Previsible como siempre, el presidente Andrés Manuel López Obrador se le fue encima al Frente Amplio por haber cancelado la última fase del proceso para definir su candidata presidencial. Lo llamó “comedia” y una “farsa”, un “desfigure completo” que coronó con sarcasmo al decirle a la aspirante priista: “Ni modo, Beatriz, nos ganaron”, evocando al presidente Adolfo Ruiz Cortines, quien, cuando un muy amigo suyo, el todo poderoso secretario de Agricultura, Gilberto Flores Muñoz, que se pensaba el elegido para sucederlo, lo atajó antes de que le reclamara porque el candidato sería Adolfo López Mateos: “Ni modo, Pollo, nos ganaron”.
López Obrador es visto como el ganador en esta primera fase de la sucesión, porque la forma como concluyó el proceso el Frente le inyecta combustible a denostarlo. Pero en realidad perdió. No logró romper la cohesión del Frente, ni descarrilar a Xóchitl Gálvez, ni lograr que los priistas se pelearan con el PAN y el PRD, mientras impulsaba a Beatriz Paredes y criticaba a su partido porque le había dado la espalda.
Pero sobre todo fracasó la maquinaria de Morena que estaba trabajando para intervenir en la consulta del Frente, prevista para el domingo, que pretendía darle una fuerte votación a Paredes para provocar una crisis en la oposición y deslegitimar a Gálvez, que en todas las encuestas públicas aventajaba a la priista. También se frustró otro tipo de operación que se puso en marcha en algunas zonas del país gobernadas por Morena, coincidente con los intereses presidenciales, que fue la participación de grupos del crimen organizado con dinero.
La intervención fue detectada la semana pasada y continuó en los primeros días de la semana. Lo primero que notaron en el Frente fue que los operadores a cargo de la movilización en varias partes del país comenzaron a ver dinero más allá de los recursos de que disponían para los trabajos, de fuentes que no identificaron en un principio, pero que más se fueron focalizando en personas vinculadas con el crimen organizado. Las alertas llegaron a la mesa del Frente, y comenzaron a reconsiderar la consulta por la forma como se estaba contaminando, que en ese momento se sumaba a los temores de que Morena se entrometiera en el proceso.
Desde finales de la semana pasada los líderes del Frente pensaron que era mejor no llegar a la consulta. El líder del PRI, Alejandro Moreno, platicó el viernes con Beatriz Paredes, para explicarle lo que habían descubierto y pedirle que declinara a favor de Gálvez. Paredes respondió que no la presionaran y no repetir el caso de Santiago Creel, que el PAN forzó a declinar para cohesionar el apoyo azul en Gálvez, y le aseguró que reconocería los resultados de la encuesta.
Moreno se lo comunicó a Marko Cortés y Jesús Zambrano, líderes del PAN y del PRD. Sin embargo, hubo señales que inquietaron a los panistas. La encuesta de tierra estaba programada para comenzar el viernes pasado, pero Paredes presentó una impugnación en el Comité Organizador para que iniciara hasta después del último foro, que se celebró en Mérida. En el foro Paredes volvió a desconcertar a los líderes del Frente, cuando dijo que no declinaría porque si las mujeres repetían “el modelo patriarcal de los arreglos” y fingir que la sociedad civil participaba, “estamos jodidas”.
Paredes provocó una crisis la misma noche del foro, porque Cortés y Zambrano le reclamaron a Moreno, que les aseguró que se bajaría de la contienda, y lo cuestionaron si iba a traicionar los acuerdos. Al día siguiente Paredes y Moreno regresaron a la Ciudad de México en el mismo avión. Para entonces ya había mucha tensión entre los dirigentes del Frente, que se agudizaron por la declaración de Paredes, que Moreno le reclamó en el vuelo.
Paredes justificó su frase por la emotividad del momento, y que lo señaló como respuesta a las muchas afirmaciones de que declinaría. Paredes, dijo a cercanos, había sentido demasiada tensión el fin de semana y que en la comida que tuvieron en Mérida el sábado, notó mucha molestia contra ella, que fue creciendo. Moreno estaba muy molesto con Paredes porque consideraba que no había respetado lo platicado, y se lo dijo.
Las presiones para cancelar la consulta crecían, pero la ruta planeada para que ella se retirara de la contienda se mantenía para el martes. En ese contexto Moreno declaró el lunes que el PRI iba a fijar su posición el miércoles, pensando en los intereses del partido y no de una persona. La afirmación del líder priista fue disfrazada como una entrevista “banquetera”, que es como se llaman a los encuentros fortuitos con la prensa donde se hacen preguntas y se obtienen respuestas, donde socializó lo que le había anticipado a Paredes desde la semana anterior.
La incertidumbre provocada por las posiciones públicas de Paredes coincidió con el arranque de la encuesta de vivienda, donde detectaron otras estrategias de las que no eran responsables Gálvez ni Paredes, los push polls. Estos push polls son encuestas tendenciosas telefónicas donde inducen a la persona a responder. Este tipo de sondeo es pagado por la persona a la que se quiere promover, pero lo que detectó el Frente era que las preguntas manipuladas eran para apoyar a Paredes, que no sabía nada de que se estaba haciendo ese trabajo en su nombre.
Dentro de los liderazgos del Frente había certeza de que Morena estaba tratando de influir la consulta –una posibilidad que siempre estuvo presente– y de que había recibido ayuda –una vez más, deliberadamente o no– de células del crimen organizado. Eliminar la consulta se volvió prioritario, por lo que con 70 por ciento de la encuesta de vivienda computada, donde ya no había forma de revertir la tendencia del voto, el Frente la hizo pública este miércoles, obligando a Paredes a reconocer su derrota.
El costo político de haber cancelado la consulta, habían concluido los líderes del Frente, fue mucho más bajo que el beneficio de haberla cancelado, porque estaban seguros iba rumbo al fracaso.