La estridencia del presidente Andrés Manuel López Obrador hace que sus gritos se oigan sin escucharse. El Presidente lleva semanas acusando de golpista al gobierno de Estados Unidos, reclamándole en público por apoyar a quienes considera sus enemigos. López Obrador está convencido de que el presidente Joe Biden, al ver los números de su aprobación presidencial, le hará caso porque se siente fuerte. Pero se equivoca. Washington está jugando al adulto en la relación, como describe un diplomático, pero no significa que no estén pasando cosas importantes en la relación bilateral. Como botones de muestra:
1.- La visita de los mandamases de la CIA. Por voz del Presidente supimos de la visita del jefe de la CIA, William Burns, a México la semana pasada, aunque el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, sólo mencionó la visita del subdirector, David Cohen. ¿Quién vino realmente? Burns o Cohen, o los dos, lo que sería insólito. La versión oficial fue que era para preparar la visita de la vicepresidenta Kamala Harris el 8 de junio, pero la CIA no prepara visitas de otros funcionarios, ni revisa la agenda de otros. El viaje de Harris lo llevan el Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca y el Departamento de Estado.
Los jefes de la CIA hablaron sólo con los secretarios de la Defensa Nacional y Marina, así como del Centro Nacional de Inteligencia, como siempre lo hacen, y desde 2017 su mayor preocupación ha sido el tráfico de fentanilo. Esa visita fue sorpresiva. La Embajada de Estados Unidos se lo comunicó a Ebrard casi al momento en que estaban tomando el avión en la Base Aérea Andrews, lo que mostró una vez más la falta de una buena relación con Washington, y la ausencia del embajador Esteban Moctezuma.
2.- El viaje de Kamala. Junto con los jefes de la CIA viajaron funcionarios del Departamento de Estado, para ver la agenda de Harris. Los estadounidenses le dijeron a Ebrard que las dos prioridades de la vicepresidenta serían las energías limpias y la inseguridad en la frontera entre los dos países. Este punto de la violencia y el crimen trasnacional sí empata con las preocupaciones de la CIA. El gobierno de Estados Unidos quiere que frenen el tráfico de fentanilo y las redes de distribución y financiamiento de las organizaciones criminales. Se puede conjeturar que la visita de los directores de la CIA fue para mantener la presión en esa exigencia que recientemente plantearon a Ebrard.
Ebrard preguntó sobre el futuro embajador de Estados Unidos en México, luego de que hace varias semanas López Obrador y él se enteraron por la prensa que Biden tenía bajo consideración al exsecretario del Interior, Ken Salazar. La semana pasada le confirmaron que era la propuesta idónea y Ebrard, solícito, preguntó sobre los tiempos para preparar el beneplácito. Lo pararon en seco porque, reiteraron, era una propuesta sobre la cual aún no había decisión final. Salazar es un ambientalista, y se inscribe en la racional de Biden y su gobierno, pero se ubica en las antípodas del pensamiento y las prioridades de López Obrador.
3.- La invitación a San José. El martes y miércoles el secretario de Estado, Antony Blinken, viajará a San José, Costa Rica, donde además de reunirse con el presidente y su canciller para hablar de asuntos bilaterales, lo hará con altos funcionarios de Centroamérica, República Dominicana y México para que dialoguen con los cuatro miembros del Sistema de Integración Centroamericano creado en Honduras en 1991, para encontrar un marco de cooperación para atacar las raíces de la migración, la gobernanza democrática, la seguridad y las oportunidades económicas que se pueden construir.
En la Secretaría de Relaciones Exteriores presumen que Ebrard tiene una comunicación fluida con Blinken, pero la realidad es que se centra en la agenda estadounidense, no en los intereses nacionales. No es algo inusual que cada país defienda lo suyo, pero la asimetría en la relación bilateral no corresponde a las bravuconadas públicas del Presidente. Si Blinken llama, Ebrard atiende (este espacio esperó más de 72 horas para saber si participaría en la reunión de San José). No es una relación fácil por las declaraciones públicas de López Obrador y su inconsistencia en el trato con Washington. El Presidente le ha pedido al canciller que pida más vacunas anti-Covid a la Casa Blanca, pero Ebrard ha expresado ante el staff presidencial sobre el poco margen de maniobra que tiene por las acusaciones de intervencionismo.
4.- La respuesta de la DEA. En el contexto de un renovado interés prioritario a la violencia del crimen trasnacional, la DEA le mandó un mensaje a López Obrador, que hace unos meses amenazó con expulsarla del país y ordenó cortar los tratos con la agencia antinarcóticos. En la edición 2325 de Proceso se publicaron fragmentos inéditos y extraordinarios, por lo explosivo, del expediente del agente de la DEA, Enrique Camarena Salazar, torturado y asesinado por el Cártel de Guadalajara, que revelan que el director de la Comisión Federal de Electricidad, Manuel Bartlett, estuvo en la casa donde torturaron y mataron a Camarena el 7 de febrero de 1985, el mismo día que lo privaron de su libertad, y de haber participado en reuniones previas al asesinato.
El mensaje fue claro: Si Bartlett viaja a Estados Unidos, lo detendrán. Sobre advertencia no hay engaño. El caso contra él está abierto, como el del exsecretario de la Defensa, el general Salvador Cienfuegos, y de otros funcionarios lopezobradoristas. Las advertencias son muy fuertes, mostrando la mano dura de un gobierno que no grita, pero sabe apretar. El presidente López Obrador debería escucharlas y atender lo que le están diciendo.
NOTA: Para el récord, la secretaria de Economía, Tatiana Clouthier, y el presidente de la Suprema Corte de Justicia, Arturo Zaldívar, se deslindaron de lo publicado en la columna ‘La marcha de la locura’, y negaron haber participado en la reunión ahí referida.
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