La Feria

Autos, pesca y futbol… Marcelo en campaña

Marcelo Ebrard es un vendedor de ilusiones. A saber si éstas no terminarán, como hace 10 años, en una nueva desilusión.

Es inevitable el déjà vu. Lo hizo cuando estaba en la jefatura de Gobierno, lo hace ahora en la Cancillería. Marcelo Ebrard es un vendedor de ilusiones. A saber si todo el actual ímpetu mediático del hoy canciller no termina, como hace 10 años, en una nueva desilusión.

Primero, el antecedente: en sus tiempos como gobernante de la capital (2006-2012) Ebrard sabía colarse a las primeras planas con cualquier pretexto.

Por ejemplo, una vez, en La Condesa, tripuló un coche futurista, amigable con el medioambiente, etcétera, etcétera. Era un prototipo desarrollado, si la memoria no me falla, por un mexicano en Alemania. Marcelo prometió que el entonces Distrito Federal se subiría, como él, al prototipo en cuestión, a la modernidad, que nuestra movilidad sería verde. Declaraciones para la historia, sonrisas para la foto… y luego nada: el DF se frustró en manos de Mancera y Marcelo hasta tuvo que abandonar el país.

Luego de su dorado exilio, Ebrard está subido en el tren del lopezobradorismo, donde ha destacado por ser uno de los pocos funcionarios funcionales del Presidente.

Era previsible que, por su carrera, pero también por su habilidad para aprovechar cuanta coyuntura se presente, Ebrard terminaría en la carrera sucesoria. Y ahora destaca en las encuestas. En la de este lunes de El Financiero empata con Claudia Sheinbaum en las preferencias en general, en las partidistas, y mientras la jefa de Gobierno le gana en un rubro, él se impone en otro, y empatan de nuevo en un par más.

Los encuestados dijeron, con 20 puntos de ventaja, que Marcelo es mejor que Claudia para llevar la relación con Estados Unidos. En contraste, para manejar los programas sociales ella es preferida, por 18 puntos, sobre el canciller.

En los demás temas empatan: 28 por ciento de población abierta prefiere que ella sea la candidata, 24 por ciento a él. Entre morenistas ella saca 33 por ciento, mientras él 32 por ciento. Para manejar la economía, 28 por ciento lo prefiere a él y 26 por ciento a ella. Y en seguridad pública ambos tienen 25 por ciento de preferencias. La encuesta tiene margen de error de +/-3.1 por ciento.

Salvo un capricho de AMLO, estamos ante una carrera de dos, ante una parejera clásica. Por eso es que en últimas fechas Ebrard no deja de buscar pretextos para salir en la foto.

Que si la pesca de la totoaba en La Paz, que si los huevos estrellados del fin de semana, que si lanzamientos al espacio, que si apadrina policías que irán a Qatar a cuidar que nadie se emborrache en lugares prohibidos. Marcelo en todo, menos en la Cancillería. Y no lo hace del todo mal. Les digo: provoca que se hable de él con cualquier pretexto, ruido que evita recordar asuntos graves.

Recordar que fue, por ejemplo, el jefe de Gobierno del fallido operativo policial en el News Divine, donde hubo 12 muertos, la mayoría jovencitos; que tenía una agenda progresista de, paradójicamente, mano dura; que construyó la Línea 12 que estuvo parada meses y que se derrumbó matando a 26 personas en mayo de 2021.

Hoy es el canciller de AMLO que se dobló ante Trump y que escuchará, y sobre todo acatará, lo que disponga el Presidente el 16 de septiembre.

Y a pesar de todo, de lo que hizo en el DF y lo que ha dejado pasar en este sexenio, es una competitiva corcholata.

Por eso no pasa día en que hoy, de nueva cuenta, no se suba a coches futuristas de la Ford o de cualquier marca. A saber si estas ilusiones no terminarán, de nueva cuenta, por estrellarse.

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