Pocas horas después de que la Junta de Gobierno de la UNAM anunció que por unanimidad había seleccionado a Leonardo Lomelí como nuevo rector para los próximos cuatro años, hubo una reunión en su casa, a la que asistieron personajes de distintas corrientes y posiciones para celebrar el nombramiento. Fueron dos exrectores de este siglo, José Narro y Francisco Barnés, pero también estaba Irma Eréndira Sandoval, la primera secretaria de la Función Pública del gobierno de Andrés Manuel López Obrador y su esposo, el polémico John Ackerman. Estaban sus viejos amigos y colegas de la Facultad de Economía y personas que desde diferentes trincheras trabajaron para que ganara el proceso.
Al presidente López Obrador no le gustó el nombramiento. Pero da igual. Al Presidente no le gusta nada que no sea él mismo. Dijo que “era más de lo mismo”, pero nadie realmente lo siguió. López Obrador, que suele hablar con ligereza, agregó que ya no había economistas universitarios como Ifigenia Martínez, la muy respetada exdirectora de la Facultad de Economía que defendió a sus estudiantes de las garras militares en 1968, pero recibió de la maestra una bofetada con guante blanco. Lomelí, confió, hará un buen trabajo como rector.
Gerardo Esquivel, que trabajó por años al lado de López Obrador y fue uno de los arquitectos de su política económica, felicitó a Lomelí en las redes sociales. Alicia Bárcena, secretaria de Relaciones Exteriores, hizo lo mismo. Colaboradores cercanos al Presidente se comunicaron con Lomelí para felicitarlo. “Lomelí y (Luis) Álvarez-Icaza eran lo más cercano que había a la ‘4T’”, dijo una persona allegada a la precandidata presidencial Claudia Sheinbaum, al hablar sobre la decena de candidatos a la Rectoría, por su inclinación a defender el pensamiento libre.
López Obrador, que no le perdona al rector saliente, Enrique Graue, el proceso de revisión de la tesis plagiada de la ministra Yasmín Esquivel, tiene en su equipaje un rencor inexplicable contra la UNAM, y en especial la Facultad de Economía, de la cual fue director por ocho años Lomelí, a la que regularmente fustiga diciendo que el neoliberalismo se apoderó de ella y que nunca criticaron ese modelo económico que dominó el mundo en el último cuarto del siglo pasado. En una de esas ocasiones Lomelí, para entonces secretario general de la UNAM, le respondió con elegancia. El primer libro crítico del neoliberalismo en México, alegó, fue El debate por la nación, que escribieron Rolando Cordera y Carlos Tello Macías.
Los ataques de López Obrador a la UNAM no mermaron ni su credibilidad ni su autonomía. Las referencias directas que llegó a hacer a Lomelí en el pasado tampoco le hicieron mella. Lomelí no conoció a López Obrador en la UNAM, pero una vez le preguntó a uno de los profesores que más incidieron en su pensamiento, Arnaldo Córdova, el último de los intelectuales comunistas serios en este país, sobre cómo había sido el entonces líder de la izquierda social como estudiante, pues decía que había sido su maestro. Córdova dijo que no lo recordaba, agregando con ironía que seguramente era porque no había sido nadie notable.
Hoy Lomelí toma posesión como rector de la UNAM por un periodo de cuatro años –con posibilidad de reelección por otros cuatro–, que coincidirá con el último año de gobierno de López Obrador, a quien, en sus primeras palabras tras ser electo, le ofreció la mano y el diálogo. Lomelí no es sólo el nuevo rector, que de sí, en la universidad más vieja y más grande de América Latina, es enorme la responsabilidad que tiene. Es la vanguardia del relevo generacional, el primero que salió de un movimiento estudiantil, el del Consejo Estudiantil Universitario de mediados de los 80, donde participaron algunas de las figuras actuales de la izquierda como la misma Sheinbaum y otro de los aspirantes a la Rectoría, Imanol Ordorica.
Lomelí es el primer economista en llegar al cargo. Muchos años antes se quedó en el umbral de la Rectoría un economista de Historia, don Jesús Silva Herzog, autor del análisis de la industria petrolera que llevó al presidente Lázaro Cárdenas a nacionalizarla. Como ningún rector en al menos el último medio siglo, desde que entró a la Prepa 9, nunca más salió de la UNAM. “Algunos de sus compañeros en Economía nos fuimos a la política, pero Leo prefirió la academia”, recuerda Mauricio López, que dirigió la Fundación Colosio, y que fue parte de su grupo en los consejos universitarios en el epílogo de los 80.
Los dos integraron el equipo de estudiantes que participaron activamente en la elaboración del último plan de estudios de la Facultad de Economía, junto con Esquivel y Graciela Márquez, la primera secretaria de Economía de López Obrador, y actualmente presidenta del INEGI. También fue fundador de la Asociación Nacional de Estudiantes de Economía, donde participaron figuras como Luis Videgaray, que fue secretario de Hacienda y de Relaciones Exteriores; Abraham Zamora, que encabezó el proyecto de desarrollo en el sur del país –aniquilado por López Obrador–; Jordy Herrera, que fue secretario de Energía en el gobierno de Felipe Calderón, y Raúl Livas, un reputado economista de izquierda.
Lomelí se forjó en la política universitaria y en los debates en el auditorio Ho Chi Minh de la Facultad de Economía, pero también con la interlocución con estudiantes alejados de su campo, como los científicos, con quienes hablaba en desayunos y comidas en el comedor de Ciencias. De ahí su interés por estudiar historia y derecho, que impartía Córdova, quien se convirtió en su asesor de tesis de doctorado, y a quien hacía leérsela párrafo por párrafo porque decía que una tesis no sólo debía estar bien escrita, sino que se debía leer y escuchar bien.
La llegada de Lomelí a la Rectoría incorpora nuevos aires e ideas, algunas de las cuales ya esbozó en diversas entrevistas, que alimentan las expectativas sobre lo que hará y llevan a pensar que la Junta de Gobierno, que tenía grandes figuras entre las que seleccionar, escogió bien.