El Frente Cívico Nacional ha promovido tres propuestas para las elecciones en 2024: la mayor unidad en torno a una única candidatura, la formación de gobiernos de coalición con mayorías legislativas y un programa que recoja las causas sociales. La idea es evitar pasar de un tlatoani a otro.
Dado que los equilibrios de poder constitucional no están funcionando, el Ejecutivo tiene la supremacía en el Legislativo y en el Judicial, lo cual lesiona instituciones, limita presupuestos a causas sociales. Hoy, todo el Presupuesto de Egresos de la Federación se destina a las megaobras, a ayudas que perpetúan la pobreza, a las Fuerzas Armadas, y en tanto el resto del país y sus instituciones están en riesgo de desaparecer.
El gobierno de coalición trasciende una coalición electoral, va más allá del “quítate tú para ponerme yo”, pues al contar con un programa común y una mayoría legislativa de alianzas se restauran los equilibrios perdidos. Es pasar del sistema político personalizado por un Ejecutivo dominante, caprichoso, a una forma de tomar decisiones con debates que busquen las mejores políticas públicas para reconstruir a la nación, tanto en gabinete como en el Congreso.
Esto obliga a los partidos a abrirse más a la ciudadanía, pues son los votos los que definirán el papel de los gobiernos coaligados. Es un cambio en el sistema político presidencial hacia un sistema semiparlamentario, como el de muchos países democráticos desarrollados.
El Congreso del Estado de México aprobó la iniciativa del PAN, con mayoría de votos de la alianza opositora, para constituir un gobierno de coalición a partir de la elección de 2023, esto tiene varias implicaciones político-electorales. La primera es que la candidatura deberá ser aceptada por todos los partidos. Después, que el gobierno será plural e incorporará a todas las corrientes. Tercera, que el programa, el convenio y los servidores públicos propuestos al gabinete deberán ser votados en el Congreso, lo que conlleva acuerdos y un perfil técnico de formación mínima reconocida por todos. Se abrirá una nueva forma de gobierno más participativa y responsable.
Es el primer estado de la República, que con base a su propia Constitución, reglamenta este tipo de gobiernos plurales. Esto indica que hay acuerdos entre los partidos, pues sus fracciones parlamentarias lograron aprobarlo. El voto de Morena fue en contra. Dicen que es un engaño para repartirse “el botín”, trato que dan al gobierno. Acudirán a pedir la inconstitucionalidad de la ley. La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en 2014, se reformó en su artículo 89 para dar cabida a los gobiernos de coalición, por tanto no es violatoria del texto constitucional ni federal, ni local. Más bien constituye un avance en la gobernabilidad y en la democracia.
Así se busca una nueva gobernanza, es decir, la práctica de construir políticas públicas desde la base y no en el escritorio, con participación ciudadana, que marca rumbo. Gobernabilidad y democracia, aparentemente disociadas, se convierten en una nueva forma de convivencia política.
Sé de la decepción de muchos mexicanos por la militarización del país aprobada por el Congreso. Se habla de una ruptura de Va por México. Cierto es que el apoyo a la política de seguridad pública, con apoyo militar, es inaceptable, su validación es muy cuestionada, pues el camino de formar policías capacitadas, equipadas, con prestaciones y salarios dignos, no se impulsó.
No tenemos policías bien formados, se dejó de lado y se recurrió a las Fuerzas Armadas para sustituirlos, y a cambio se dan prerrogativas, negocios e impunidad a sus acciones contra grupos civiles, mujeres, grupos vulnerables, en fin, no se respetan a cabalidad los derechos humanos. Las Guacamayas ya están dejando testimonios. El caso de Ayotzinapa es vergonzoso. La próxima publicación del libro El rey del cash lesionará la imagen presidencial.
Pero todos estos sucesos no son suficientes para ganar a Morena la presidencia en 2024. Por eso, en el Estado de México ya va cuajando la Alianza Va por México, lo mismo que en Coahuila. Más allá de lo sucedido en el Congreso, todos saben que sin Alianza, programa y coalición, no habrá solución. Tan es así que en la pasarela del PAN este domingo, tanto Santiago Creel como Mauricio Vila fueron, al igual que Juan Carlos Romero Hicks, enfáticos en llamar a una amplia unidad de la sociedad con los partidos, con coaliciones y mayorías parlamentarias.
La alianza VA. Pese a la votación sobre la militarización. Romper es suicida para todos. Nadie por sí mismo ganaría. Y para gobernar se requiere del Congreso, de mayorías parlamentarias. Dejar atrás la polarización y volver a construir el país sobre estas ruinas que ves, requiere de todos, sociedad civil, partidos, propuestas, técnicos, académicos, periodistas, y sobre todo de votos. De un proyecto que entusiasme y venza al abstencionismo, que motive a los desilusionados a votar, a los jóvenes por su futuro, a las mujeres por su seguridad y sus derechos, a los hombres por la responsabilidad hacia sus familias y el país. Que nadie se quede en casa, México nos necesita, y pese a tropiezos, la Alianza va.
El primer caso de prueba será la defensa del INE y del TEPJF que, estoy convencida, unirá a las oposiciones, puede incluso influir a algunos otros partidos a desechar el control de AMLO sobre el manejo de la elección presidencial. Rechazar la propuesta presidencial de reforma política es un tema de sobrevivencia de la democracia en México, y en este tema nadie puede dudar ni con presiones, ni con dádivas, ni con amenazas.
No es igual a la militarización que desde años atrás ya se perfilaba y que el nuevo gobierno podrá o no mantener. Con la militarización aún habrá, no sin dificultades, cambiarse el rumbo, retomar a las policías bien capacitadas, pero si perdemos a los garantes de la democracia, el INE y el TEPJF, entonces quizá ya no tendrá ningún valor nuestro voto. Las elecciones no serán transparentes, certeras, legítimas e independientes, con imparcialidad, legalidad y confiabilidad. Será otro país, con fuertes retrocesos en lo económico, lo político y lo social. Tú tomas la decisión. Los arreglos políticos con base en prácticas muy cuestionables, sin duda decepcionan, pero eres tú quien decide votar, no por lo mismo, sino por nuevos equilibrios.