Conversé con gente del campo mexicano luego de que el presidente López Obrador anunciara que parte del plan para abatir la inflación es apoyar a los agricultores para que produzcan más, y permitir temporalmente la importación sin aranceles de productos agropecuarios.
A pocos sorprenderá que esos productores prefieran el anonimato. Seré esquemático en la transmisión de lo que me dijeron sobre el anuncio de Palacio Nacional del miércoles. Luego, de mi ronco e ignorante pecho en materia agrícola, haré un cierre.
Lo primero que comentaron es que les parece muy refrescante que, después de más de tres años de gobierno, por fin se haya volteado a ver al campo mexicano.
Lo segundo: que qué pena que no hubo productores-productores en el anuncio presidencial.
Ese desdén a la gran mayoría de los productores nacionales no se resuelve con la interlocución gubernamental con el Consejo Nacional Agropecuario, porque lo que ellos quieren decir es que cómo se pide más productividad hoy al campo si durante los últimos años les pusieron trabas y les quitaron apoyos a millones de agricultores.
“Desactivaron por completo la estructura de apoyos a la producción. Sí hay apoyos, por supuesto, pero bajo otra lógica, la lógica al consumo de familias que necesitan recursos, no desde la óptica de incentivar producción”, comentó una persona. “Buena parte del recurso se fue a los programas de transferencias”.
Un ejemplo de reducción de apoyos: “Se les retiró a productores de sorgo, diciendo que no es grano básico de consumo humano. Cierto, pero: ¿con qué crees que se alimenta a los cerdos, en parte a las reses y hasta a las aves?”.
“El programa nacional de apoyos para la compra de tractores e implementos agrícolas se suspendió. Se castigaron los de reparación y apertura de caminos sacacosechas. Y a los pequeños productores se les quería meter a un régimen fiscal convencional si tenían un ingreso bruto anual de 300 mil pesos o más, cuando antes era a los que superaran el millón 200 mil. No se ponen a pensar que toda esa gente hace pagos no necesariamente facturables; por cierto, qué bueno los aumentos al mínimo, pero también eso ha impactado, pues los jornaleros ganan 70 por ciento más”.
“Ni siquiera Sembrando Vida se pensó en una lógica que pudiera ser un programa con vocación agrícola comercial; lo de los frutales sería, en todo caso, más de autosustento, de autoabasto. Hasta esa oportunidad se ha desperdiciado”.
Ejemplos de lo que ha pasado en el sector en estos meses también en términos de aumentos: “Fertilizante como la urea, que ha pasado de 8 mil a alrededor de 20 mil pesos la tonelada. Y el aumento del sulfato de amonio –incluido en el programa de AMLO– también ha incrementado mucho”.
El retiro de aranceles preocupa: “Hay que ver qué nos llega, aquí se ha buscado la eliminación del herbicida glifosato y del maíz transgénico, y ahora, ¿dejarán pasar maíz transgénico producido con glifosato?”.
Otro productor señaló que la papa de Estados Unidos tiene arancel (75 por ciento) porque ha presentado plagas que no existen en México: “¿Qué papa es la que quieren traer sin arancel?”, cuestionó esa persona.
Escuchando a productores agropecuarios y lo que han vivido desde 2018, con un gobierno federal que rara vez les contesta, que ha bajado presupuesto a apoyos productivos, que permitió corrupción en Segalmex, y que ni los invitó a Palacio antier, da la impresión que les agrada, pero también desconcierta, que ahora AMLO pretenda que compitan en los olímpicos contra la inflación. Que compitan y ganen, eso sí.