Comienza julio, el tiempo vuela. El séptimo mes del año es quizá el de menor actividad taurina en nuestro país debido, principalmente, a la época de lluvias, que esperemos sea intensa durante este mes, sobre todo en el campo, para que la ganadería y la agricultura reciban las bendiciones del agua.
En cambio, otras actividades suelen tener en el verano mayor movimiento, como en este año para los que nos gusta el deporte, dos torneos de futbol muy importantes: la Eurocopa, evento de máximo nivel futbolístico y la Copa América, que por momentos parece realmente otro deporte distinto a la virilidad, lealtad, rapidez, potencia y calidad con que se juega el futbol en el viejo continente.
El Tour de Francia es sin duda la carrera más importante del mundo en el ciclismo profesional. 21 etapas que suman tres mil 498 km, comenzando en Italia en esta ocasión para continuar por Francia hasta terminar este año en Niza, debido a que la ciudad de la luz, París, donde siempre concluye la gran carrera, este verano, albergará los Juegos Olímpicos. 22 equipos con ocho integrantes cada uno. En cada equipo hay un líder; el resto de los corredores trabajan por y para quien lleva el liderazgo. Caídas, accidentes, mucho dolor físico y mental, agotamiento. Todo sacrificio a cambio de buscar la gloria. En este deporte nadie finge, todos sufren y si van al suelo, por lo general como los toreros, sin verse la ropa, vuelven a montar en la bici y a pedalear.
Regresemos al futbol. El estrepitoso fracaso de la selección nacional en la Copa América se veía venir; pasaron casi de panzazo y con ayuda arbitral. Tres partidos, un gol a favor, uno en contra y dos empates. La Selección representa a México, no solamente deportivamente, sino en valores, idiosincrasia y forma de ser. Hoy vivimos el peor momento de esta representación. Jugadores ladinos, mediocres, sucios para jugar, intentando engañar al árbitro, aplicando planchas traicioneras al rival, empujando, jalando, haciendo valentonadas por 90 minutos y pocas veces jugando al futbol como equipo, con sacrificio, compañerismo y no tuvieron lealtad ni hacia ellos mismos, sus rivales y lo peor de todo a la gran afición, que por momentos parece procesar verdadera devoción a sus colores. Miles de mexicanos que sí representamos lo que somos como sociedad: alegre, entusiasta, por momentos ingenua y tristemente acostumbrada a que a cada rato nos vean la cara.
El futbol debe aprender urgentemente de otras actividades que sí brindan orgullo a México. Comencemos por el toreo y la ganadería de reses bravas. Vocación, empeño, sacrificio, verdad y honradez hacia un público que asiste a una plaza de toros a vivir la emoción que solo este arte y cultura son capaces de despertar en el alma de quien ocupa un sitio en el tendido de una plaza de toros, chica o grande. La verdad es tal, que el torero está dispuesto a morir a cambio de conseguirlo.
Ver las ridículas simulaciones de faltas en el futbol, las caras de sorpresa al ser descubiertos, mintiendo, fingiendo dolor cuando no los han tocado o apenas rozado en un deporte que es de contacto. Las declaraciones envalentonadas al micrófono para que no se les caiga el teatro, diciendo que están unidos a muerte como grupo; pero en la cancha parecen 11 entes correteando sin control, provocando y evidenciando la falta de unión que existe entre ellos. Son verdaderamente una vergüenza. ¿Cómo darle la vuelta?
Esto es consecuencia de una falta de solidez en la educación y sus valores, elementos que el toreo tiene como cimientos. El deporte como columna vertebral en la educación de niños y niñas. Para que crezcan con los valores del sacrificio, disciplina, humildad y trabajo en equipo. Los futbolistas ganan demasiado dinero para su desempeño, y eso, sumado a la falta de educación, genera elementos como los que vemos en la TV o estadios. Arrogantes, cínicos y sin identidad, comenzando por los uniformes. Esa lastimera carga de presentarse ante el mundo como un país lejano al presente y al futuro. México es la fusión de los maravillosos pueblos indígenas con la cultura hispana, pero caramba, hace más de 500 años. Que nuestro uniforme lleve los colores de nuestra bandera; fuera grecas y elementos que miren al pasado.
En el deporte ganas y pierdes. Lo importante es cómo lo haces. Si ganas con trampa, estás traicionando la esencia del deporte. Si pierdes sin competir con honor, al nivel que sea, traicionas aún más los valores que enaltecen al deporte.
Ejemplos para que imiten hay muchos mexicanos exitosos que con base a su esfuerzo y sacrificio han puesto el nombre de México muy en alto. En el toreo, apenas este fin de semana, Luis David Adame nos representó con el honor y orgullo de una cultura tan antigua como México mismo. Actuó en la hoy desprestigiada Copa Chenel, serie de corridas de toros donde los participantes van avanzando según distintas puntuaciones. El sábado, Luis David tuvo actividad en la final en tercia y le robaron el pase a la final en mano a mano. Descarado y burdo. Pero quedamos con la cara en alto tras su actuación sincera y con verdad. Capacidad a tope para lidiar sus dos toros. Una derrota injusta, pero con honores máximos, podríamos decir.
Otros ejemplos pueden encontrarse en el béisbol, taekwondo, caminata, boxeo, clavados, y para retomar el ciclismo, con el bajacaliforniano Isaac del Toro, enlistado en el equipo más poderoso del mundo profesional, el UAE y quien nos ha dado ya grandes alegrías y que está por hacernos felices muy prontos. Además, en el apellido trae la fuerza y entrega del toro bravo.