Como a principios de diciembre de cada año, desde 2020 que he tenido el privilegio de ser colaborador invitado en este prestigiado medio, presento el panorama que, desde mi particular punto de vista, predominará el año entrante.
Y vaya que 2025 estará rodeado de incertidumbre. Probablemente similar a la observada durante 2024, si no es que mayor.
Dos elementos principales podrían generar una elevada volatilidad en 2025. El primero, el inicio de un segundo mandato de Donald J. Trump como presidente de los Estados Unidos de América. El segundo, las posibles reformas a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que aprueben el Congreso de la Unión y la mayoría de los congresos locales en el país.
Respecto al panorama externo, algo que se me ha cuestionado en varias reuniones (tanto públicas como privadas) es la posibilidad de que Trump establezca un arancel de 25 por ciento a las importaciones provenientes de México desde el primer día de su mandato.
Mi respuesta siempre ha sido la misma: es incierto. Ni siquiera está claro si el arancel sería de 25 por ciento, pues el todavía virtual presidente electo ha anunciado porcentajes entre 10 y 200 por ciento para importaciones provenientes de distintas regiones.
Pero sí hay algo seguro: en caso de que el arancel sea muy alto, la economía norteamericana atravesaría un periodo de recesión económica con inflación y tasas de interés elevadas. Es ahí donde la implementación de un arancel (además de que éste contravendría lo establecido en el Tratado México-Estados Unidos-Canadá que se revisa hasta 2026) es poco probable. Trump no llevaría a cabo una acción con la cual la economía caiga y la inflación se dispare en el primer año de su mandato. A final de cuentas, el siguiente presidente norteamericano es un empresario y lo demostró en el pasado. Su razonamiento económico ha llegado a prevalecer por encima de su ideología política.
Más bien, la principal acción de Trump que incidiría negativamente sobre nuestro crecimiento es un recorte agresivo al impuesto corporativo en Estados Unidos que desincentive la inversión privada en otras regiones, con México como principal afectado. Ahí sí, con el Partido Republicano controlando el Senado y la Cámara de Representantes, Trump contaría con suficiente apoyo para bajar impuestos y promover su política de proteccionismo industrial. Aunado al crecimiento económico de México, variables como el tipo de cambio del peso frente al dólar podrían verse afectadas por una política fiscal expansiva por parte del siguiente presidente norteamericano.
En cuanto a inflación, también habrá que ver cómo será la intervención de Trump en la guerra Rusia-Ucrania y el conflicto en Medio Oriente, sobre todo por el impacto de su intervención sobre los precios internacionales de energía y algunos alimentos. Sin duda, lo que decida el siguiente presidente norteamericano en el ámbito geopolítico incidirá sobre la inflación en México.
Tampoco hay que hacer de lado la incertidumbre que generarían las propuestas de nuevas modificaciones importantes desde el Poder Legislativo en nuestro país. Si las propuestas afectaran la confianza de los inversionistas extranjeros, y sobre todo locales, los esfuerzos de la presidenta Sheinbaum de generar proyectos de inversión con participación del sector privado podrían verse contrarrestados. Será importante ver cuáles podrían ser las reformas a la Constitución que se presenten a consideración de la Presidenta en 2025.
Por ahora, es probable que el escenario no sea tan negativo como lo han llegado a plantear algunos medios de comunicación y analistas en el mercado. Tampoco podemos pensar que no va a pasar nada en el ámbito externo o local. Lo más relevante será contar con información oportuna, objetiva, neutral y verídica para poder llevar a cabo una adecuada toma de decisiones. En INVEX, como siempre, estamos comprometidos en brindar a nuestros clientes esa información.
Nuestra previsión para el crecimiento del PIB de México en 2025 se ubica en 1.3 por ciento, para la inflación anual en 4.0 por ciento, para la tasa de interés de referencia al cierre del año en 8.50 por ciento y para el tipo de cambio de cierre en 20.50 pesos por dólar. Ojo: no solo Trump y el Congreso mexicano podrían incidir sobre nuestras expectativas durante los siguientes meses. Habrá que ver si el déficit público efectivamente baja de 5.0 a 3.2 por ciento del PIB con un estimado de crecimiento de 2.5 por ciento en promedio por parte de la Secretaría de Hacienda.
Si esto no se diera, entonces nuestros estimados sí podrían cambiar. Y de forma significativa.