Apuntes Globales

¿De qué está hecha Kamala?

Ser mujer y negra no le bastará para desplegar el enorme paraguas que permitió a los dos últimos presidentes demócratas cobijar todas las corrientes y minorías del partido.

Barack Obama, el presidente número 44 de Estados Unidos, llegó a la nominación de su partido a base de carisma, un discurso incluso hasta poético y una visión de país en el que había lugar para todos, especialmente las minorías.

Joe Biden llegó a ser el candidato demócrata después de más de cuatro décadas de carrera política a base de enjundia, conexiones con los poderosos y lealtad al propio Obama, a quien acompañó fielmente durante ocho años como vicepresidente.

Kamala Harris está más en la liga de Biden. No es una política carismática ni con gran visión. Escaló las jerarquías partidarias con base en estrategia, enjundia y ambición. Su biografía personal le ayudó. Hija de inmigrantes, una endocrinóloga de la India y un economista de Jamaica, quienes se conocieron en la Universidad de California, Berkeley, durante las revueltas estudiantiles de los 60.

Especialmente en el último tramo del camino de Biden, Kamala fue extraordinariamente fiel. Aparentemente se creyó el cuento –el presidente aún puede ser el candidato que derrote a Trump–. Lo defendió a capa y espada.

Biden le pagó con creces. A minutos de publicar en redes sociales que abandonaba la carrera a la Presidencia, le dio su respaldo incondicional señalando: nominarla vicepresidenta fue lo mejor que hice durante mi administración.

La rápida aceptación de su candidatura por los líderes y activistas demócratas fue tan sorpresiva como la renuncia de Biden. Le ayudó la urgencia de sus partidarios de no perder más tiempo para combatir a Donald Trump.

También estuvo a su favor su edad, 59 años. Trump no podrá presumir de su energía de caballo a sus 77. Ante Kamala se le notarán la edad y los kilos que le sobran.

Voluntad inquebrantable, buenas decisiones, estar en el lugar indicado, lealtad y edad la han catapultado para ser la segunda candidata mujer del Partido Demócrata.

Todo esto no le será suficiente, sin embargo, para ganarle a Donald Trump el próximo 5 de noviembre.

En los próximos 100 días sabremos de qué está hecha Kamala. Si tiene o no el liderazgo necesario para aprovechar la energía de los demócratas, rayando en desesperación, para impedir que regrese Trump a la Casa Blanca.

En breve tendrá que decidir quién será su compañera o compañero de fórmula. Un VP que le garantice algunos votos, pues siempre su lucha por la Oficina Oval será cuesta arriba.

Ser mujer y negra no le bastará para desplegar el enorme paraguas que permitió a los dos últimos presidentes demócratas –Obama y Biden– cobijar a todas las corrientes y minorías del partido. Desde la extrema izquierda, como la representante por Nueva York, Alexandria Ocasio-Cortez, o bien el conservador pro-hidrocarburos, el senador de Virginia del Oeste, Joe Manchin. Le urge una visión y mensaje integrador.

Será esencial que encuentre una narrativa balanceada en el tema que más le duele a Biden y a la propia Kamala –la migración y la porosa frontera con México–. Ya Trump y su compañero de fórmula, JD Vance, la han apodado “zar de la invasión migrante”.

Tiene poco tiempo para presentarse ante los electores indecisos como una candidata del centro del Partido Demócrata, a la Bill Clinton. Ya Trump la pintó de “roja” hace cuatro años y la artillería republicana en ese sentido será despiadada.

Finalmente, tendrá que lograr ‘metérsele en la piel’ a Donald y no de que éste la descoloque literalmente con sus barrabasadas, como lo hizo con Hillary Clinton. Tendrá que comprobar su fama de dura y segura a la hora del debate con Trump.

La lucha por la Casa Blanca en los próximos tres meses será despiadada. El premio es extraordinario. La oficina más importante del globo.

Kamala presidenta es un sueño para las minorías, especialmente las mujeres de Estados Unidos, del mundo y de México. Kamala presidenta es también un sueño para quienes creen en la democracia republicana de pesos y contrapesos y de la versión de Estados Unidos tolerante con todas las razas y religiones.

Para que el sueño se haga realidad, la candidata demócrata –Kamala Harris– tendrá que mostrar en los próximos cien días que está hecha con madera de líder, visión de futuro y temple ejemplar.

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