La desaparición de cinco jóvenes el fin de semana en Lagos de Moreno es un caso empapado en el misterio, sobre el que hay diversas hipótesis, pero aún no existe conclusión alguna. La clave para desentrañar el secreto de lo que les sucedió y por qué les pasó se encuentra en el video de un minuto con 25 segundos que circuló en las redes sociales, que primero fue cuestionado en su veracidad por la fiscalía de Jalisco, pero después lo incorporó a la carpeta de investigación, presumiéndose su veracidad. El video es terrorífico y se atora en la garganta para quien no está acostumbrado a ver escenas, literalmente, dantescas.
El video sobre el cual están trabajando las hipótesis de trabajo no es una grabación normal. La única organización criminal que videogrababa sus ejecuciones eran Los Zetas, pero el material que tienen las autoridades estatales y federales rompe completamente con los que producía esa organización. Los Zetas mostraban a sus víctimas torturadas, incluso mutiladas y, en ocasiones, mostraban el momento en que directamente frente a la cámara las degollaban.
En el que circuló (cuidado: la descripción que se hará a continuación es muy cruda y podría ser perturbadora), un joven se ve al fondo, hincado, junto a otro ensangrentado. Entonces le arrojan una piedra para que golpee a su amigo y después le lanzan un cuchillo para que se lo clave. No se escucha qué tipo de instrucción le dan, pero con una mano indecisa comienza a enterrárselo en el cuello. En un momento, el joven da la impresión de ya no querer seguir haciéndolo y se detiene por unos instantes. La forma como actúa es de no querer hacer lo que le pidieron.
El video con el que están trabajando las autoridades no apunta a que sea un ajuste de cuentas entre criminales, ni siquiera por equivocación. Una fotografía adicional al video muestra a los cinco jóvenes golpeados en la cara, pero sin señales de que hubieran sido torturados. Ese material parece tener otro origen y destino.
Lagos de Moreno es una zona que, si bien está asediada por el Cártel de Sinaloa/Pacífico en la frontera con Zacatecas y Aguascalientes, se mantiene bajo el control total del Cártel Jalisco Nueva Generación. La ciudad, cabecera del municipio homónimo, se ve generalmente vacía, pero está rodeada de fincas ganaderas y lecheras donde hay una importante población flotante de trabajadores migrantes que residen en Estados Unidos, donde se mueve el líder absoluto de la organización jalisciense, Nemesio el Mencho Oseguera, que utiliza sus grandes terrenos como pistas para sus avionetas, que son su principal medio de transporte.
De hecho, la grabación que analizan las autoridades tampoco es característica de los que difunde esa organización, que siempre muestran sus armas y capacidad de fuego vestidos en uniformes tácticos. Las autoridades, sin embargo, estiman en sus hipótesis que la privación de la libertad de los jóvenes sí fue hecha directamente por instrucciones de algún jefe del cártel en la zona –la presunción es sobre Gonzalo Mendoza Gaytán, el Sapo, jefe regional en la costa norte, la Sierra Madre Occidental y en la región Valles–, pero no necesariamente como una acción orgánica de la banda criminal.
El video bajo análisis registra en un momento que una persona vestida de negro, con un celular en la mano, pasa frente a la cámara grabando, a su vez, lo que estaba haciendo un joven al otro. Esas escenas no tienen nada que ver con los materiales clásicos que videograban los criminales, sino con un propósito muy distinto. ¿Cuál sería si no hay elementos objetivos para concluir que se trató de un conflicto entre organizaciones delincuenciales? Es lo que falta por determinarse, así como la información para saber si esa persona vestida de civil, con ropa casual, sólo grababa o estaba transmitiendo las imágenes en vivo hacia alguna dirección.
Las imágenes de los jóvenes sugieren que quienes los privaron de su libertad los pusieron a pelear. Los moretones en las caras son de puños, no de patadas o de golpes con armas, que es lo que hacen los sicarios con sus víctimas. En este sentido, toma relevancia –y punto de partida para otra línea de investigación– la entrevista al padre de uno de los jóvenes que hizo Enrique Acevedo en el noticiero estelar de Televisa, En Punto, el martes pasado, donde dijo que su hijo y uno de sus amigos –el menor que aparece en una de las fotografías que les tomaron– practicaban boxeo.
El misterio que envuelve la desaparición y suerte de los jóvenes no esconde la impunidad con la que se mueven los criminales en esa región de los Altos de Jalisco, que cuentan con protección institucional dentro de las áreas de protección civil municipal y estatal, ni el desastre que tiene en materia de seguridad el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, que admitió públicamente que el narcotráfico quiere desestabilizar al estado con ataques “irracionales, violentos y directos” que exigen, dijo, una reacción del Estado mexicano.
Alfaro está atrapado en la cadena de violencia cruel del Cártel Jalisco Nueva Generación, a la cual atendió con desidia –reflejado por su bajo interés en participar en las mesas de seguridad– y anteponiendo la política a sus acciones, al permitir que su gabinete se resistiera a compartir información con las autoridades federales, argumentando que son autónomos. Hablar de que hay un proceso de desestabilización en Jalisco es llevar el fenómeno de la violencia criminal al ámbito político, lo que es un intento por desviar la responsabilidad que tenía y que incumplió.
La desaparición de los jóvenes en Lagos de Moreno lo ha dejado expuesto, al haber tomado una tracción nacional que no habían tenido casos similares anteriores. Se le empiezan a cobrar facturas a su negligencia por no atajar y atender la inseguridad, que obliga a su fiscalía a resolver este crimen de manera certera y expedita. Hacerlo no borrará la incompetencia de Alfaro en este campo, pero lo ayudará a que no comience su caída en picada.