En una semana, el caso Lozoya se ha movido con frenesí. Al excandidato presidencial Ricardo Anaya y al exdirector de Pemex Carlos Treviño les quisieron aplicar la fórmula Lavalle, citándolos a comparecer en un reclusorio y en fast track abrirles un proceso, girarles una orden de aprehensión y encerrarlos por tiempo indefinido, mientras que al acusador de todos, el colaborador a modo y protegido del gobierno, Emilio Lozoya, primer jefe de Pemex en el gobierno de Enrique Peña Nieto, le dieron una nueva prórroga de tres meses para que siga reuniendo pruebas a su favor. Anaya se fue del país y a Treviño le concedieron un aplazamiento porque ni siquiera sabía de qué lo acusaban. El fiscal Alejandro Gertz Manero la coronó con un alegato político, no jurídico.
Acelerarlo como se hizo parecía un intento para que el presidente Andrés Manuel López Obrador informara algo concreto sobre el avance en la lucha contra la corrupción en su tercer Informe de Gobierno este miércoles, pero no salieron bien las cosas en lo que hasta ahora sigue siendo una tomadura de pelo por parte de Lozoya. Es tanta la necesidad del fiscal de empatar la realidad con los dichos del Presidente, que quiere esconder quién, hasta este momento, es el probadamente corrupto. Lozoya es sobre el único que hay evidencias en Brasil y Estados Unidos, donde se ventiló el caso Odebrecht por corrupción en 11 países, de que recibió dinero de la empresa, algo convenientemente soslayado por Gertz Manero.
Lozoya negoció con el fiscal impunidad a cambio de acusar a funcionarios del gobierno de Peña Nieto y a políticos del PAN –al menos dos con aspiraciones presidenciales– de ordenar y recibir sobornos para aprobar la reforma económica. Irónicamente, la primera denuncia en México por la corrupción de Odebrecht fue en 2017, presentada por el entonces director de Pemex, José Antonio González Anaya, contra Lozoya. Gertz Manero, que le ha dado toda clase de facilidades a Lozoya, ha ignorado la documentación internacional sobre la corrupción de Odebrecht, porque se quedaría sin caso.
La declaración más importante que mostraría el batidero que ha hecho Gertz Manero, referida anteriormente en este espacio, es la de Luis Alberto de Meneses Weyll, exdirector de Odebrecht en México, ante la fiscalía brasileña, donde aseguró que a la única persona que sobornó en México y le dio 10 millones y medio de dólares fue a Lozoya. Hilberto Mascarenhas Alves da Silva Filho, que era director de Operaciones Estructuradas, la oficina de Odebrecht para la pagaduría de sobornos, lo corroboró. “El pago fue para el presidente de Pemex, Emilio”, dijo. Según declararon, ningún otro mexicano fue sobornado, ni hubo dinero a ninguna campaña salvo para Javier Duarte, para gobernador de Veracruz en 2010.
En una parte de su interrogatorio se dio este intercambio entre los fiscales brasileños y De Meneses Weyll:
-Durante el periodo que ejerció el cargo de director general, ¿tuvo conocimiento que un alto funcionario de Pemex, a través de la Dirección de Operaciones Estructuradas de Odebrecht, recibió valores extraordinarios o sobornos para el beneficio de Odebrecht, por ejemplo, la adjudicación de contratos?
“Sí, yo conozco los pagos”, respondió De Meneses Weyll. “Yo solicité los pagos a la Dirección de Operaciones Estructuradas y generó, efectivamente, un beneficio”.
–¿Puede especificar?
“Autoricé los pagos como un reconocimiento (soborno) por una relación que existía”.
–¿Puede decir el nombre?
“Emilio Lozoya. Yo conocí a Emilio Lozoya (cuando) llegué a México en 2009. Él ejercía el cargo de director del Foro Económico Mundial y por ser mexicano tenía un conocimiento que consideré útil para definir mi plan. Así lo hicimos. De 2009 a 2012 tuvimos innumerables encuentros, siempre que él iba a México yo lo consultaba para que él me orientase de qué manera nosotros podríamos desarrollar negocios”.
“Las orientaciones resultaron positivas para nuestras pretensiones, al indicarnos qué empresarios podrían complementar nuestras (capacidades). Entre 2009 y 2012, diría que fue un consultor para estructurar los programas. Y en ese periodo nosotros tuvimos con él… una atención… En la medida que en 2012 pasa a tener una relevancia en… la estructura política-administrativa (del nuevo gobierno), se sumó esa consideración al interés mío en invertir en una relación que nos podría resultar beneficiosa”.
De Meneses Weyll admitió que, de no haber entrado Lozoya a la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto, el soborno habría sido “mucho menor”, y “entendía que (era justo para él) recibir un reconocimiento (soborno) por todo lo que nos apoyó en ese periodo… y yo autoricé… el pago de 4 millones (de dólares) para que él pudiera tener un posicionamiento efectivo”.
“De la misma forma me presentó a empresarios de Hidalgo, y también logramos una relación muy positiva, porque complementó nuestras competencias. Ahí estoy hablando del empresario Tapia… Industrias y Construcciones Tapia”, agregó De Meneses Weyll. La empresa de Juan Carlos Tapia se asoció con una filial de Odebrecht para hacer trabajos de mantenimiento en la refinería de Tula, y Lozoya utilizó una empresa de su hermana, ya fallecida, para la ingeniería financiera para recibir los sobornos de Odebrecht.
“Yo sentía apoyo por parte de Emilio Lozoya, y por ello, entendiendo que en la medida que él tuviese una posición de relieve, por conocernos y confiar, creí que podríamos tener a través de él un posicionamiento más efectivo. Esta evaluación se concretó efectivamente”, subrayó De Meneses Wyell. “Al asumir la Dirección General de Pemex, entendimos que tendríamos una persona en que confiábamos y en quien podríamos apoyar nuestras pretensiones en Pemex”.
Es fundamental que se combata la corrupción, pero sin olvidar que con Lozoya comenzó el caso Odebrecht. Gertz Manero no ha tenido una experiencia buena con él, quien no le ha dado evidencias sólidas, pero se ha embarcado en un discurso público contrario a esa realidad que no termina de cuadrar y que choca con las declaraciones de los exejecutivos de Odebrecht que señalan que a quien hoy protege es el corrupto.
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