David Monreal, es un político anormal. Luchó por ser gobernador de Zacatecas y ahora que llegó, no sabe qué hacer con el poder. La violencia, que ha sido parte de su hábitat como político por más de una década, ha desnudado su consistente incapacidad para enfrentarla. La inseguridad estaba desbordada cuando llegó, y ahora está peor. Pero Monreal quiere fugarse hacia delante. Apeló a Dios para que la paz regresara a Zacatecas, y cuando Dios no lo volteó a ver, acusó a la prensa de ser promotora de las organizaciones criminales. La desfachatez del gobernador Monreal es de antología.
La historia de David Monreal ha estado salpicada de sospechas de vinculaciones con el narcotráfico, y caminado de la mano con su vida pública. Hace poco más de 12 años llegó a la alcaldía de Fresnillo, la segunda ciudad más importante en Zacatecas, que es estratégicamente fundamental para los cárteles de la droga. Fresnillo se encuentra en el cruce de las cuatro grandes rutas de trasiego de drogas, la que conecta con los puertos del pacífico, la que une con el Golfo de México, la que llega de la Ciudad de México y el sur, y la que enlaza con los principales puntos de entrada a Estados Unidos.
Por ahí pasa todo tipo de drogas y durante mucho tiempo la plaza, como cuando gobernaba Amalia García el estado, estuvo en poder de Los Zetas. Los golpes que asestó el gobierno de Felipe Calderón a esa organización estuvieron a punto de desaparecerlos como cártel, al quedarse sin droga, que los llevó a mudar de actividad criminal, hoy altamente lucrativas como el huachicol y la trata. Empero, su debilitamiento animó a los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación a pelear por el control de esa entidad clave por los corredores de drogas que conectan con todos los nervios criminales del país, y enfrenten resistencia de los remanentes zetas, que tratan de revivir su poderío en el grupo de Los Talibanes.
Cuando estuvo en posición de hacer algo como gobernante local, Monreal no hizo nada. Peor aún, en 2009 la PGR con el apoyo del Ejército decomisó 14 toneladas y media en la planta deshidratadora de chiles San Felipe, propiedad de los hermanos David y Cándido Monreal. Siempre se dijo que esa droga se las habían ‘sembrado’, lo que despertó suspicacia por el volumen de droga incautada, que para tener una idea, era equivalente en peso a casi 121 mil botellas de vino. Si en efecto les sembraron droga, los Monreal nunca notaron la gran cosecha de marihuana que tenían en su planta.
La investigación terminó en lo que siempre concluyen las averiguaciones sobre políticos en México, en nada. Le dieron carpetazo o la congelaron a perpetuidad. David Monreal siguió creciendo sin más contratiempos que la violencia creciente en su ciudad hasta que en 2013 volvió una vez más a figurar en la parte roja de las noticias, cuando se reveló que la PGR había frustrado un atentado contra él y su hermano Ricardo, aunque las indagatorias se centraban en el entonces senador, hoy gobernador, como el objetivo principal. En este espacio se publicó en ese entonces que el Cisen había descubierto el plan para asesinarlo a partir de una investigación sobre delincuencia organizada sobre el empresario Arturo Guardado, metido también en el negocio de los chiles, iniciada en enero de ese año para determinar si estaba vinculado con Los Zetas.
Guardado había despertado el interés del Cisen por la forma como creció su negocio en sólo medio año. De empresario chilero con una gasolinera en Fresnillo, incursionó en la industria de la construcción y compró un canal por cable. La adquisición de dos nuevas gasolineras elevó la alerta por el involucramiento de Los Zetas en el huachicoleo, que instalaron gasolineras clandestinas y adquirieron concesiones a través de terceras personas.
El teléfono de Guardado estaba intervenido, y un mes antes del intento de asesinato, el Cisen escuchó que le decía a una persona no identificada que había enviado “gente” a la Ciudad de México para que “hicieran un trabajo”. El Cisen detectó a la célula, que se hospedó en un hotel cerca del Senado, y cuando le informaron a Guardado que tenían localizado a Monreal, de acuerdo con las escuchas, el empresario respondió: “Chíngueselo”. La célula y Guardado fueron detenidos. El empresario había tenido una relación muy estrecha con David Monreal, rota porque dos años antes su hermano desapareció en circunstancias extrañas en Zacatecas y se quejó de que no hicieron lo suficiente para encontrarlo.
Como en anteriores ocasiones con gobiernos panistas y priistas, salió sin que se le manchara el plumaje. Pero ahora, la violencia en Zacatecas lo tiene arrodillado. Por eso se encomendó a Dios, en uno de los lances más ridículos e irresponsables que pueda tener un gobernante. Y como no funcionó su clamor al cielo, no encontró mejor vehículo para responsabilizar de los crímenes en la entidad, que a la prensa. La desfachatez del gobernador se acercó a niveles de imbecilidad, porque la ligereza de sus palabras vulnera a la prensa pues al vincularla con una organización criminal, en automático la coloca como aliada de su adversaria.
Monreal dijo recientemente que había medios de comunicación “que se convirtieron en promotores de las organizaciones criminales”, y que son quienes, con su difusión, promovían “las escenas del terror de la estrategia del crimen”. El gobernador habló de manera ambigua. Pero si tiene pruebas de ello, que su Fiscalía actúe en consecuencia sin miramientos. Si no las tiene, que se calle la boca. Quizás esto será un poco tarde, porque con tantas declaraciones absurdas y encontrar culpables en quienes no tienen responsabilidad alguna de la inseguridad y la violencia, no pueden descartarse más asesinatos de periodistas en su estado. Si esto sucediera, habría que denunciarlo como cómplice por su irresponsabilidad.