Hay una discusión en torno a la convocatoria de la marcha de la ‘marea rosa’ el próximo domingo 19. Es importante recordar que este movimiento ciudadano surge de la convocatoria de diferentes organizaciones sociales para defender al INE, después una segunda marcha para proteger la independencia de la SCJN, y una tercera en defensa de la democracia. Nadie esperaba una movilización tan amplia y numerosa. La primera de cerca de 600 a 800 mil asistentes en Reforma y las otras dos con el Zócalo abarrotado y réplicas en 120 de las principales ciudades del país y el extranjero.
Este movimiento pedía la elección primaria de una candidatura de unidad para la presidencia de la República. Pese a resistencias, los partidos políticos abrieron la elección y cuando Xóchitl Gálvez tocó las puertas de Palacio Nacional y le negaron la entrada se convirtió en una figura y decidió inscribirse al proceso del cual resultó triunfadora. No contaba con una estructura, pero los ciudadanos le dieron su confianza.
Coordinar una campaña presidencial entre tres partidos, una candidata y las organizaciones ciudadanas no ha sido fácil. Costó trabajo crecer en las preferencias, frente a una elección de Estado. Pero quedó claro que más allá de partidos y candidaturas, lo que está en juego es el destino de la nación. Hay dos proyectos: el de Sheinbaum, que busca centralizar poder y recursos, acabar con la independencia de la SCJN, fortalecer el presidencialismo, frenar inversión privada en electricidad y petróleo, acabar con el INE y el TEPJF para volver a controlar elecciones, desaparecer órganos autónomos especializados, mantener la misma política de seguridad de abrazos, disminuir la representación plural en los congresos, buscar la hegemonía de un solo partido.
Y la otra. ¿Qué encabeza Xóchitl? Formar un gobierno de coalición, con ministros aprobados por el Senado, con gabinetes de decisiones colegiadas y alianzas con las mayorías parlamentarias. Fortalecimiento de los poderes, de los órganos autónomos y mayor participación ciudadana en las políticas públicas. Recuperar el sistema de salud y de educación, generar certeza jurídica para impulsar el nearshoring y buscar alternativas para infraestructura al efecto, incluida agua y electricidad, con inversión pública y privada.
¿En qué México quieres vivir? Eso lo decides el 2 de junio. Por lo pronto la crítica a la marcha ciudadana es infundada. Primero porque los ciudadanos somos los electores. Segundo porque lo que garantiza nuestras libertades, nuestra democracia y los contrapesos al presidencialismo, es el proyecto que encabeza Xóchitl Gálvez y que surgió de la propia sociedad. Tercero porque los convocantes son las organizaciones de la sociedad civil y el costo se paga, porque el gasto es mínimo, ya que no hay acarreados, ni tortas, ni refrescos. Cada quien lleva su bandera, su cartulina con su causa: niños con cáncer, madres buscadoras, periodismo libre, rechazo a la corrupción, medicinas para sus enfermos, alto a feminicidios, defensa de la democracia, de la SCJN, de la CDMX, en fin toda una gama de demandas provocadas por la falta de funcionamiento de las instituciones.
Ya en Palacio Nacional se han prendido las alarmas. Saben que crece la preferencia por la oposición. Que el Senado puede no tener mayoría morenista, que en diputados la contienda es también cerrada. Y se entra a la ofensiva, cambiar la Ley de Amparo para frenar suspensiones contra actos de autoridad, la Ley de Amnistía para facilitar el perdón a cualquier infractor, culpable o no, se institucionaliza la impunidad. Se pide lealtad y activismo a legisladores. Se atreven a sancionar a movimientos como el de Mexicanos contra la Corrupción, denigrando y humillando a María Amparo Casar, sin motivo real. El revanchismo y el silencio se le impone a Lily Téllez. Siguen las acusaciones contra los periodistas libres. Se sataniza a los capitalinos porque van a perder la CDMX, ahora son fifís y derechizados.
Se victimiza un presidente que ha fracasado y sin duda pasará a la historia como el peor mandatario de México, pero se aferra al poder. No va a reconocer derrotas. Habla de golpes de Estado blandos culpando a la oposición de posibles maniobras que él puede emprender para cancelar, incluso las elecciones. El miedo ciega al Presidente. Son tantos los atropellos y delitos cometidos que no puede encontrar la paz en un relevo que le implique rendir cuentas. Su fuga es involucionar, impedir que la ciudadanía le cobre facturas.
La marcha del 19 de mayo es muy importante para recordar a AMLO que hay una sociedad activa, participativa que ha tomado las calles, que tiene banderas y causas, que no se deja amedrentar y que tomar medidas que busquen frenar, manipular o alegar fraude electoral, no serán acciones sin consecuencia. No se puede ignorar la fuerza ciudadana, que suma a la sociedad, a los partidos y a los candidatos en todo el país. Van a perder casi todas las gubernaturas, diputaciones y senadurías podrían ser mayoría. La capital cambia de rumbo. Y es inevitable esta realidad.
Alito Moreno (PRI) ofreció a Máynez (MC), que carece de oportunidades, su renuncia a cambio de su declinación para sumarse al Frente, esto es de dejar de ser paleros de Morena, como se ha observado en los debates. La respuesta fue torpe, grosera y prepotente, porque sabe que tiene otro respaldo. El nivel político mostrado refleja su pequeñez, su incapacidad y su falta de seriedad en la política. Para él todo es circo y borrachera, su recompensa vendrá después, al menos eso espera.
Este ambiente de crispación y polarización fomentado por AMLO solo refleja su incapacidad para gobernar a un país tan diverso y plural como México. Con el respaldo popular que tuvo en 2018 pudo haber hecho transformaciones para convertir a México en potencia. Pero su falta de visión de Estado, de humanismo, su ambición de dinero y poder se impusieron y llevó a México al desastre. Gane quien gane, el daño está hecho. Reconstruir será un largo y penoso camino para todos. Pero los mexicanos sabemos hacer patria.