Tlachapa es un pequeño municipio guerrerense de Tierra Caliente. Desde hace décadas, es muy conocido por su activismo político el matrimonio de Martín Mora y Guadalupe Eguiluz. Ambos hijos de cardenistas. Ambos fundadores del PRD en Guerrero. Y ambos han vivido persecución –el padre de Mora fue asesinado por caciques regionales– y padecido toda clase de fraudes electorales.
Como dirigentes del PRD se destacaron por apoyar a otros compañeros, a campesinos y a maestros de la zona para que éstos fueran los candidatos. Con el tiempo, sin embargo, también ellos fueron los postulados.
A la fecha, Guadalupe Eguiluz ha sido dos veces presidenta municipal, una hija de ambos ya lo fue, una más es diputada local y otra es hoy la candidata a Tlachapa por Morena. El actual alcalde es… Martín Mora.
Este caso ilustra, dicen conocedores de la política de Guerrero, lo complejo de situaciones regionales que se prestan a lecturas simplistas por desconocimiento, lejanía o mala fe.
Porque según esos testimonios, cacicazgo no es una palabra que se use para calificar la repetición en el puesto de algún Mora Eguiluz.
Eso se debería a que no hay fama o denuncia creíble de que esa familia se haya enriquecido en el puesto o que haya hecho del ayuntamiento una fuente para hacer otro tipo de negocios. Hay reportes de prensa –sin embargo– que dicen que hay ahí una monarquía.
El caso de los Mora Eguiluz es mencionado como referente sobre el senador y frustrado candidato a la gubernatura Félix Salgado Macedonio y su hija Evelyn, que tras un cuestionado proceso será la candidata de Morena para gobernar Guerrero.
De Evelyn se ha destacado experiencia profesional escasa y un parentesco problemático: su suegro está detenido por lavado de dinero del narco. ¿Pero es una recién llegada a la política de Guerrero?
La nueva candidata, es cierto, no ha tenido un cargo importante. En el DIF de Acapulco, su encargo más visible, se le recuerda como muy activa, tanto que habría logrado hacerse su propio espacio.
En el movimiento político no es una improvisada. Gracias a su padre, por supuesto, ha sido mencionada como precandidata o candidata en distintas elecciones, y ha sido una parte activa de la corriente encabezada por Salgado Macedonio. Evelyn –dicen los expertos locales– siempre ha estado; es decir, no apareció ahora.
Salgado Macedonio creció enfrentando caciques como los Figueroa o el grupo de Ángel Aguirre, caído en desgracia por la matanza de Ayotzinapa.
A pesar de su activismo, su grupo está conformado de cuadros menores. Gente que lo ha seguido en la alcaldía de Acapulco, a la senaduría, pero que no constituye una gran corriente con presencia el Congreso local o federal.
La pregunta es si la vuelta del destino que lo bajó de la anhelada candidatura no será el acicate para que Salgado Macedonio pretenda convertirse en lo que siempre dijo combatir: un cacique.
Que vea a su hija como un simple apéndice que opere sus deseos al tiempo que él disfruta de su posición en el Senado. No perdí una gubernatura, conservé una dieta y puedo construir un grupo avasallante.
Para un estado donde los poderes fácticos han arraigado y son extremadamente violentos, ¿Evelyn tendrá el temple para quitarse de encima la tutela de Félix –que por otro lado no le resolverá problemas– y construir un gobierno digno de ese nombre? ¿O su padre la arrastrará con su pendenciero comportamiento a nuevos embrollos, unos que no necesita una empobrecida entidad que depende en 95 por ciento de las participaciones federales?
Evelyn, y AMLO, tienen la respuesta.