El domingo, 28 de enero de 2024, se ha comenzado a escribir una nueva historia en la cultura de nuestro país. Tras más de 620 días de una absurda e ilegítima suspensión de actividades, la Monumental Plaza de Toros México regresó a la actividad taurina para la que fue diseñada y construida y que, el próximo lunes 5 de febrero, cumplirá 78 años de haber sido gloriosamente inaugurada.
Han pasado casi ocho décadas desde entonces. Nuestro país obviamente ha cambiado. El crecimiento ha sido importante, en áreas desorganizado, industrialmente potencializado y socialmente parece que por momentos decadente. Esto último no se debe solamente a un factor, sino que la globalización que ha traído la inmediatez en las comunicaciones ha provocado en muchos mexicanos una pérdida tremenda de identidad al no sentir orgullo por su cultura e historia.
La tauromaquia parece ser la única expresión cultural actual que mantiene los valores que permiten a una sociedad avanzar hacia adelante, basando sus normas en el respeto, las buenas maneras, la educación y la categoría.
El domingo en la Plaza México, más de 40 mil personas arribaron al gran coso caminando en armonía, dejando pasar a las mujeres, a las personas mayores, saludando con la mirada y asentando con la cabeza que estábamos por ser parte de la historia y la libertad de nuestro país. El júbilo y la emoción de ejercer nuestra libertad se palpaba en el ambiente y la alegría de vivir un espectáculo que nos da identidad y orgullo.
Esta alegre masa se vio agredida y acosada por alrededor de 500 pelafustanes, de ambos sexos, disfrazados ridículamente. Insultos, agresiones físicas, vandalización del inmueble y conjuras lanzadas al aire que los taurinos recibimos casi con el corazón conmovido por ver a estos seres desorientados, eufóricos, de ira ante la imposibilidad de ser gente decente. Es evidente el dolor en sus almas, el ultraje autoinfligido a sus cuerpos, sus caras y su aspecto de seres salvajes inadaptables en una sociedad que requiere del respeto para poder mantener la diversidad de culto, género y cultura.
Acorralados como animales, que es lo que se sienten y se comportan como tal, la policía les cercó para que manifestaran su disgusto de ser personas; reconozco la amabilidad y empatía de las fuerzas del orden que atónitos veían a estos seres hacer el ridículo y denostar los valores humanos. Rompieron letreros, pintaron fachadas, vandalizaron esculturas, golpearon, escupieron y no hicieron más porque Dios también cuida a los idiotas. Abusan de la educación de los taurinos que éramos 10 a 1 y nadie respondió a una sola agresión. Si eso hubiese pasado en el futbol, los titulares hubiesen sido de tragedia.
Un llamado a las autoridades de la CDMX, así como a la Alcaldía Benito Juárez, para vivir en plenitud nuestra libertad exigimos respeto, estos manifestantes prohibicionistas no pueden ni deben, una vez más, poder acercarse a las inmediaciones de la plaza de toros; su actitud va a provocar un desmán mayor incitado por ellos.
Llenazo, emoción, un Olé inolvidable, previo al paseíllo para ver a tres toreros, vestidos de verde esperanza y oro, lidiar seis toros bien presentados de la ganadería de Tequisquiapan de Fernando de la Mora.
El arte es caprichoso y el toro más. Sabio al fin el de los rizos, cuyos tiempos son como los de Dios, inexplicables pero perfectos. La corrida de toros falló, solo el primero de la tarde permitió lucimiento y fue lidiado con maestría por Joselito Adame que, raro en él, marró con la espada y dejó ir un triunfo de oreja por toro. Diego Silveti mostró su gran momento, con apenas colaboradores gustó al tendido y si en su segundo no falla al primer intento, bien pudo haber tocado pelo. Roca Rey, primera figura del mundo, tuvo una tarde aciaga, un lote imposible y una espada de palo.
Así es el toro, impredecible, horas después sigo meditando la mala suerte y el porqué no hubo grandes triunfos en lo taurino, quizá el destino y los toros provocaron que la única emoción que vivimos el domingo haya sido la ratificación de nuestra libertad y el regreso de nuestra Fiesta al sitio donde debe permanecer siempre. Eso quiero pensar.
Próximo fin de semana intenso en lo taurino, 4 festejos formidables. Comenzando el viernes en Juriquilla: 8 pm, Talavante, Joselito, Silveti y Roca Rey ante 4 de La Estancia y 4 de Pablo Moreno. Sábado en León: 6 de De la Mora para Joselito, Silveti y Juan Ortega. Domingo en la México: Castella, Valadez y la confirmación de Isaac Fonseca con 6 de Xajay. Lunes 5: La México, el adiós de un grande, Pablo Hermoso de Mendoza, El Calita y la confirmación de Arturo Gilio con 6 de Los Encinos.