El miércoles 22 de noviembre, comandos del Ejército capturaron en Culiacán a Néstor Isidro Pérez Salas, El Nini, con fines de extradición a Estados Unidos, donde lo quieren por ser uno de los responsables del trasiego de fentanilo a ese país. El Nini no tenía ninguna investigación abierta en México, pero en Estados Unidos, identificado como el jefe de seguridad de Los Chapitos, los hijos de Joaquín el Chapo Guzmán, lo consideraban un objetivo prioritario. Las autoridades mexicanas, según difundieron los medios en Culiacán, afirmaron que había sido una detención sin disparar un solo tiro. Eso fue mentira. El operativo no fue blanco, pero la desinformación sólo alimentó las dudas si en lugar de captura, fue una entrega. La línea de tiempo que condujo a la captura deja cabos sueltos:
*Una semana antes, el martes 14, pese a las recomendaciones de su equipo, el presidente Andrés Manuel López Obrador viajó por sexta ocasión a Badiraguato, en los suburbios de Culiacán, donde la primera ocasión que lo visitó, en marzo de 2020, saludó a la madre del Chapo Guzmán y le ofreció que haría lo posible para que su hijo regresara a México. Oficialmente, acudió a esa ciudad para inaugurar una carretera a Guadalupe y Calvo, Chihuahua, dentro de la región serrana bajo control absoluto del Cártel de Sinaloa. ¿Por qué la insistencia de López Obrador de ir a Badiraguato?
*El viernes 17, López Obrador se reunió en San Francisco con el presidente Joe Biden, donde discutieron la forma como podrían ampliar la cooperación para combatir el narcotráfico, a las organizaciones criminales trasnacionales que manejan las redes de drogas, armas y personas en los dos países, e intensificar el intercambio de información de inteligencia. ¿Por qué los detalles de las pláticas y el compromiso fueron expurgados del comunicado mexicano?
*El martes 21, Biden sostuvo una reunión en la Casa Blanca con su equipo de seguridad nacional e interna para analizar cómo podrían llevar a cabo los esfuerzos sobre la base de los compromisos adquiridos por López Obrador para enfrentar la crisis de las drogas sintéticas y que, como también ofreció el presidente chino, Xi Jinping, atacar el tráfico del fentanilo ilegal.
Ese mismo día, por la tarde, vecinos en la zona donde fue capturado Pérez Salas observaron un desplazamiento inusual de vehículos del Ejército. También notaron que esa presencia no alteró el estado de cosas en esos barrios de la capital sinaloense. Previo a la detención comenzó el operativo terrestre (del Ejército) y aéreo (de la Marina) en dos zonas específicas en Culiacán, pero las autoridades informaron, a través de medios de comunicación locales, que la gente podía continuar con su vida cotidiana y que sólo no se acercaran a las colonias donde estaban las acciones militares, como si fuera una acción ordinaria.
La captura del Nini fue realizada a las 13:27 horas, horario similar al del primer intento de captura de Ovidio Guzmán López el 17 de octubre de 2019, que pareció diseñado para fracasar. En aquella ocasión, el factor sorpresa no existió porque Palacio Nacional no autorizó el plan de extracción. En el caso del Nini, el factor sorpresa no existía desde el día anterior, con el evidente incremento de la presencia del Ejército. En 2019, los comandos de sicarios de Los Chapitos, comandados por El Nini, forzaron al Presidente, por recomendación del entonces secretario de Seguridad Pública, Alfonso Durazo, a ordenar la liberación de Guzmán López porque narcomilicias superaron ampliamente a las fuerzas federales. La semana pasada, la reacción de los sicarios fue limitada. Sólo en una zona de Culiacán los contuvieron a balazos y al llegar a la casa donde se encontraba, dispararon contra halcones y francotiradores.
¿Por qué fue tan diferente la reacción de los ejércitos de Los Chapitos en 2019 y la semana pasada? No fue porque haya sido El Nini el capturado y no pudo operar su rescate. Las organizaciones criminales no reaccionan con pasividad ante la detención de sus jefes, sino con gran violencia, como fue en el caso de Guzmán López y se ha documentado cada vez que es aprehendido uno de sus líderes militares. Por eso los planes de extracción siempre suponen que habrá intento de rescate y se preparan para la contingencia. En la operación de la semana pasada, contra el convoy que extrajo al Nini, no hubo nada de eso.
Dos días después de la captura, Raúl Aragón Loya, un abogado vinculado a la familia LeBarón, que conoce las cañerías en las regiones controladas por el Cártel de Sinaloa y conocido por sus análisis políticos y económicos en las redes sociales, publicó en X que la detención del Nini había sido ordenada por Los Chapitos porque “se les estaba saliendo de control y era peligroso para ellos”. Lo planteado por Aragón Loya coincide con una versión dentro de la Fiscalía General de que Los Chapitos sacrificaron a Pérez Salas y que a través de diversos canales en Badiraguato se lo hicieron saber al gobierno.
Los probables motivos encuentran sus antecedentes en los primeros días de octubre, cuando 11 mantas firmadas por ellos aparecieron en Culiacán, Mazatlán y Guamúchil, donde se deslindaban de su participación en el negocio ilegal del fentanilo y, al mismo tiempo, “prohibían” la venta, fabricación, transporte y negocio vinculado con esa droga. El mensaje coincidió con el giro radical de López Obrador en el combate al fentanilo bajo presión del gobierno estadounidense, pública y privada, que lo obligó a detener y extraditar a Guzmán López.
Los Chapitos aparentemente sí han reculado en el negocio del fentanilo, de la misma forma como el gobierno de López Obrador, que los había mantenido en una burbuja, se vio obligado a actuar contra ellos. La Marina no ha dejado de mantener operativos en Culiacán este año, que reforzó el mensaje de Palacio Nacional que el statu quo había cambiado. Qué tanto podría aliviar la presión a esa rama del Cártel de Sinaloa la presunta entrega del Nini, muy poco. Estados Unidos va sobre Los Chapitos y aquí no podrán impedirlo.