Estrictamente Personal

Investiga EU a Gertz

El fiscal, pese a tener frentes abiertos por todos lados, sigue teniendo el respaldo del presidente López Obrador hasta donde se sabe.

El gobierno de Estados Unidos abrió una investigación contra un miembro estratégico del gabinete del presidente Andrés Manuel López Obrador, Alejandro Gertz Manero, el fiscal general de la República, bajo la lupa de Washington desde hace meses, renovando viejas suspicacias sobre el funcionario, que ha sido una persona de interés para los servicios de inteligencia de ese país desde hace poco más de 20 años. La investigación sobre Gertz Manero, envuelto en fuertes controversias por la forma como administra la justicia en México, es un tema del que ya está enterado el gobierno, aunque se desconocen las líneas incorporadas en la indagatoria.

Gertz Manero no ha cuidado el flanco de la relación con sus contrapartes estadounidenses. Una de las grandes molestias que arrastran con él en Washington es la forma expedita y superficial con la que exoneró al exsecretario de la Defensa, general Salvador Cienfuegos, de presuntos vínculos con el crimen organizado, contrario a la promesa del presidente López Obrador, a cambio de que lo liberaran en Estados Unidos para ser juzgado en México. Tampoco ha atendido el trato institucional, como sucedió durante la pandemia, cuando recibió a su contraparte en su casa, no en su oficina, en una bata de seda y pantuflas. La reunión de trabajo duró 180 segundos, porque consideraron que era una falta de seriedad del fiscal.

El nombre de Gertz Manero es conocido en las áreas de justicia e inteligencia de Estados Unidos desde que coordinó la Operación Cóndor contra el narcotráfico en Sinaloa, en 1975, y ha brincado varias veces en las agencias de inteligencia y seguridad de Estados Unidos en este siglo. La primera fue durante el primer semestre del gobierno de Vicente Fox, como secretario de Seguridad Pública.

Gertz Manero fue detenido por la DEA y la ATF –la Agencia Federal de Seguridad de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos– al llegar a Nueva York en un avión oficial del gobierno mexicano, con 50 mil dólares en efectivo y un pasaporte falso. Exfuncionarios que conocen los detalles de ese episodio revelaron que el entonces secretario de Seguridad Pública dijo que había ido a la ópera, pero no explicó por qué llevaba tanto dinero en efectivo –más de 10 mil dólares se tienen que declarar– o por qué no usó su pasaporte.

Al ser detenido, Washington lo notificó al gobierno mexicano. José Rodríguez, en ese entonces jefe de la estación de la CIA en México –poco tiempo después fue trasladado a Washington para encabezar la cacería de Osama bin Laden por el mundo–, se comunicó con su enlace, Genaro García Luna, en aquel momento jefe de la Agencia Federal de Investigaciones, quien lo informó inmediatamente al presidente Fox y al procurador general, Rafael Macedo de la Concha.

Fox le pidió a Jorge Castañeda, secretario de Relaciones Exteriores, que resolviera el problema generado por Gertz Manero, que lo trabajó de manera expedita con el Departamento de Estado para evitar que se hiciera público y para lograr que su colega de gabinete pudiera regresar a México. También se ordenó desaparecer toda documentación o huella del pasaporte falso que había utilizado Gertz Manero, quien, al regresar a México, recordó una persona, lejos de sentir pena por lo sucedido, acusó a Adolfo Aguilar Zínser, en ese momento responsable del efímero Consejo de Seguridad Nacional en Los Pinos, de haber sido quien les informó a las autoridades estadounidenses de ese viaje. Aguilar Zínser siempre lo negó.

Gertz Manero no sufrió ninguna sanción por parte del presidente Fox. El entonces secretario parecía inmune, y tampoco sufrió consecuencias cuando, en enero de 2001, como secretario de Seguridad Pública, bajo cuya responsabilidad estaban las cárceles federales, se escapó Joaquín El Chapo Guzmán del penal de Puente Grande, en Jalisco. Su gestión levantaba las cejas en México y Estados Unidos. Desapareció la Coordinación Metropolitana formada durante el gobierno de Ernesto Zedillo para reducir secuestros y robos, y canceló el cargo de zar del narcotráfico, una tarea que ocupó él mismo.

Los resultados en el combate al narcotráfico eran magros. El Cártel de Sinaloa había penetrado Los Pinos, y conocía las actividades diarias del presidente Fox. La insatisfacción de Fox con Gertz Manero crecía, pero, al no atreverse a cesarlo, buscó por terceras personas persuadirlo para que se fuera, lo que sucedió en 2004.

La conexión con el equipo de López Obrador se dio por medio de Alfonso Durazo, que invitó a Gertz Manero, al que trató como secretario particular del presidente Fox, a participar en el diseño para reducir la violencia. Gertz Manero aspiraba ser secretario de Seguridad Pública una vez más, pero el cargo recayó en Durazo. Cuando se creó la Fiscalía General de la República, la persona a quien el Presidente quería era Bernardo Bátiz, pero, al final, en una operación política de Palacio Nacional, quedó Gertz Manero.

No se tiene claridad sobre qué dependencia o agencia está investigando al fiscal general ni la fecha en que se abrió la pesquisa. Tampoco se sabe si a la indagatoria oficial se le han sumado líneas de investigación a partir de denuncias paralelas, como las presentadas en Estados Unidos en su contra por los hijos de su sobrina política, Alejandra Cuevas, o un paquete de grabaciones ilegales al fiscal que se sabe existen desde cuando menos 2020, donde, de acuerdo con personas que han escuchado fragmentos o saben de ellas, consideran que son explosivas.

El fiscal, pese a tener frentes abiertos por todos lados, sigue teniendo el respaldo del presidente López Obrador hasta donde se sabe, aunque un periodista bien informado, Mario Maldonado, sostiene que está firme la decisión en Palacio Nacional para que salga del cargo en el curso de los siguientes 30 días. López Obrador no ha dicho nada al respecto, y la investigación en Estados Unidos no es vista, en este momento, como una razón para que se vaya, porque el desgaste político y público del fiscal es posterior al conocimiento de la indagatoria en curso.

Consulta más columnas en nuestra versión impresa, la cual puedes desplegar dando clic aquí

COLUMNAS ANTERIORES

Las amenazas de un populista
Ante Trump, estrategias antagónicas

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.