Soy enemigo de copiar cosas, o de recomendar a alguien que lo haga, ya ven ustedes lo que sucede cuando se plagia una tesis de licenciatura, se puede uno meter en tremendo lío.
Sin embargo, de repente puedes encontrarte con acciones que son dignas de ser imitadas, y hacerlo no solamente no tiene consecuencias legales negativas, ni constituye alguna falta ética o moral, sino que puede llegar a ser hasta un digno y honorable ejemplo de colaboración institucional. Esto es muy común entre organizaciones, ciudades, países o hasta regiones enteras, y por supuesto suele darse con el acuerdo explícito de las partes.
Los países miembros de la Unión Europea han acordado desde el año 2020 adoptar el ambicioso objetivo de hacer de este continente el primero en el planeta en alcanzar la neutralidad de carbono para el año 2050, y para ello coincidieron en aprobar el Pacto Verde Europeo, que es una serie de políticas orientadas a la consecución de esa meta.
No existe mejor oportunidad de establecer una alianza semejante en el mundo entero, que la que podría crearse si las voluntades coincidieran entre México, Estados Unidos y Canadá. Una coalición de estas dimensiones y alcances, requiere necesariamente un favorable marco normativo que estimule la colaboración y el comercio, y estos tres países ya lo tienen con el TMEC, que está siendo lamentablemente desperdiciado debido a la obstinación del presidente mexicano que le hace oponerse al avance de las energías limpias y renovables desde la equivocada premisa de creer que el proteccionismo para con las empresas productivas del Estado protege de alguna manera nuestra soberanía. Nada más falso.
Mucho tiempo se está perdiendo en consultas y posibles paneles de controversia dentro del tratado comercial en el tema energético, y esto tendrá un costo muy alto para nuestro país. Hoy debiéramos estar instrumentando entre los tres países una hoja de ruta clara y asequible que nos coloque en camino a la reducción drástica y continua de emisiones de GEI, mediante la descarbonización de la economía, que nos lleve a la neutralidad a mediados de siglo.
Convertirse en una región carbononeutral además permitiría desarrollar las economías de cada país, impulsando su crecimiento y generando prosperidad justa y equitativa para todos sus habitantes.
Me gusta imaginar como un sueño posible una Alianza Sostenible Norteamericana, que imite el Pacto Verde Europeo en sus objetivos, alcances y políticas, para impulsar en México, Estados Unidos y Canadá la economía, mejorar la salud y la calidad de vida de sus ciudadanos.
Para lograrlo se necesita trabajar fuerte en armonizar el marco normativo de los tres países, asegurar que existan las suficientes fuentes de financiamiento en la región, y que éste sea asequible y oportuno. Un esfuerzo especial debe ponerse en mejorar las competencias y capacidades tanto del talento humano como de las instituciones de cada nación, y poner énfasis en reglas claras que estimulen el comercio, la cooperación y el intercambio de tecnología.
Tengo la certeza de que es posible, mientras más nos demoremos puede ser más costoso y difícil, pero imposible definitivamente no es.
Raúl Asís Monforte González.
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