Construyendo

Sistemas agrovoltaicos, alimentos y energía en una sola aplicación

Raúl Asís Monforte señala la importancia de tratar de replicar estos sistemas en México para combatir el cambio climático.

(Especial)

Dos de los más grandes desafíos que el mundo tiene que vencer de cara al futuro consisten en resolver de una manera sostenible la demanda presente y futura de energía mediante fuentes limpias y renovables, así como garantizar el abasto y la accesibilidad de alimentos para una población global en constante crecimiento.

Es indudable la necesidad de transitar hacia fuentes de obtención de energía que contribuyen a reducir e idealmente neutralizar las emisiones netas de gases de efecto invernadero hacia la atmósfera terrestre, lo cual es un factor crucial en la misión de detener el fenómeno del cambio climático, amenaza real y urgente que todos tenemos que atender.

A pesar de que el impacto de los grandes proyectos de generación de electricidad mediante la utilización del aire y del sol son infinitamente menores que cualquier opción proveniente de los combustibles fósiles, no deja de ser una preocupación el uso sostenible de la superficie de suelo que es necesario destinar a este tipo de proyectos. Adicionalmente, el cambio climático impone riesgos muy importantes para la productividad y la competitividad en el cultivo de alimentos.

Por esas razones es que cobra relevancia un concepto que ha tenido un auge importante recientemente: los sistemas agrovoltaicos. Se denomina así a aquellos proyectos de generación de energía mediante la conversión de la luz solar en electricidad usando paneles solares, que además permiten llevar a cabo de manera concurrente en el mismo terreno en el cual se ubican, actividades de producción de alimentos de origen animal o vegetal.

Adicionalmente a los beneficios evidentes de dar un doble uso, ambos productivos, rentables e importantes, existe una multiplicación de las ventajas que una actividad le puede ofrecer a la otra y viceversa. Como ejemplo de lo anterior, tenemos que la instalación de paneles solares genera un microclima que conserva mejor la humedad natural del suelo previniendo la evaporación acelerada debida a la incidencia directa de los rayos solares, y a su vez la transpiración natural de las plantas ayuda a enfriar los paneles mejorando así de manera significativa su desempeño en la generación de energía eléctrica. Los paneles también ofrecen una cubierta protectora a los cultivos que previenen daños que pudieran ocasionar la fuerza de lluvias torrenciales o la caída de granizo.

Algunos estudios preliminares han demostrado que los cultivos protegidos bajo paneles solares, tienen una mejor absorción de CO2 y por consiguiente un mejor crecimiento, salud, y productividad general con un más eficiente aprovechamiento del agua. Incluso si las estructuras se instalan lo suficientemente elevadas, en la parte inferior puede perfectamente llevarse a cabo el pastoreo de ganado ovino o bovino.

Este tipo de proyectos merecen recibir una mayor atención y promoción en México, como ya se hace en otros países del mundo, desarrollando unidades piloto de investigación que permitan encontrar, comprobar, documentar y aterrizar los hallazgos, para que luego se incentive llevarlos a una escala comercial e industrial, lo cual podría significar también una gran oportunidad de desarrollo social si se trabaja con cooperativas de pequeños productores agropecuarios y con especial énfasis en grupos de mujeres.

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