Una vez más, el presidente Andrés Manuel López Obrador minimizó el hackeo de millones de correos electrónicos de la Secretaría de la Defensa Nacional. Dijo que lo más fuerte tenía que ver con su salud. Se equivoca, y ante su desinterés por el hackeo más grande de la historia y su incomprensión por la magnitud de lo que está por venir, en el Ejército están muy preocupados. Ahí saben perfectamente lo que tienen los correos, y las alarmas no son gratuitas.
Lo publicado hasta ahora supone que es la parte del paquete de 36 mil correos enviados a periodistas que pasaron el primer filtro de seguridad que estableció, de manera extraordinaria, el grupo de hackers que se hace llamar Guacamaya. Después de pasar esa verificación, recibieron seis carpetas con seis terabytes en total.
Según un cálculo de la empresa Dropbox sobre cuántos archivos caben en un tera, multiplicados por seis, el hackeo de Guacamayas podría incluir 39 millones de páginas de documentos (archivos de Office y PDF), un millón y medio de fotografías tomadas con una cámara de 12 megapixeles, y tres mil horas de video de alta definición.
Las carpetas son tan pesadas que han tardado en ser descargadas, cada una o con varias computadoras trabajando simultáneamente, de dos a tres semanas, lo que lleva a una conclusión inicial de que todo lo que ha aparecido en la prensa no corresponde a los contenidos en los seis terabytes, sino a los 36 mil correos distribuidos inicialmente. Si lo difundido corresponde a ese paquete limitado, donde ya se dibuja la colusión de miembros prominentes de Morena con los cárteles de las drogas y detalles generales sobre las actividades de la familia presidencial, se puede conjeturar que nada, pese a la gravedad de varios de los materiales difundidos, se compara con el potencial de los seis terabytes.
Se puede hablar con esa seguridad sin especular. Los militares son muy rigurosos en la generación de reportes con información cruda. Y si bien entre los correos hay cientos que, para efectos de interés público, no tienen relevancia, como síntesis de prensa, habrá muchos más que empiecen a revelar relaciones incómodas, por ejemplo del Ejército y el gobierno con los poderes Legislativo y Judicial, o incluso muestren, como algunos de los correos han ido delineando, actos de corrupción de las autoridades.
Una vez bajados los seis terabytes, las carpetas que sólo aparecen numeradas serán procesadas a través de programas que, con inteligencia artificial, irán estableciendo métodos y atajos para búsquedas rápidas y sofisticadas, proporcionando a la prensa las herramientas para encontrar y vincular de una manera electrónica lo que hasta ahora se ha hecho prácticamente manual. Lo que se pueda encontrar dependerá de la creatividad en cómo se busca la información y los cruces que se hagan para descubrir los vínculos hasta de lo que incluso parezca inocuo. De esta forma, por mencionar tres probabilidades de información, se podría buscar lo siguiente:
1.- Todos los correos electrónicos durante las cuatro semanas previas a la visita del Presidente a Badiraguato, donde se detuvo a saludar a la madre de Joaquín el Chapo Guzmán. ¿Qué producirían? Quién y cómo negoció esa visita con el Cártel de Sinaloa y la familia del Chapo.
2.- Sobre el aeropuerto Felipe Ángeles y el Tren Maya, donde está involucrado el Ejército, aparecerán las empresas a las que subcontrató, y probablemente cuántas y cuáles de ellas fueron impuestas por Palacio Nacional. Una vez que sean identificadas, se podrán cruzar las actas constitutivas en el Registro Público de la Propiedad, con personas en el gobierno, que determinarían eventuales actos de corrupción.
3.- Se conocerán las bitácoras de todos los viajes del Presidente, y con quién o quiénes se reunió.
Estos tres temas, de los que seguramente se hablará en los correos hackeados, ya sea que confirmen o desmientan estas hipótesis de trabajo, deberían de ser motivo suficiente para que el Presidente dejara de lado la frivolidad con la que está enfocando el problema que, además, debería analizar bajo la perspectiva político-electoral. Quizás así vea el hackeo más allá de su nariz.
Veamos tiempos estimados para que la información de calidad pueda ir surgiendo.
Si en este momento, medios y periodistas tienen descargadas aproximadamente la mitad de las carpetas, podría concluirse esta etapa en dos o tres semanas más, si no persisten fallas en la descarga y existen los recursos para pagar el almacenaje, lo que nos ubicaría aproximadamente en la tercera semana de noviembre.
Una vez en ese punto, los programadores podrán empezar a hacer su trabajo, que podría estar listo para operar un sistema con los seis terabytes, en uno, dos o tres meses más, que nos colocaría en mediados de febrero. Como explicó un programador, con este tipo de volumen, la información de mayor calidad no sale inmediatamente, sino en el mediano y largo plazo, debido a que la inteligencia artificial va depurando, aprendiendo de lo que se le pida, y proporcionando mejores rutas para acceder a mejor información.
Con estos tiempos, ese inicio de información de calidad coincidirá con el arranque de las campañas para gobernador en el Estado de México y Coahuila. Si tomamos como base lo que se ha publicado, la probable vinculación de políticos importantes de Morena con el narcotráfico se va a hacer más patente y expansiva, al llegar en el punto de la maduración de los programas, que, dado el monumental volumen de archivos, hará que las revelaciones se extiendan hasta 2024 y también empaten con la campaña presidencial.
El hackeo será una fuente prácticamente inagotable de información, por los contenidos individuales y por la vinculación y contextualización de lo que ahí se narra. Hasta ahora, con los 36 mil correos, el Ejército y Morena han sido los más afectados en imagen y reputación. Estadísticamente se ve difícil que esto se modifique, por lo que, como dicen los tabasqueños, lo mejor de todo es lo peor que se va a poner.
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