El presidente Andrés Manuel López Obrador dio a conocer ayer la comitiva que lo acompañará a Washington a la cumbre de líderes de Norteamérica este jueves en la Casa Blanca. Es robusta, respondiendo no sólo al encuentro trilateral, sino a las reuniones bilaterales que sostendrá López Obrador con el presidente Joe Biden y el primer ministro Justin Trudeau, conforme a la agenda que impuso la Casa Blanca y los temas que incorporó el canadiense. De saque, le ganaron a los mexicanos, pero dependerá de la habilidad política que apliquen para colocar un tema específico de interés nacional que no quede como una mera ocurrencia coyuntural. Esperemos, pues, que el Presidente deje negociar a los profesionales.
La cumbre, a la que se le están llamando la de ‘los tres amigos’, como se le empezó a conocer en 2005, cuando se formalizó la Alianza para la Seguridad y Prosperidad de América del Norte, que se desvaneció en 2009, estará llena de imágenes de líderes sonrientes y probablemente comunicados amables y ambiguos, pero no será un encuentro sencillo, porque hay agravios de fondo entre los tres países, que la Casa Blanca quiso encuadrar dentro de sus intereses primarios y prioridades, como se apreció en el anuncio del encuentro la semana pasada, al establecerse los puntos a tratar, según la jerarquía estadounidense:
1.- “Una nueva ruta de colaboración trinacional” para erradicar la pandemia por Covid-19 y buscar una seguridad sanitaria en Norte América. Para este tema irá el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, no porque sea el mejor mexicano en el conocimiento de combate a pandemias, sino porque es el único que tiene López Obrador. La idea general es que si en toda la región se logra un cordón sanitario contra el coronavirus, el intercambio comercial será fluido, sin interrupciones en las fábricas ni disrupciones en las cadenas de proveeduría. A México le conviene porque la economía estadounidense está arrastrando a la mexicana, por lo que no deberá haber mayor problema, salvo en un punto: Estados Unidos encabeza a las naciones que quieren vacunar a los menores desde cinco años, y López Obrador y su zar contra el Covid-19 no quieren vacunar a ningún menor de 18 años que no esté en riesgo. Habremos de esperar a qué acuerdo final llegan el jueves.
2.- “Buscarán mayor competitividad y crecimiento equitativo”, para incluir el cambio climático. En este punto coinciden Biden y Trudeau –el primer ministro es un mayor cruzado del cambio climático–, pero chocan con López Obrador. Ha trascendido que Trudeau quiere enfatizar en el cuidado del medioambiente para limitar el incremento de la temperatura en 1.5 grados Celsius, pero encontrarán en López Obrador a un líder que no sólo ignoró la COP26, sino que ha rechazado proyectos de energía renovable. Al presidente mexicano no le interesa en absoluto entrar a discutir este tema, por lo que no extraña que nadie del gabinete energético haya sido incorporado en su comitiva. La molestia, más que preocupación de López Obrador, es que este tema sea contencioso con el gobierno y el sector privado estadounidense. Lo que piensen los canadienses no le importa en absoluto.
3.- “Fortalecerán la cooperación para tener una visión integral de la migración”. Aunque el tema parece inscribirse en la dinámica de la relación de México con Estados Unidos, el Covid-19 incorporó nuevos elementos de preocupación para Canadá. En todo caso, el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, y el director del Instituto Nacional de Migración, Francisco Garduño, serán quienes encabecen la discusión y negociación de los acuerdos finales. Biden y López Obrador, el estadounidense con algunos años de adelanto, han hablado de atacar las causas que producen la migración, lo que probablemente se reflejará en un documento final, aunque por la inclusión de Garduño, parece que la discusión central no estará en Centroamérica, sino entre el Suchiate y el Bravo. Los números de inmigrantes que han llegado a Estados Unidos por vía de México ha crecido a niveles sin precedente, lo que está presionando a Biden, por lo que un nuevo endurecimiento en México contra la migración está en el horizonte cercano.
4.- “Fortalecer la alianza norteamericana es esencial para reconstruir mejor –el llamado a la acción de Biden–, revitalizar el liderazgo de los ‘tres amigos’ y responder a un amplio número de desafíos regionales y globales”. Aquí hay grandes diferencias. “Reconstruir mejor” está en el proyecto de infraestructura de Biden, que tiene provisiones y estímulos para “Comprar en Estados Unidos”, dando preferencia a los proyectos internos que recibirán fondos federales. Con esto, que mina el acuerdo comercial norteamericano, sus socios, en particular los canadienses, podrían quedar excluidos de contratos multimillonarios del gobierno estadounidense. Esa tendencia proteccionista –vieja amiga de los demócratas– ha sido reclamada de manera más enérgica por Canadá, sin que le hagan caso.
En este mismo sentido, un tema tenso entre los tres países es la iniciativa de ley para otorgar créditos fiscales a quienes fabriquen vehículos eléctricos en Estados Unidos. La secretaria de Economía, Tatiana Clouthier, tendrá que convencer al Presidente que cuando Trudeau plante el tema en la reunión trilateral, lo apoye. Esos créditos fiscales beneficiarán a las tres grandes armadoras estadounidenses, en detrimento de las instaladas en Ontario y en varios estados mexicanos, al modificarse el proceso integrado en la fabricación de automóviles. López Obrador ha ignorado este tema, probablemente por sus fobias al sector privado, pero es fundamental que no le dé la espalda a Trudeau, porque la gran maquinaria de exportación mexicana es la automotriz.
López Obrador, quien lleva en su comitiva al secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, que explicará la reforma eléctrica, si acaso, y costeará los acuerdos a los que lleguen, haría bien en sumarse y sumar a Trudeau y no pensar que Canadá es inexistente, porque si juega egoístamente, como lo suele hacer, perderá un aliado táctico y la visión de Biden de tener “la región más competitiva y dinámica en el mundo”, será una realidad sólo para Estados Unidos.