Para nosotros los ingenieros civiles y también para los arquitectos, no hay material de construcción más hermoso que el concreto.
Pero no solamente es el más hermoso, sino que también es, y por mucho, el material de construcción más utilizado del planeta, y el único que durante muchísimo tiempo y sin lugar a dudas, ha reportado beneficios monumentales a los seres humanos que lo utilizamos.
En la actualidad, simplemente no existe en todo el planeta otro material que sea tan asequible, flexible, duradero y útil, que pueda ser utilizado en la industria de la construcción, en la magnitud en la que se utiliza el concreto.
Desafortunadamente, la emergencia climática en la que nos encontramos inmersos, demanda sostenibilidad más que utilidad, y el concreto es responsable de aproximadamente 8 por ciento de las emisiones de dióxido de carbono a nivel mundial, siendo el cemento solito responsable de entre un 5 y un 7 por ciento. Se calcula que por cada tonelada de cemento estándar que es producida, una tonelada de CO2 es liberada a la atmósfera.
En favor del concreto y desde una visión optimista, es justo también señalar que su masa térmica le permite absorber efectivamente las variaciones de temperatura, reduciendo así el consumo energético de los edificios. El concreto tiene un importante papel que desempeñar en la implementación de medidas y procesos de economía circular, y cada vez es más frecuente observar impresionantes iniciativas de reciclaje de materiales, lo mismo que el creciente uso de subproductos industriales en la fabricación del concreto. Justamente esta misma semana, fui testigo de una cooperación exitosa entre una empresa que recicla y procesa residuos plásticos trágicos, y los convierte en una resina que sustituye exitosamente hasta cierta cantidad de agregados pétreos en la fabricación de bloques de concreto.
En Europa, diversas asociaciones de empresas relacionadas con el cemento, el concreto y los agregados, están liderando la Iniciativa del Concreto, un proyecto que entre sus objetivos contempla resaltar los beneficios del concreto desde una perspectiva social, económica y sostenible. Y es que siendo tan fabuloso y lleno de cualidades el concreto, pero también tan responsable de una gran cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero, que no cabe una sustitución, sino que necesariamente tenemos que pensar en la descarbonización del concreto a lo largo de toda su cadena de valor.
Y, ¿es posible hacerlo?
Es esperanzador observar a un creciente número de individuos o empresas implementando acciones para lograrlo, como por ejemplo reducir el CO2 incorporado de la energía utilizada en el proceso de producción, almacenando o utilizando las emisiones remanentes. Es satisfactorio observar que la industria está abierta al desarrollo de una actitud más circular hacia el cemento y el concreto, que hay un genuino entusiasmo por pintar de verde el proceso, pero también acerca de cómo invertir de la mejor manera en estas cadenas de valor.
Sin duda un desafío complejo, pero perfectamente alcanzable. Las principales cementeras y concreteras del mundo están dando pasos hacia allá. Deseamos que alcancen el objetivo y lo hagan pronto.
Raúl Asís Monforte González.
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