La Feria

La morenización del PRI de cara a 2024

La aprobación de la extensión de las Fuerzas Armadas en las calles sería la primera muestra tangible de la morenización del PRI de cara a 2024.

A pesar de Guacamayas y Ayotzinapa, recientísimos temas donde el Ejército sale muy mal parado, el Congreso de la Unión se apresta a ampliar el mandato para que las Fuerzas Armadas se hagan cargo de la seguridad pública hasta 2028.

Esa aprobación legislativa será posible –sobre todo– gracias al Partido Revolucionario Institucional, que dará su apoyo al gobierno federal en lo que podría ser calificado como la primera muestra tangible de la morenización del PRI de cara a 2024.

Porque la reforma al famoso quinto transitorio que dio pie a la fractura de la alianza opositora supone una jugada de tres bandas.

El presidente Andrés Manuel López Obrador se sale con la suya –al dar más seguridades a las FF. AA.– y Alejandro Alito Moreno, líder nacional del PRI, recibe campechana clemencia. Mas el tercer aspecto de esta operación no es sólo que por la claudicación del tricolor entró en crisis la alianza con PAN y PRD (cosa dicha hasta el cansancio), sino que se apuntan un tanto los priistas que cabildean la idea de que lo que conviene al Revolucionario Institucional es migrar de aliados: pasarse de la oposición al oficialismo.

A dos años de que concluya el sexenio y a prácticamente uno de que se formalicen las nominaciones para la campaña presidencial, en el Revolucionario Institucional se dará la batalla para decidir qué deriva toman en ese proceso que renovará el Poder Ejecutivo, Congreso de la Unión y nueve gubernaturas. Y parecen ir ganando aquéllos que, como el diputado Rubén Moreira, promueven un divorcio con Acción Nacional y un plan de jugadas acordadas con Morena.

Los priistas a favor de esa ruta parten de la idea de que es su partido el que hace competitiva a la moribunda alianza opositora, y el que –con su decisión– podría sancionar desde ya la elección presidencial, por ejemplo si optan irse por la libre con un personaje como –no se rían– Alejandro Murat. Sí, se habla incluso de ese peregrino escenario: el gobernador (es un decir) oaxaqueño saliente haciendo jugada de sacrificio con una candidatura testimonial en 2024 que mermaría sin remedio el voto opositor.

En las encuestas de El Financiero se ha registrado cómo van a pique las simpatías por la alianza opositora. De 41 puntos que los aliancistas convocaban en abril pasaron a 34 en la encuesta publicada la semana pasada. Ese periodo, obviamente, coincide con la santa mad… digo, con el acoso en contra de Alito, al que le han publicado audios impublicables y le han hecho amagos judiciales. Por eso mismo el PRI se ha encogido hasta llegar a 13 puntos de intención de voto, dos menos que el 29 de agosto.

Esos 13 puntos estarían cerca de lo que podríamos llamar el voto irreductible priista. Es una cifra muy similar a la que publicó De las Heras también en septiembre, en una encuesta en la que preguntó a la población “¿Con qué partido se identifica más?”: el PRI sacó 12 puntos. O, si deseamos otro referente, se parece a los 10.9 por ciento que de “simpatía” a nivel nacional obtuvo el Revolucionario Institucional en la Encuesta Nacional de Cultura Cívica 2020 (Encuci), del INEGI.

Con ese piso en las preferencias electorales, hay una corriente de priistas que se decanta por decidir una alianza de facto, o incluso una coalición, con Morena.

A saber si en el coqueteo con el lopezobradorismo el PRI –que no cancela seguir aliándose en elecciones locales con PAN y PRD– no termina desfondándose.

Pero, por lo pronto, tales escarceos traerán más militarización. Gracias, PRI.

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