El toreo emociona, ilusiona, nutre de ánimo a quienes vivimos para este arte. Un instante vivido en una plaza de toros provoca la huella indeleble del recuerdo en la mente y en el alma de quien se emocionó con el toreo. Basta un solo segundo en el que la embestida del toro se funda con los vuelos del capote o la muleta, con el cuerpo erguido y bien plantado del torero, ritmo y armonía; parece que el tiempo se detiene. El olé surge al unísono del mejor aficionado como del público ocasional; esta es la magia del toreo. Gente con sensibilidad vibra al mismo tiempo tras el efecto de un muletazo acompasado y poderoso de lenta embestida.
Hay toros que se mueven y otros que embisten. Hay toreros que pegan pases, mueven al toro, esquivan embestidas y hay toreros que torean de verdad. Para muchos esta diferencia es imperceptible, incluso intrascendente, mientras surja la emoción en el ruedo. Las tres aristas tienen enorme mérito; de momento, salirle al toro, las tres son sumamente difíciles, pero la que en verdad trasciende y deja huella es la tercera: torear de verdad.
Fundir cada embestida con el cuerpo, dominando al toro sin que parezca hacerlo, sin violencia, con suavidad y respeto a las distancias y terrenos del astado. Prender la embestida incluso antes del embroque, fundiéndose el torero con el ritmo de la velocidad del toro, entregado el cuerpo a la expresión artística. Matices muchas veces imperceptibles, pero sí evidentes, no necesariamente se tiene una explicación lógica; simplemente hay quienes tienen el don de transformarse ante los toros, unir sus almas al instinto animal, luchar a muerte bajo las reglas del respeto y honor a la bravura, a la esencia del toreo.
El toreo, además de ser un arte, es un negocio; el empresario arriesga su dinero en montar un festejo para el que adquiere un encierro, contrata a los toreros, esperando vender la cantidad suficiente de boletos para pagar honorarios y obtener utilidades. Los toros representan una inversión hecha años antes por los ganaderos, en dinero, tiempo y esfuerzo. Los toreros invierten toda su vida, esfuerzo y sacrificio para, en el momento dado, ser capaces de entender al toro, entregarse al toreo, crear arte y estar dispuestos a dejar la vida en el intento.
Como cualquier negocio, el taurino tiene sus inconvenientes; es prácticamente imposible darle gusto a todo el mundo. Sin embargo, de vez en cuando, menos de lo deseado, se programan carteles que no tienen desperdicio, tanto para el aficionado, que suele ser el más quejoso y “chinche”, como para el público, que es el bálsamo que mantiene la fiesta viva.
Espectáculos Monterrey ha programado para la segunda corrida de feria en la ciudad de León, Guanajuato, un cartel que nos hará tomar carretera, generar economía al pagar casetas, gasolina, hotel, restaurantes y lo que haga falta con tal de vivir una tarde de toros que ilusiona por los tres toreros y el hierro a lidiarse.
Matadores que torean alejados de las estadísticas; les importan, desde luego, pero que buscan torear bien, llevar este arte a un nivel supremo, meterse en la embestida del toro para fundirse con él. Esta búsqueda requiere un valor inmenso, que no se muestra con gestos ni ademanes, sino que simplemente se pone a disposición del arte, de torear con las muñecas, poderle al toro convenciéndole de seguir y entregarse a los vuelos del capote y la muleta, sin desplazarlo, llevándole por donde el torero quiere, fundiendo su cintura con el cuerpo del toro, sintiendo el calor emanado por el esfuerzo de embestir despacio y humillado, acompañando la embestida con la cara, con la barbilla hundida en el pecho, fundiéndose los dos cuerpos y las dos esencias.
El Payo, Juan Ortega y Luis David son tres artistas de altos vuelos. Experiencia y juventud mezcladas en un cartel sin desperdicio. Se las verán ante seis toros de Pozo Hondo, hierro zacatecano en línea directa del encaste Llaguno. Son casi 30 años ya en la búsqueda de una embestida para el toreo bueno, el que buscan y ejecutan los tres toreros en cuestión, por lo que la plaza La Luz de León puede convertirse, este sábado, en el epicentro para el toreo de altos vuelos. Todo está dispuesto, Dios quiera y acompañe la suerte.
Al día siguiente, que de vuelta en La México, hay otro cartel interesante con el regreso del potosino Fermín Rivera, torerazo, alternando con Talavante, figura del toreo, y Leo Valadez, otro gran torero mexicano, ante seis de De La Mora. Gran fin de semana taurino.