La Fiesta Está Viva

¿Qué sigue?

El sector taurino está adormilado, esperando no sé qué. La reconstrucción debe comenzar ya; no me refiero con “reconstrucción” a “continuación”.

Vivimos tiempos raros, seguimos bajo la amenaza del COVID pero a la vez ya nos acostumbramos a lidiar con este maldito virus. La actividad económica está avanzando pero sigue con el freno de mano. El espíritu de la sociedad sigue confundido, por momentos esperanza, por momentos sentimiento de desamparo, y para terminar de confundirnos aún más, la semana pasada una avalancha de mentiras organizadas en spots publicitarios de todos los partidos políticos. Qué sensación tan desagradable de abandono, de impotencia. Tenemos ganas de pelear pero no tenemos armas; bueno, sí tenemos una, y muy poderosa: la unión y la solidaridad como sociedad, para hacer valer el voto. El próximo domingo será la tarde más importante de la temporada —en términos taurinos— para nuestro país.

La tauromaquia es un reflejo de la sociedad. En tiempos de la post guerra civil española la sociedad se identificó con un hombre que representaba su sentir, su forma de entender la vida y cómo labrar el futuro, me refiero a Manuel Rodríguez “Manolete”. Algunas décadas más adelante, en los sesenta, apareció un joven melenudo, rebelde, dispuesto a romper cartabones, me refiero a Manuel Benítez “El Cordobés”, fenómeno social y taurino, fue la voz de un pueblo, al que el complejo entramado taurino quiso en su momento reventar y que sucumbió ante el arrastre del quinto Califa.

Hoy, con un mundo globalizado pero aislado a la vez, mirando la vida interponiendo un dispositivo móvil para maquillar lo que es desagradable y mostrar un “mundo feliz”, interpreto eso muchas veces como un verdadero grito de auxilio de la sociedad a través de la pantalla.

Dentro de esta terrible realidad, así lo considero, llevo meses pensando: ¿qué es lo que la tauromaquia puede aportar en la actualidad? Inmediatamente pienso en los valores de respeto, de inclusión, de apreciación y de orden. El más importante creo que es el de la aceptación de la realidad, comenzando con lo general: vida y muerte; únicos elementos que tenemos al nacer, la vida y en consecuencia la muerte. En ese proceso intermedio se acumulan las experiencias, el amor, el cariño, la educación, los momentos duros, los momentos felices, y vamos como en un orden de lidia llevando nuestras vidas haciéndole faena a la vida misma.

Así lo veo, pero reflexiono y me cae como balde de agua fría la pregunta: ¿tenemos cabida como cultura en la actualidad? En el fondo de mi corazón y de mi alma sé que sí, que podemos ser un bálsamo para que la sociedad se aferre a los valores humanos y no a los “likes” o “followers” de una vida a través de las redes sociales. Podemos aportar tantas cosas, de entrada devolverle la importancia que tiene el arte y la cultura a la sociedad, elementos que han sido desdeñados por este y otros gobiernos que sólo piensan en mantenerse en lo que ellos creen que es “arriba” cuando realmente están en el fondo de la sociedad; lo que los hace aferrarse es la posibilidad de robar, de hacer dinero fácil cuando el resto de la sociedad mantiene los valores fundamentales y trabaja día a día para construir lo que ellos destruyen.

El sector taurino está adormilado, esperando no sé qué. La reconstrucción debe comenzar ya; no me refiero con “reconstrucción” a “continuación”. Llevamos 14 meses para reflexionar en qué estábamos mal, por qué la gente ya no tenía el espectáculo taurino como prioridad, dónde se rompió el vínculo entre esta cultura y gran parte de la sociedad. Todos tenemos responsabilidad, asumo lo que me toque y estoy dispuesto a hacer lo que haga falta por aportar a la sociedad mexicana los valores de esta maravillosa cultura. No señalo a nadie, convoco a todos.

Podemos culpar al pasado como hacen otros, lo que se me hace cobarde y vil. Somos una pequeña gran minoría de mexicanos. Pongamos el ejemplo a México de cómo reinventarnos sin perder la esencia, abrazando los valores que han sostenido esta cultura por cinco siglos. Para hacer el cambio hay que actuar, hay que comunicar con la sociedad y hay que estar activos, de otra manera el panorama es complejo.

COLUMNAS ANTERIORES

La sangre
Gran triplete

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.