En el sector energético, desde hace muchos años viene ocurriendo un sostenido crecimiento de la generación de electricidad limpia y renovable a partir de la fuerza cinética del viento y de la energía que transportan esas diminutas partículas llamadas fotones, que viajan desde el Sol hasta la Tierra por espacio de ocho minutos, hasta que alcanzan a impactar celdas de silicio que liberan electrones de sus átomos para hacerlos fluir a través de un conductor.
Al menos en las próximas dos a tres décadas, este crecimiento será aún más explosivo, debido principalmente a tres factores que lo impulsarán: las repercusiones económicas de la energía, la crisis energética global ocasionada por la guerra en Ucrania, y el creciente enfoque que los habitantes de todo el mundo ponen en iniciativas verdes y sostenibles.
Estos tres motores, modificarán sustancialmente la dinámica que siguen las inversiones actualmente. Existe un creciente flujo de capitales que buscan alinearse con iniciativas bajas en carbono o francamente neutrales.
La calificadora Moody’s predijo este pasado mes de agosto, que los bonos GSSS (Green, Social, Sustainability, and Sustainability linked) alcanzarán un trillón de dólares al finalizar este año 2022. Por su parte, Bloomberg Intelligence ha dicho que los activos ESG excederán los 53 trillones de dólares en 2025 para representar en total más de un tercio de los activos bajo gestión. Cuando este nivel se alcanza, es claro que ha dejado de ser una simple tendencia, y ya podemos empezar a hablar de una auténtica transformación disruptiva.
Hoy innumerables compañías alrededor del mundo están viéndose prácticamente obligadas a alinearse con el uso de tecnologías bajas o neutras en carbono. Ya no es suficiente con que quienes contaminan compensen sus emisiones pagando por las que un tercero, y en otro sitio del mundo, se encargue de capturar. Hoy se exige alcanzar la sustentabilidad operacional. Adicionalmente, es imperativo que se reporten de manera transparente y responsable sus avances en esta ruta hacia la descarbonización, si es que quieren seguir teniendo acceso a fuentes de financiamiento.
Y en este entorno, la energía solar se posiciona como el medio ideal para ayudar a empresas de todo tipo y tamaño a cumplir con los criterios ESG. Las firmas operadoras de fondos de inversión, con esta visión clara, se han volcado a comprar bonos solares, cuyas ventas entre enero y marzo de 2022 duplicaron las del mismo período para los años 2020 y 2019.
Es seguro entonces que hay oportunidades enormes para el sector solar. La demanda y la escala que se requiere en esta industria es inmensa, pero esto también impone desafíos importantes para alcanzar la propia sustentabilidad de sus procesos, desde prácticas de minería más amigables con el ambiente y encontrar maneras efectivas de reciclar sus materiales y residuos, hasta incrementar la producción local o regional para evitar traslados desde lugares remotos de manufactura hasta los mercados.
El optimismo está cimentado en que las partes involucradas están conscientes y ya se encuentran trabajando en la búsqueda y la masificación de las soluciones que permitirán llegar exitosamente a ese futuro que todos anhelamos alcanzar.
Raúl Asís Monforte González.
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