestas:

El evento global más relevante de 2023, en realidad, comenzó en noviembre de 2022. Me refiero al lanzamiento de nuevos desarrollos de inteligencia artificial, empezando con el hoy multicitado y conocido ChatGPT. Mucho se ha escrito y se seguirá escribiendo sobre ese y otros desarrollos que aumentan y evolucionan a velocidades ingentes y sorprendentes.

He intentado seguir la evolución del fenómeno desde hace cuatro años, cuando abrimos una Línea de Investigación en Derecho e Inteligencia Artificial en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM. La coordino junto con Pablo Pruneda y la integran colegas de diversas disciplinas porque los desafíos y oportunidades trascienden por mucho a las cuestiones jurídicas.

El tema es apasionante por todas sus aristas. Resulta casi imposible seguir el paso a los desarrollos, debates, intentos regulatorios, competencias entre desarrolladores, etcétera, que emergen todos los días, pero lo cierto es que nuestras vidas están cambiando y van a cambiar de manera significativa con todo esto.

El segundo tema —porque no es solamente un evento— que me parece crucial del 2023, son los conflictos armados que perduran o se han activado en diversas regiones del mundo. En particular, pienso en la guerra provocada por la invasión Rusa a Ucrania que, si bien también es herencia del año anterior, ha perdurado cobrando vidas y provocando sufrimiento. También apunto con preocupación, el horror desencadenado por Hamás en Israel y los horrores que, a raíz del mismo, han sucedido y siguen sucediendo en la Franja de Gaza y otros territorios palestinos.

Ambos acontecimientos —y otros que suceden en otras regiones— nos recuerdan que la ‘paz perpetua’ de kantiana memoria sigue siendo una entelequia. Los seres humanos somos incapaces de erradicar la violencia de nuestra coexistencia y nos causamos males cada vez peores los unos a los otros. Nuestra capacidad para producir armas letales y tecnologías mortíferas no tiene límite. Literalmente. La inteligencia artificial que he destacado con anterioridad, en el ámbito armamentístico, temo que terminará por darme la razón. Por eso, estudiosos como el propio Pruneda o Raúl Trejo —que están lejos de ser censores— en este ámbito se inclinan por establecer prohibiciones tajantes (por ejemplo, para el desarrollo de armamento autónomo).

El tercer evento que destaco de este año es de carácter nacional. La defensa que la ciudadanía, primero, y la Suprema Corte de Justicia de la Nación, después, realizaron del sistema democrático es un ejemplo de cultura cívica que no debemos olvidar. Bajo el lema “El INE no se toca” se activó una resistencia pacífica que, a través de los cauces institucionales, detuvo la intentona de regresión autoritaria promovida desde el gobierno de la República. Es cierto que se trató solo de una batalla porque las pulsiones autocráticas siguen vigentes y crecientes, pero el hecho en sí mismo no debe soslayarse. “Conciencia histórica, es responsabilidad histórica”, escribió María Zambrano. Las personas salieron a defender a la democracia y eso merece reconocimiento.

“La cátedra no es para los demagogos, ni para los profetas”, decía Max Weber. Y como soy un profesor universitario, voy con tiento hacia el 2024.

Pienso que será un año de tensiones entre estados, instituciones internacionales y empresas transnacionales para regular y encauzar los desarrollos de inteligencia artificial. Los esfuerzos en la Unión Europea, en Estados Unidos y (a su manera) en China, ya están en marcha. También existen esfuerzos en países como Reino Unido e, incluso, en México. Pero el tema es tan complejo, la tensión entre el mercado y los derechos humanos y entre la innovación y la regulación es tan alta, que no será fácil encontrar la cuadratura al círculo. Quienes estamos interesados en estos temas tendremos mucho para estudiar y comentar.

En segundo lugar, a nivel internacional, además de los conflictos bélicos en curso, atestiguaremos un año álgido en temas políticos. Setenta países celebrarán elecciones y en cuarenta de ellos cambiarán (o repetirán) los gobiernos. Andrea Rizzi, en El País, resumía el meollo del reto hace algunos días: “La mayor potencia del mundo (EU); el país más poblado (la India); el más extenso (Rusia), el mayor bloque comercial (la Unión Europea); el mayor país musulmán (Indonesia); el mayor país de lengua hispana (México); el territorio (Taiwán) que encarga el mayor riesgo de tensión de confrontación entre las dos superpotencias de este siglo (China y EU)”. Todos irán a elecciones más o menos democráticas. Usted dirá.

Finalmente, la elección que nos toca. La más grande en la historia de nuestro país. Me arropo en el lugar común más manido en estos días: no solo es la elección presidencial sino, sobre todo, la del Congreso de la Unión. En esta última nos jugaremos el futuro de la democracia. Así de importante será el año 2024 para México.

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