Mi pueblo y mi autoridad moral, dijo el presidente Andrés Manuel López Obrador el 3 de octubre, son mi escudo protector. “Pueden sacar lo que quieran, el cash, cualquier cosa,”, afirmó al referirse a un libro que comenzará a venderse la próxima semana, “nada más no me meto en cuestiones personales, sentimentales; eso no me corresponde”. Escrito por la periodista y escritora Elena Chávez, que estuvo casada 18 años con César Yáñez, sombra y escudero inseparable del hoy Presidente en todo ese tiempo, el libro se titula El rey del cash (Ed. Grijalbo), y no se trata de hacer ajustes de cuentas personales, sino es un testimonio documentado sobre la deshonestidad de quien ha hecho de lo contrario, una bandera moral.
En la presentación del libro de 290 páginas, que contiene 26 capítulos y anexos, la autora adelanta que “evidencia cómo el poder ha sido el gran amor y obsesión del Presidente, y cómo el odio y el resentimiento han sido el alimento que lo sostiene”. Si bien esa es una percepción generalizada sobre López Obrador, el valor que añade es que está analizado por una persona que lo conoció con Yáñez en lo más íntimo de sus alegrías, frustraciones y molestias, que puede describir, como lo hace, “una historia llena de traiciones políticas, ambiciones personales, infidelidades, abusos laborales, corrupción y autoritarismo”.
Lo personal en el caso de López Obrador es político, y la temática del libro aborda la corrupción y deshonestidad en su círculo íntimo, que es lo único que lo golpea por debajo de la línea de flotación. Hasta ahora los obuses de corruptelas en su entorno los ha esquivado con daños efímeros. Qué sucederá tras las revelaciones del libro, dependerá de cómo crezca la ola de indignación y cómo, a través de sus legiones digitales, minimizan el golpe y voltean la conversación.
Hasta ahora, tras la estrategia mercadológica de Amazon al anunciar la preventa del libro, que desató versiones de intentonas de Palacio Nacional por evitar su salida –que la autora niega haya pasado–, lo que subraya el interés y el morbo, el Presidente ha minimizado la obra. Ya veremos su reacción, porque Chávez lo deja mal parado.
Un capítulo importante lo ubica en el número 64 de la calle San Luis Potosí, en la colonia Roma de la Ciudad de México, por mucho tiempo oficina alterna de López Obrador, que también fue su cuartel general durante campañas presidenciales, como la de 2006, cuando, tras pedir licencia como gobernante del entonces Distrito Federal, todos los lunes a las cinco de la tarde –la autora dice que el número 5 es cabalístico para él– hacían fila autoridades capitalinas para rendirle cuentas, pese a que quien gobernaba en ese entonces era Alejandro Encinas.
Quien los recibía, recuerda Chávez, era Alejandro Esquer, desde entonces el hombre de todas las confianzas de todos los temas privados de López Obrador, y de quien es hoy secretario particular. A cada funcionario capitalino que llegaba, Esquer lo recibía con una copia del organigrama y estructura de su oficina, y en función del número de empleados en la nómina, les decía la cuota que tenían que entregarle mensualmente. La autora dice que para alcanzar los montos del impuesto electoral –esta definición es personal, no de Chávez– funcionarias y funcionarios se vieron forzados a imponer un “moche voluntario”, que institucionalizó el entonces oficial mayor del gobierno central, Octavio Romero Oropeza, actual director de Pemex, de 10 por ciento, y que se extendió como subsidio a López Obrador todo el sexenio de Marcelo Ebrard, y una parte del de Miguel Ángel Mancera.
A cambio del dinero para López Obrador, les permitían ver al “candidato”, quien los felicitaba por su buen desempeño. Era un bumerán, de acuerdo con lo que señala el libro, porque quienes más dinero llevaban eran designados por López Obrador como operadores en los estados, para construir estructuras electorales, pero con dinero de su bolsillo. Esto produjo un probable desvío de recursos y peculado en el gobierno capitalino, porque descalfó a varias secretarías, pues el presupuesto que tenían asignado se iba, en parte, a López Obrador.
Aun así, señala Chávez, el dinero no le alcanzaba a López Obrador, por lo que se crearon nóminas fantasma con personal inexistente dentro del gobierno capitalino, y generaron programas sociales que nunca existieron realmente, como un programa de becas en la Asamblea Legislativa de la Ciudad de México en 2011 de 250 millones de becas, de las que se entregaron sólo 5 por ciento.
El dinero en efectivo, el cash, que da sentido y dirección al título del libro, se lo entregaban a Esquer en bolsas y portafolios en su oficina, justo enfrente de la de López Obrador, a quien le informaba quién y cuánto había llevado. Los recursos eran trasladados a la Fundación Honestidad Valiente, que manejaba el operador electoral de López Obrador y hoy senador Gabriel García Hernández.
La opacidad de la fundación y la deshonestidad de López Obrador fue abordada en este espacio en 2016, pero las autoridades federales perdonaron en su momento al tabasqueño y a su equipo, según apuntaban las investigaciones, presuntos delitos de fraude, abuso de confianza y manejo de recursos de procedencia ilícita. Por menos, el gobierno de López Obrador ha iniciado casos de delincuencia organizada y lavado de dinero a críticos y opositores.
El libro narra este tipo de episodios, como uno con Guadalupe Acosta Naranjo, a la sazón uno de los líderes del PRD, que le llevó un cheque por 300 millones de pesos de las prerrogativas del partido del entonces Instituto Federal Electoral, para su segunda campaña presidencial. Según confirma Chávez, López Obrador gastó 150 millones de pesos en la campaña y nadie supo qué hizo con los 150 millones restantes.
Por años se ha cuestionado a López Obrador que la mayor parte de su vida pública ha carecido de empleo. Sus explicaciones fiscales no dan. Ahora, Elena Chávez arroja luz sobre el origen de sus opacos ingresos.
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