Estrictamente Personal

Exhiben al esquirol

Dante Delgado ha rechazado cualquier posibilidad de forjar una alianza con el PRI, pese a que él, producto de ese partido, no deja de reclutar priistas para alimentar a su partido.

A nadie le habrá extrañado la ruptura en el partenón de Movimiento Ciudadano. Tras semanas de escarceos, el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, disparó contra el líder del partido, Dante Delgado, al que acusó de querer someter a todos a su voluntad. ¿A qué se refería Alfaro, que gobierna el estado que mayor peso político y económico le ha dado a la franquicia que construyó Delgado? A su resistencia a formar alianzas para la elección presidencial en 2024, con lo cual, como lo hizo al no postular candidato para la gubernatura del Estado de México, terminó haciéndole el trabajo sucio al presidente Andrés Manuel López Obrador.

Delgado se ha defendido públicamente de esa imputación generalizada y rechaza que le llamen traidor. En discursos y ejercicios epistolares, Delgado ha sido un fuerte crítico del Presidente, pero en los hechos las cosas son distintas. En el Senado, donde es coordinador, el récord de voto de Movimiento Ciudadano es de mayor apoyo a las iniciativas de López Obrador. Y en las negociaciones para formar alianzas, ha rechazado cualquier posibilidad de forjar una con el PRI, pese a que él, producto del epílogo del PRI autoritario, no deja de reclutar priistas para alimentar al partido.

Político experimentado, Delgado se maneja de forma hipócrita. Ayer, al responder a los señalamientos de Alfaro, el senador dijo que Movimiento Ciudadano está por encima de las decisiones personales y que las elecciones de 2024 pondrán a prueba a todos. Es cierto lo que afirma, pero es posible argumentar que no necesita comenzar el proceso electoral para saber que Delgado, contra lo que dice, está jugando por sus intereses personales –lograr una votación para tener más diputados y senadores y, por ende, más recursos–, y no por lo que desea la oposición, derrotar a López Obrador y a Morena el próximo año.

Hay una lógica estratégica del líder de Movimiento Ciudadano, que es ampliar el número de curules y escaños, a cambio de sacrificar la elección presidencial de 2024 y apostar por ella, como ya lo anticipa, en 2030. La contradicción es que la ruta escogida no coincide con sus cuestionamientos sobre lo que ha hecho López Obrador como presidente, su falta de gobernanza y el abandono de sus ideales. Esta dualidad de pensamiento confirma que su interés personal, ganar legisladores y recursos para la franquicia, es superior al interés de la oposición. Está dispuesto a olvidarse de lo que piensa del Presidente y lo que ha hecho con el país, de acuerdo con sus propias críticas, si ello satisface su objetivo personal.

El quiebre que presidió la ruptura de Alfaro se dio en una reunión de los líderes nacionales de Movimiento Ciudadano en la Ciudad de México hace dos semanas, donde analizaron si se sumaban al Frente Amplio por México que integran PAN, PRI y PRD. Alfaro, Luis Donaldo Colosio, presidente municipal de Monterrey, y Clemente Castañeda, coordinador del partido en el Senado, plantearon la conveniencia de sumarse al Frente en la elección presidencial, a lo que se opusieron Delgado, el gobernador de Nuevo León, Samuel García, y el coordinador del partido en la Cámara de Diputados, Jorge Álvarez Máynez. Al no llegar a ningún acuerdo, Delgado propuso mantener un diálogo abierto sobre el tema, que no se hizo.

La ruptura de Alfaro es muy seria para Movimiento Ciudadano porque Jalisco no sólo es donde más votos tiene el partido, sino de donde más recursos obtiene. Nuevo León es el otro estado que sostiene a Movimiento Ciudadano, y aunque el gobernador García se sumó a Delgado en su rechazo por sumarse al Frente, por la razón objetiva de que el PRI y el PAN no lo sueltan en el Congreso estatal y obstaculizan a su gobierno, no coincide plenamente con el líder del partido y ha estado en situaciones cercanas al quiebre por la toma unipersonal de sus decisiones.

Delgado, sin el apoyo de Alfaro, entra a una nueva realidad, como también Movimiento Ciudadano como partido. Las declaraciones de Delgado, de que el partido es una fuerza poderosa que no necesita de aliados, son una farsa. Luis Carlos Ugalde, exconsejero presidente del Instituto Federal Electoral –hoy INE–, publicó una columna en EL FINANCIERO este martes, donde lo demuele. La tituló Los sueños guajiros de MC, que bien podría haber cambiado el nombre del partido por el de Delgado.

Ugalde destruye sus dichos de tener en Colosio y García a dos potenciales candidatos a la Presidencia, que para él no sólo es una forma de “blofear” en la mesa de negociaciones, sino que ninguno ha expresado su interés por contender. A este planteamiento habría que añadir que lo que se está cocinando para los dos, que ratifican lo señalado por Ugalde, es llevar a Colosio en el Senado, junto con Mariana, la esposa de García.

Otro punto destacado por Ugalde son los sueños de grandeza de Delgado, que sólo son retóricos. Delgado dice que Movimiento Ciudadano es la segunda fuerza política del país, pero, precisó Ugalde, es la cuarta fuerza en cuanto a diputados –detrás de Morena, el PAN y el PRI–, y tercera en el Senado, gracias a que casi una decena de priistas en esa cámara renunciaron recientemente a su partido. Con respecto a la candidatura presidencial, hoy obtendría 7 por ciento del voto nacional, muy por debajo del PAN y el PRI.

Vistos los números, Movimiento Ciudadano no tendría ninguna posibilidad en la elección presidencial, pero si insiste en un candidato independiente del Frente o no presenta ninguno, como hizo en el Estado de México, le quitaría a la oposición el poder tener eventualmente 7 por ciento de la votación nacional, que, en una elección presidencial como se está perfilando para 2024, podría ser la diferencia entre ganar y perder.

Todo esto lo sabe Delgado, veterano político y estratega. Pero también cree, como ha llegado a decir en privado, que hay tiempos para pelearse con López Obrador, y tiempos donde no hay que hacerlo, como en 2024, donde, por el momento, está quedando como un esquirol de la oposición.

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