La lucha por la gubernatura de Tamaulipas es entre Américo Villarreal, de Morena, y César Augusto Verástegui, de la alianza PAN-PRI-PRD. Pero detrás de las urnas se está dando otra lucha, entre el Cártel del Golfo y una amalgama de organizaciones criminales menores, y el Cártel de Sinaloa, que quiere aprovechar la coyuntura para ocupar la plaza. El botín es mayúsculo y se escribe con la letra mayúscula A, de aduanas. Diecinueve de las 50 aduanas en el país se encuentran en Tamaulipas, y entre Nuevo Laredo y Reynosa, dos de sus ciudades fronterizas, se concentra 30 por ciento de las operaciones nacionales.
El campo de batalla paralelo al electoral encuentra espacios en la inestabilidad tras el asesinato de Sergio Carmona Angulo en noviembre pasado en los suburbios de Monterrey, que tenía el control de esas dos aduanas y de otras tres, Matamoros, Camargo y Piedras Negras. El negocio, según conocedores de la actividad ilegal en las aduanas, asciende a medio billón de pesos, casi la mitad de la recaudación acumulada en las aduanas mexicanas el año pasado, que llegó a la cifra histórica de casi un billón y medio de pesos. Entre las 10 aduanas que más recaudaron se encuentran tres tamaulipecas, y de ellas, dos estaban bajo el control de Carmona Angulo.
Carmona Angulo financió a líderes de los principales partidos políticos, a funcionarios, y en los últimos tres años fue mecenas de Morena. Durante este tiempo su fortuna se multiplicó al haberse ampliado al contrabando, introduciendo combustible, mayoritariamente de la refinería de Deer Park, en Houston, adquirida recientemente por Pemex, que no pagaba impuestos. Personajes influyentes en la Ciudad de México, de acuerdo con personas que conocen de esas operaciones ilegales, tenían la mayor participación del negocio y lo protegían.
Para Carmona Angulo, la utilidad salía del precio por cada pipa. Comenzó con mil 500 dólares cada una, aunque llegó a subirla a 4 mil dólares. Los precios altos no se mantuvieron por el subsidio del gobierno federal a la gasolina, que provocó que el combustible costara menos en México que en Estados Unidos, lo que ralentizó el contrabando de manera temporal. Pero aun así, los mil 500 dólares eran un negocio redondo para todos.
De acuerdo con quienes conocieron su operación, de ese total, la mitad se quedaba en las manos de Carmona, que no era despreciable, pues por las aduanas que controlaba pasaban semanalmente unas mil 700 pipas. De esta forma se embolsaba unos 2 millones 550 mil dólares cada siete días. El 50 por ciento restante se repartía de la siguiente forma: la mitad de ese porcentaje se quedaba en la aduana, para repartirse entre funcionarios y agentes –que tenían alteradas las básculas–, 15 por ciento entre funcionarios estatales y otro 15 por ciento entre las organizaciones criminales con el control de la plaza. El 20 por ciento restante de esa mitad iba para los municipios alrededor de la aduana y para la Guardia Nacional.
El negocio daba una rentabilidad compartida, pero comenzó a alterarse después de que Carmona Angulo rompió su vieja relación con el gobernador Francisco Javier García Cabeza de Vaca en 2019, y se vinculó a Morena, a través de su publirrelacionista, Erasmo González, diputado por Ciudad Madero y presidente de la poderosa Comisión de Presupuesto del Congreso, quien lo presentó con el líder nacional del partido, Mario Delgado, a quien le financió su campaña por la dirigencia, e inyectó dinero en los estados donde le indicaba que lo hiciera. Sólo en dos de ellos hizo peticiones adicionales de que, a cambio, le dieran contratos en Tamaulipas, donde, en venganza contra el gobernador, financió campañas para presidentes municipales y el Congreso local –Morena ganó siete de ocho alcaldías y la mayoría legislativa–, y Sinaloa, donde propuso a Américo Villarreal como delegado del partido.
Ese movimiento fue un desafío para las organizaciones criminales en Tamaulipas. Al hacer Morena candidato a la gubernatura a Villarreal, una apuesta de Carmona Angulo, sus opositores comenzaron a señalar que sería la entrada del Cártel de Sinaloa al estado. Todo crujió al desequilibrarse el control de territorios. En Nuevo Laredo lo tiene el Cártel del Noreste, que es una escisión de Los Zetas; en Reynosa se ha venido posicionando el Cártel Jalisco Nueva Generación; en el centro y sur del estado se encuentra el Cártel del Golfo, que tuvo un desprendimiento absorbido por el gobierno estatal al formar el Grupo de Operaciones Especiales, una fuerza de tareas de acción rápida. En esa región también se encuentran Los Zetas, con quien el Grupo de Coordinación Tamaulipas vinculó desde hace años a Verástegui.
El asesinato de Carmona Angulo alteró el statu quo y, hasta la fecha, no ha habido un relevo poderoso que controle las aduanas. El costo de las gasolinas entre México y Estados Unidos ha permitido que no se agudicen los enfrentamientos en la lucha por las aduanas, pero no se cree que esta situación perdure mucho tiempo más. La variable es la percepción de que, si Villarreal gana la gubernatura, se abrirá la puerta para la llegada del Cártel de Sinaloa.
De las seis elecciones que hay el domingo, la de Tamaulipas es la que más atención y preocupación ha causado, no en México, sino en Estados Unidos, donde la DEA investigó a Carmona Angulo desde hace dos años y fue acumulando evidencia de la presunta vinculación de esos dos candidatos a gobernador y de García Cabeza de Vaca, con los cárteles de la droga. Documentos del gobierno estadounidense incluyen testimonios, registros de operaciones ilegales, fotografías de reuniones e intercepciones de comunicaciones que sustentan las presunciones.
Asimismo, tiene una indagatoria sobre los pasajeros de vuelos en un avión de Carmona Angulo donde viajaron, presuntamente, Delgado, funcionarios federales, de Sinaloa, Sonora y Tamaulipas, así como, al menos, 10 personas consideradas ‘cercanas’ al presidente Andrés Manuel López Obrador. Tamaulipas arde por dentro, pero dependiendo del resultado, se verá si explota en más violencia o se mantiene el estado de cosas vigente hasta ahora.