Cuando los constituyentes de 1917 redactaron una nueva Constitución, participaron todos los sectores, así se plasmó el 123, el tercero constitucional, el 25, 26 y 27 sobre soberanía, y las reformas posteriores han sido fruto del diálogo y de acuerdos para fortalecer derechos humanos, grupos minoritarios, derechos de las mujeres, educación laica, salud, seguridad. Así se fue construyendo el México moderno. Hoy, encerrado en un cuartito, solo con sus afines, AMLO, ante su fracaso, traza la huida hacia delante. Prometer de nuevo lo que no podrá cumplir.
Al final de su sexenio, y sin tener mayoría en las cámaras, AMLO vuelve a la cargada electoral proponiendo el nuevo plan de gobierno de Claudia. Primero la amenaza, baja a 30 por ciento la votación requerida para revocación de mandato, luego los dulcecitos: pensiones a adultos mayores y discapacitados que aumenten anualmente; becas a estudiantes “pobres”; atención médica integral gratuita; sujetos de derechos públicos a comunidades indígenas y afroamericanas; derecho de vivienda a los trabajadores; prohibir maltrato animal.
De estos propósitos, AMLO no ha cumplido ninguno, no hay suficientes pensiones, ni becas, ni padrones que las transparenten. No hay medicinas, ni atención médica, en eso gastan sus pensiones los adultos mayores. En la construcción de sus megaobras no realizó consultas públicas a comunidades, ni a especialistas, y las adjudicó cambiando el costo, más de tres veces mayor, no cumplió con las normas de la OIT, ni con las mexicanas. El derecho a la vivienda no existe porque ya no se construye, y no ha tomado acción alguna para proteger a algún animal, incluidos los que le rodean.
Luego viene lo duro: solo agua para uso habitacional, caerán empresas del campo. Que el salario mínimo no se ubique debajo de la inflación. ¿Piensa frenarla? Salario mínimo a servidores públicos, ya lo tienen, pero aún insuficiente para policías, maestros o enfermeras. Revertir las reformas de pensiones para revertir topes a jubilación, o sea si usted es de los pocos que hoy podría rebasar el tope, ya tendrá una mayor pensión, los demás quedan igual. Pagar un salario mínimo a los estudiantes que acaben sus estudios; ¿cómo, en qué se emplearían, bajo qué condiciones? Volver al transporte ferroviario de pasajeros; ¿será subsidiado porque rentable no es? Jornal seguro a los trabajadores del campo; ¿regreso a los precios de garantía en un mercado mundial?
Y después lo más duro: menos legisladores, menos regidores, menos gastos a partidos políticos, eliminar candidaturas plurinominales, consejeros del INE y magistrados del TEPJF electos. Es decir, el fin del pluralismo en la representación política nacional. Se cierran los espacios a las disidencias para impulsar un único pensamiento. Aumentan las penas para la mezcla de fentanilo. Ya no le pide a China la información. Quizá ya detectó los laboratorios clandestinos.
Acabar con el Poder Judicial para evitar que vete leyes inconstitucionales, vulnera el derecho de amparo al pedir que se aplique la ley de inmediato, y quiere elegir jueces y magistrados, que se convertirían en figuras partidistas, justicia para todos, y justicia y gracia para los amigos. Pide regresar a la Guardia Nacional a mando militar para evitar corrupción, cuando él mismo corrompe a las Fuerzas Armadas.
La política de austeridad del Estado sigue sin clarificarse: ¿cuánto gana el presidente con sueldos y prestaciones? Autos, gasolinas, guardias, ropa, comida, eventos, viáticos, pasajes, aviones, helicópteros, alhajas, pago colegiaturas, para él y su familia. Hágase la voluntad de Dios en los bueyes de mi compadre. Porque los López realmente no saben nada de la austeridad, pero sí del tráfico de influencias y adjudicación de contratos.
Vuelve a los monopolios estatales en el sector energético, con lo cual seremos menos competitivos por insumos caros y malos. Prohíbe la minería a cielo abierto que está controlada y causa menos riesgos que las viejas prácticas, y es más rentable. Las comunidades participan de ganancias y de mejores salarios. Quedaremos fuera del mercado mundial y de las inversiones privadas mexicanas y extranjeras.
Desaparece todos los organismos autónomos por caros y porque duplican funciones. Será que si acudimos a las dependencias y entidades nos den la información pública, quién cuidará nuestros datos personales. Regresa el control de telecomunicaciones al Ejecutivo para manejar a su antojo, y no con base en criterios técnicos, concesiones de radio y TV, se adueña del manejo del internet. También acaba con la Comisión de Competencia porque el Estado regulará el mercado; se deshace de la CRE y de CNH para evitar que expertos interfieran en el manejo fraudulento de Pemex y CFE. Ya no se medirá la pobreza, Coneval molesta con sus cifras. Y se desaparece el Sistema de Evaluación Educativa, porque los libros de textos ya están demoliendo la educación, a fin de permitir más manipulación.
¿Por qué AMLO decide mandar un paquete que sabe no pasará? Porque es un engaño, no hay dinero, ni como financiar pensiones, becas, ayudas, etcétera. No mejorará el sistema de salud ni el de educación. Tampoco habla de cómo recuperar la seguridad pública, ni se refiere al combate a cárteles o combate al crimen organizado. No aclara cómo se financiarán sus deseos constitucionales, y desde luego, no ha habido diálogo ni acercamiento con opositores para negociar algún avance.
Tampoco se habla de la relación con nuestros socios comerciales. Nada sobre migración. Nada sobre el cumplimiento de tratados internaciones suscritos y que se violarán con las nuevas medidas. De certeza y seguridad jurídica para atraer inversiones, ni un comentario.
En resumen, va a volver a lo mismo: no me dejan gobernar. Lo cierto es que no queremos entregarle el país a sus ocurrencias, a la delincuencia y a la falta de instituciones que atiendan las demandas de un pueblo, que él mitifica y se asume como tal. Esta estrategia es tan clara que me parece absurda, más sugiere un grito de desesperación que una propuesta para mejorar a México. Pero el que vota es usted. Tome la palabra. Yo lo haré el 18 de febrero.