En política como en los deportes, el tiempo abre una ventana de oportunidad que tras cerrarse difícilmente se reabrirá como una nueva oportunidad. Marcelo Ebrard tiene en sus manos la posibilidad de influir en los resultados de 2024, pero todo es cuestión de tiempos y procedimientos. Muchos se preguntan cuál es en realidad la estrategia de Marcelo. Es obvio que AMLO no cambiará de candidata.
También lo es, que sabía no era el elegido por AMLO, pese a lo cual decidió dejar su cargo para organizar su campaña rumbo a las encuestas. Obligó a que se iniciara el proceso en forma adelantada. Las reglas le eran desfavorables, pues se suprimieron diálogos o debates, mortales por necesidad para Claudia. Tenía menos recursos, pero había tejido una red nacional importante.
Así empezó un proceso plagado de irregularidades, con propaganda pagada en espectaculares, pintas, bardas, volanteo, visitas de los siervos de la nación a beneficiarios de programas sociales para que votaran por #EsClaudia, brigadas en las zonas donde se levantarían las encuestas para invitar al voto por la candidata judía, que hoy se desliga de su identidad. Recursos públicos utilizados en forma por demás ostentosa, faltando a las leyes electorales. Todo aderezado con el discurso presidencial de la mañanera.
Se sumaron gobernadores, servidores públicos, dirigentes partidistas, estructuras de Morena, para apoyar a #EsClaudia, sin pudor, en horarios laborales, con mensajes descalificadores hacia Marcelo Ebrard. Terció Adán Augusto, el PT y el PVEM, para simular candidaturas, porque en realidad el tema era entre dos. El escándalo a todo lo que daba, frente a una oposición que parecía inexistente.
¿Por qué decidió Marcelo entrar a una competencia que ya tenía triunfadora desde años atrás? Sin duda tiene mucha más experiencia y méritos que #EsClaudia, cuya carrera solo se desarrolló como colaboradora de AMLO, y nunca aportó nada a la Ciudad. Marcelo, por el contrario, tiene contacto con amplios grupos de la población, de los sectores y las regiones, con buenos resultados en su gestión, incluso en temas complicados que AMLO le encargó tras provocar crisis.
Como fiel bombero apagó fuegos, atendió instrucciones y logró una buena relación con norteamericanos y canadienses, nuestros principales socios comerciales. Todo pese al fatal desenvolvimiento de la Secretaría de Economía que retrasaba arreglos y se encaminaba a paneles que mucho nos costarán.
Entonces, si su jefe no reconocía sus méritos y no le daría la oportunidad de contender, ¿cuál era el caso de competir en desventaja? Pasó lo que tenía que suceder. Perdió la encuesta, pero no le permitieron el paso a sus representantes al salón donde se hacía la comparación de resultados. Vimos todos a Malú Micher y a Martha Delgado ser encaradas por policías que les cerraban el paso. Marcelo levantó la voz y documentó una serie de irregularidades. Como lo establece la legislación electoral, primero debe hacerse ante el órgano interno del partido y si éste no resuelve o no hay conformidad con el fallo, se acude al TEPJF. La petición es que se repita el proceso. Por las dudas, #Es Claudia ya inició otro recorrido nacional.
Estos procedimientos y los tiempos los cubrió Marcelo Ebrard y creó la corriente El Camino de México dentro de Morena. Se hicieron llamados a la unidad, se le ofreció la coordinación de la alianza de Morena en el Senado, no tuvieron peso las ofertas. Siguieron las amenazas y más descalificaciones, frente a lo cual se respondió con una propuesta para modificar el PEF 2024 para atender salud, educación, agua, infraestructura y seguridad, sin afectar prioridades presidenciales. Es decir, con deuda pública y con déficit del 5 por ciento sin cuestionar.
La pelota está en la cancha presidencial. Puede aceptar o rechazar la propuesta. Eso definirá el futuro de la asociación El Camino de México, que ha perdido integrantes ante amenazas y presiones. Marcelo puede optar por una participación testimonial, como candidato de Movimiento Ciudadano que tiene fuertes rupturas. Pero también tiene otra salida, que sería mortal para #EsClaudia. Unirse como organización de la sociedad al FAM, en su vertiente ciudadana.
¿Cómo piensa trascender Marcelo en esta historia? No lo sabemos. Tiempos y procedimientos corren en su contra aparentemente. Tampoco puede ser candidato de la oposición. Pero lo que no se vislumbra es que agache la cabeza de nuevo y se quede en Morena con ciertas garantías de que #EsClaudia y AMLO lo respetarán, pues con la primera hay historias de intereses irreconciliables.
La aprobación del ingreso y el gasto público para 2024 parece pender de un hilo, si Marcelo Ebrard cuenta con suficientes legisladores para modificar la propuesta presidencial. Puede tan solo forzar su petición de 50 mil millones, pero puede optar por evitar el recorte a la SCJN, al INAI, a disminución de ingresos de servidores públicos, que son derechos adquiridos, y otros recortes cuestionables.
También pueden, si cuentan con senadores, bajar el monto del endeudamiento público de dos billones de pesos, que no se aplicarán conforme lo establecido por la Constitución, en obras de infraestructura para el desarrollo, sino en gasto corriente que no podemos hacer productivo para pagar.
En fin, ahí va Marcelo midiendo tiempos y procedimientos, pero la ventana de oportunidades se le puede cerrar si no toma una decisión firme. Porque jugar a que me voy porque me desprecian, o porque son autócratas, o porque no hay libertad de disidencia, no tiene un efecto real a menos que se cambie la ecuación de las alianzas del poder. Por eso la propuesta de gobierno de coalición del FAM puede ser tan atractiva.